Dallas Buyers Club llega a la cartelera nacional con dos importantes precedentes: Oscar para Jared Leto y Matthew McConaughey por Mejor Actor de Reparto y Mejor Actor Principal, respectivamente. Lo anterior deja las expectativas bien altas respecto a la película. Cuestión que cumple, pero no en su totalidad.
Ron Woodroof (Matthew McConaughey) trabaja de electricista en una planta industrial, en ocasiones oficia como un inescrupuloso corredor de apuestas de rodeo y es asiduo a las fiestas, donde combina las drogas con sexo casual.
Ron sufre en accidente laboral y termina en el hospital. Además de los exámenes rutinarios, le toman muestras de sangre que indican que es portador de VIH. Los médicos le advierten que es un caso terminal y que le quedan solo 30 días de vida. Woodroof hace caso omiso de los consejos médicos y abandona la habitación, que comparte con Rayon (Jared Leto), un travesti que también es portador del mortal virus.
De ahí en adelante Ron debe enfrentar el problema médico y social que representa ser portador del VIH a mediados de los 80, con un poco de reticencia al principio, pero con un compromiso total con el pasar de los días. Así, Woodroof comienza una mezcla de negocio ilícito y activismo al internar a Estados Unidos medicinas para su tratamiento y venderlas con la ayuda de Rayon, que con los minutos se convierte en lo más parecido a un amigo que tiene el protagonista.
Dallas Buyers Club se sostiene en dos grandes actuaciones, las que son capaces de llevar un guión simple y una dirección bastante clásica a niveles de intensidad, cercanía y realismo, más altos que en el papel.
Matthew McConaughey hace un trabajo increíble. Además de la rigurosidad de bajar de peso para interpretar su personaje, es capaz de mostrar el proceso en que un tipo duro cambia de perspectiva frente a la vida, los homosexuales y el sida. Pero no es una conversión total, simplista y lineal —he ahí la gracia—, sino que tiene avances, retrocesos y dificultades propias de quien pasó mucho tiempo en una vereda de la vida mirando con asco e intolerancia lo que sucedía al frente. Además, no hay que olvidar que se trata de un negocio también.
Lo de Jared Leto es sorprendente, pues estaba en un receso actoral y dedicado a su grupo de música antes de participar en la película. Y bien vale la pena hablar de su regreso. Su delicada aproximación en la interpretación de Rayon es notable, pues el límite entre una representación realista y la sobreactuación, al encarar un personaje travesti, es bien difuso. Pero Leto se mueve con destreza en esa línea imaginaria, dando pasos a uno y otro lado según lo requiera la historia. Así, puede mostrar miedo y resignación cuando Rayon visita a su padre, como también frescura y risa en las escenas donde llama la atención de Ron.
Dallas Buyers Club es una película que cumple, principalmente en base a dos buenas actuaciones y un director, Jean-Marc Vallée, que pese a no buscar un lenguaje propio y seguir el camino de la comodidad, tiene la capacidad de reconocer el valor de sus actores principales y aprovecharlos, incluso con un guión poco trabajado.El Guillatún