Chile tiene olor a carnicería. La relación de los chilenos con la muerte es desde siempre. Los hitos de nuestra historia huelen a carnicería: el desastre de Rancagua y sus decenas de muertos, los masacrados en la Concepción, los mutilados por la metralla en el combate naval de Iquique, siempre me he imaginado el mar de color rojo en torno a la Esmeralda, una masa de aserrín, sangre, restos humanos flotando y peces subiendo a comer pedazos de personas, la playa de Iquique llena de cadáveres arrojados por las olas y el olor a podredumbre esa mañana calurosa del 22 de mayo. Cuervos humanos buscando entre los restos, cortando dedos hinchados con anillos de oro, alicates los dientes dorados. Botones de casaca con restos humanos. Las masacres en las salitreras, el desierto rojo sangre. Las matanzas de indígenas en los bosques del sur, el Bío-bío rojo sangre llevando pedazos de cabezas y manos morenas hacia el mar. El secuestro y asesinato de profesores, periodistas y estudiantes después del golpe, el Mapocho rojo sangre hacia el mar. Chile cubierto de cadáveres, levantado sobre un cementerio de masacres. Nuestra tierra devoradora, la mapu comecadáveres, la mama tierra vampiro que hace de Chile fértil provincia regada con el ñachi de sus hijos. La relación americana con la madre amorosa que te saca desde la tierra y corta tu raíz del ombligo y luego de un rato te arroja de vuelta encerrado en una semilla que no germinará nunca más. La Coatlicue, la madre espantosa. Un país que fertiliza su tierra con seres humanos mestizos e indígenas. Una casta vampiro en cambio que no muere, los Azcoitía de Donoso, los Matte y los Echavarría, elite endógama que se devora entre sí y copula entre sí en el rito que renueva su dominio sobre estas tierras abandonadas por el señor. Que tiene hijos de sus hermanos y primos con sus tíos perpetuando el dominio parásito enchufado al costado de nuestros valles. Algún día descubriremos que dios no tenía idea que Chile existía y por eso se permitió tanto horror. La masacre de La Coruña. La masacre del Seguro Obrero. La matanza de Santa María de Iquique. La matanza de Corpus Christi. El cadáver de Anfruns Papi, el cadáver del carpintero Alegría. Las manos de Víctor Jara. La cabeza de Allende. Los pedazos de Hans Pozo repartidos por todo Chile, mi brazo derecho en Buin quedó, señores oyentes. Chile-Frankenstein ¿Sabían ustedes que le sacaron los corazones a la oficialidad muerta en el combate de La Concepción y están guardados en la Catedral de Santiago? ¿Que el corazón de Diego Portales está en un cáliz en la Catedral de Valparaíso? Si eso no es magia negra no se qué cosa lo es. Hay un rito desconocido preparándose desde 1810, poniendo pedazos de sacrificios humanos en diferentes puntos del país, siempre en iglesias.El Guillatún