Son las 8:00 AM y estoy sentado en mi pega a 25 kms de mi casa, en mi punto de engorde como le decía Easton Ellis, escuchando el Fresh Fruits and Rotten Vegetables, de los Dead Kennedys. Algo no está bien cuando tienes que ver el amanecer desde la ventana de tu trabajo. Además, hoy es viernes, como todos estoy cansado de trabajar y pasarlo bien, ambas ocupaciones fundamentales para seguir moviendo la ruedita que va para ningún lado. Además está lloviendo. Algo no está bien o estaría escuchando a Los Carpenters y pajaritos vendrían a traerme el lápiz que necesito, o sonarían The Killers en el compu (esa banda que los pendejos creen que es rock), o peor, estaría feliz y prozaqueado oyendo a Javiera Mena o a María Colores y todo ese pop anoréxico Amèlie bipolar depre kawaii. Pero no, escucho California Über Alles y sé que no soy de la elite privilegiada. Que necesito alguien que me ayude a completar estas 10 horas de trabajo diario aplastantes, más 3 horas de movilización que demuelen las neuronas de cualquiera. Que me dejen de llamar todo el día operadoras colombianas para ofrecerme préstamos, cambios de planes y ofertones suculentos, que me dejen de chupar la sangre las empresas de telefonía, las Isapres, las AFP, los bancos y las casas comerciales. Quiero dejar de sentirme un humano clavado a un palo, ordeñadas mis arterias hasta el agotamiento con beneficio dominical para recuperar el volumen sanguíneo y retomar la ordeña semanal. Este año está de cumpleaños Superman. Los gringos lo inventaron porque necesitamos un hermano mayor que nos proteja, pero uno en serio, no uno que ponga la otra mejilla y te diga que todo va a estar mejor… cuando te mueras. Necesitábamos un Jesús que le pateara el culo a los malos, a los explotadores y a los opresores, por eso Jor-el envío a ese «su único hijo» a la Tierra. Bien por los gringos, nosotros tenemos al Sernac y a CIPER que algo hacen (¿La Mónica González como nuestra Mujer Maravilla?), porque los que se ponen traje rojo y parten con hambre a cada catástrofe son otros, los de chaqueta roja que cosechan muerte y la transmutan en puntos de aprobación usando aplastados por terremotos o ahogados en un accidente aéreo en el mar; los cuervos que vagan en los campos después de la batalla. Estamos desvalidos. ¿Dónde estás, Superman?! El gran descubrimiento del capitalismo es que Superman no existe y que a los desvalidos, a los enfermos y a los deformes no se les encierra en un zoológico o se les gasea, se les pone a producir, ojalá para siempre. Extendamos la edad laboral, trabajadores crónicos; no echemos a perder la industria farmacológica produciendo curas, produzcamos sólo paliativos porque los enfermos crónicos son el negocio; extendamos los créditos y subvenciones para producir estudiantes crónicos que estén 20 años pagando de su sangre la educación que no les sirvió para nada. Inventemos seguros de salud caros y obligatorios que no se usan, y que cuando los usas no sirven. «Tengo una idea: que el seguro de salud te de buenas coberturas cuando eres joven y no las vas a usar, y te de pésima cobertura cuando llegas a viejo y necesites una mano de esa sanguijuela a la que alimentaste toda tu vida». «Tengo otra idea: que le entregues la plata de tus ahorros para la vejez OBLIGATORIAMENTE a unos brokers para que jueguen con ella en la bolsa. Si pierden, pucha, tu perdiste porque ellos ya sacaron su tajada, pero te mandan saludos de navidad y cumpleaños por email». ¿Quién inventó que si te dan 5 días de licencia te pagan solamente 2? ¿De qué cerebro raro salió semejante estupidez? ¿Dónde estás Superman? Somos el ganado de unos vampiros y tu andas con la cabeza en Krypton. Darwinismo social, una tesis muy de moda a principios del siglo XX. Hasta Salvador Allende hizo su tesis en Darwinismo Social donde se hablaba de esterilizar a los enfermos mentales, Estados Unidos tuvo campos de concentración antes que Alemania y probó los efectos de la radiación en negros e indigentes inyectándoles isótopos radioactivos a niños epilépticos y enfermos mentales. Darwinismo social que en Chile tiene su peor imagen en la frase: «Son pobres porque son flojos». Ayer leí en un twitter una bio de una mujer que, después de confesar ser católica y trabajadora, establecía su creencia: «La izquierda roba lo que la derecha produce». Si pues, mi abuelo fue explotado 15 horas diarias como minero del salitre en Humberstone porque era flojo, mi abuela se levantaba a las 5 de la mañana a trabajar en el campo para el patrón antes de subirse al caballo y cruzar 25 kilómetros para llegar al colegio en Casablanca, con 8 años, porque era floja; porque a principios de siglo hubo llamados apocalípticos en nuestro Congreso Nacional de quienes anunciaban una baja en la producción de sus empresas, desastre económico y veían una conspiración de elementos antisociales que «querían obligar a las familias chilenas a ver mermado su ingreso por flojera» cuando se propuso prohibir el trabajo infantil. La rabia produce monstruos, diría hoy Goya. Monstruos que queman autos, se encadenan a catedrales, tiran huevos y escupitajos. Estoy seguro que el volcán Copahue es nuestro inconsciente que quiere explotar, pero que nunca termina de explotar. Pienso en la eternidad cuando imagino las bacterias que pueden vivir milisegundos en un microclima efímero. Cuantas generaciones y vidas en un chispazo. Qué civilizaciones y maravillas perdidas durante el lapso en que ese microcosmos, que voló desde la boca de Elías Sanhueza hacia la cara de Bachelet, tuvo forma y vida, girando en la eternidad de esos 0,3 segundos en que flotó íntegro a través de eternos 50 cms de espacio, al igual que nuestro Universo se mueve evolucionando en una nada insondable de lado a lado. Quizá produjeron una religión, un sentido trascendente, mitología y hasta un tipo de aritmética antes de estallar contra la cara de la candidata. Declaro al Cosmos como «el escupo de Jehová». Darwinismo social, como si un gobierno pudiera despedir a los inútiles, a los menos capacitados, y echar a funcionar a un país sólo con el descremado, con los mejores, con los «liceos de excelencia» y los bonos por producción. Un país somos todos, hasta los que no sabemos cómo emprender. Hay que quererlos a todos. El darwinismo social es creer que la tragedia es responsabilidad del accidentado y que Dios te ha favorecido con tu riqueza porque eres trabajador y obediente de su palabra, y que el pobre es meritorio sólo de desprecio o limosna. Déjame decirte a tí, que crees que Dios bajó a la Tierra, que él bajó a decir JUSTAMENTE LO CONTRARIO. Espero que se te caiga la mandíbula cuando lo veas regresar, cuando se abra el cielo, baje raudo con su capa roja, no a defenderte a tí, porque te has vuelto su enemigo. Darwinista social.
Ah, como detalle no menor. A Allamand lo traicionó pesado el inconsciente cuando le puso Darwin a su mascota. Le dedicó a él este panfleto lluvioso.El Guillatún