Una familia burguesa pasa el verano en una casona ubicada donde se desarrolla el conflicto mapuche. Decenas de familiares y amigos sin nombre recorren la casa, disfrutan de las comidas y los tragos. En medio de esa festividad, Manena (Francisca Walker) comienza a preocuparse por el entorno y a cuestionar las acciones de su padre Pancho (Gregory Cohen).
El campo, el río, las termas y el bosque son los escenarios donde se desarrolla El verano de los peces voladores, de Marcela Said. En esos bellos paisajes ocurren los episodios que utiliza la cineasta como hilo narrativo. Son como pequeños capítulos protagonizados por los niños, las nanas de la casa, por Pedro (Roberto Cayuqueo) —que está encargado de los peces—, por los paseos de Manena y por los encuentros que tiene con Pedro.
Esos episodios están hermosamente fotografiados por Inti Briones, quien se preocupa de llevar la belleza del paisaje a la pantalla de una forma sincera, aparentemente simple y sin fallas. El carácter episódico de la película otorga la estética ideal para una casa ocupada por muchas personas, que realizan acciones simultáneas en distintos escenarios. Esto ayuda a que adquiera el tono realista que intenta. Cuestión que logra totalmente debido a lo anterior y a los registros del lenguaje empleados —ya sea por la familia, como por las nanas y los mapuches—; la dirección de actores que apunta a la naturalidad de las acciones y de la conversación; la cámara presente en las escenas, no como un observador, sino que está ahí, dentro de la locaciones, participando.
Respecto al guión se agradece que éste crea en los espectadores y en su capacidad para unir puntos. Si bien no hay ningún mensaje escondido que el receptor deba descifrar, el relato circula bajo un manto de niebla en el que no entrega toda la información de una vez, sino que se toma su tiempo entre las escenas para que la historia adquiera sentido, pero no una totalidad del sentido, pues esto es como la vida real y hay muchas cosas que pasan sin poder ser explicadas totalmente.
El verano de los peces voladores es una película inteligente, dinámica, bien fotografiada y que tiene el valor de retratar el conflicto por los territorios reclamados por los mapuches a través de un nuevo enfoque. Marcela Said se sitúa en una casa de la burguesía, y desde ahí toma una postura. Pero la obra es mucho más que eso, es sobre la familia, el trato a los empleados domésticos y la relación de los terratenientes con el poder.El Guillatún