Tiziana Panizza y Paola Castillo grabaron durante siete años el trabajo de un grupo de dirigentas sociales, principalmente Iselsa y Cathy, que buscaban soluciones habitacionales en la ciudad de Valparaíso.
La historia es así: los pobladores de una toma de terreno en Valparaíso son sujetos de un novedoso proyecto de viviendas sociales que además de la casa propia incluyen la creación de un barrio y la llegada de servicios económicos. La idea es que las casas no se desvaloricen, sino que suceda lo contrario. Ocurren las reuniones con los arquitectos de Elemental, con el Serviu, con Techo, con los pobladores; luego faltan recursos, hay más reuniones, esta vez con un concejal y de nuevo con las 150 familias; finalmente les entregan las casas, pero continúan las reuniones entre vecinos, los problemas y la búsqueda de respuestas en las instituciones.
En 74m2 el espectador no encuentra ninguna postal del puerto de Valparaíso, no hay extranjeros, no están las hostales de moda del Cerro Concepción ni los nuevos cafecitos de Cerro Alegre. En esta película hay tierra, perros vagabundos, stencils mal hechos y grafitis a medio terminar. El sector de Playa Ancha como el reverso de la joya del pacífico. Aún así las directoras graban el puerto lleno de colores, aprovechan el azul del cielo y se valen de unas tomas aéreas para mostrar el mar, el acantilado y las nuevas viviendas ahí en la orilla, como una hermosa metáfora irónica de lo que ocurre.
La película sitúa la palabra hablada como su eje conductor. A través de los diálogos, las entrevistas, las peleas, los secretos y los consejos se cuenta la historia, pero no sólo esa parte de la vida de los protagonistas que buscan la construcción de su casa, sino que la historia del Chile actual: un país clasista, elitista, prejuicioso y burocrático, que por un lado mira al desarrollo pero por el otro costado se cae a pedazos. Muestra una problemática social que con los años no ha desaparecido, sino que ha mutado. Es cuestión de ver las primeras casas de los pobladores para darse cuenta como el concepto pobreza es variable en el tiempo y no se relaciona sólo con más bienes o más dinero. El documental muestra el deseo de 150 familias por participar en sociedad sin discriminación, lo que no sólo significa una casa, sino que se expande al concepto de barrio, con sus calles, sus negocios, sus áreas de esparcimiento y accesibilidad. Y hay ahí un valor profundo, pues muy fácil habría sido tomar el camino reduccionista de la solución habitacional, pero los pobladores y las directoras no se quedan en ese sector de privilegio, sino que buscan ir más allá, los primeros con sus exigencias, las segundas mostrando la complejidad del tema.
Contrario a lo que podría pensarse, el documental no tiene un tono moralizador ni un llamado directo a la acción panfletaria. Sino que ejerce el rol de mostrar de una manera sencilla, honesta y rápida una situación compleja como la pobreza.
El documental forma parte del proyecto Chiledoc, que busca potenciar la realización y exhibición de las obras. Producto de esa alianza es que la película se exhibe desde el 3 de octubre en distintas ciudades como Iquique, La Serena, Valparaíso, Chillán, Concepción, Valdivia, Punta Arenas y Santiago.El Guillatún