El Guillatún

Ernesto Díaz x 2

Ernesto Díaz

Ernesto Díaz.

Ernesto Díaz (Kiltro, Mirageman, Mandrill) estrenó dos películas en el recién finalizado festival de cine de Valdivia. Una de ellas es Santiago Violenta, filme que sigue a tres amigos adultos que continúan jugando y metiéndose en problemas, como en los días de colegio en que eran compañeros de curso. Redentor —protagonizada por Marko Zaror— es la segunda película que presentó. En ésta, un hombre solitario pretende pagar sus pecados del pasado ayudando —a patadas y combos— a la gente que lo necesite.

El cine de Ernesto Díaz normalmente incluye a Marko Zaror en la misma imagen. Pero en Santiago Violenta su actor fetiche y amigo no participa. Dicha película se puede leer como una autobiografía ficcionada del director. Brocco (Mauricio Diocares) ya no es tan joven para estar sin hacer nada en la casa, por lo tanto intenta mantenerse trabajando como camarógrafo de matrimonios y eventos varios mientras intenta realizar una película de acción. Aquí se ven las puertas que se cierran, la incredulidad de los cercanos frente a la intención de querer hacer un tipo de película que no se filma en Latinoamérica y la precariedad de la grabación en contraste con la energía utilizada por el protagonista. Brocco es un soñador y el hecho de que casualmente termine metido en problemas con la Tía Marilyn —una señora dueña de bares y hoteles de dudosa reputación— es un problema que se transforma en oportunidad para hacer lo que busca, una película. Y para eso necesita la ayuda de sus amigos y personajes cercanos.

Santiago Violenta es una película dinámica, que pasa del sketch con referencias a los policiales europeos y estadounidenses que ocupa Brocco para su película, a la comedia de amigos, enredos y acción que guía la cinta. Acá hay combos, patadas y balazos, pero la energía no se gasta en esa zona, sino que en la intención de humanizar a los personajes. En los primeros tres largometrajes de Díaz los protagónicos eran más caricaturas que personas (en Mandrill hay más trabajo en los personajes que en las dos anteriores, para ser justo). Y no había problema con ello ya que se estaba jugando en el género de la acción, del hit-man. Lo importante era otra cosa, como el diseño de las secuencias de peleas, las acrobacias de Zaror, los tiros de cámara y la música que homenajeaban y reescribían en el fin del mundo los cánones de un género no explorado en Chile. Acá hay guiños a ese mundo, pero en ningún caso es lo que domina la película. Hay una búsqueda nueva, un territorio no explorado por Ernesto Díaz al cual se lanza y sale bien parado. Santiago Violenta está lejos de ser una gran película, pero tiene sus buenos momentos, es genuina, tiene corazón, al igual que en Kiltro en que uno sabía que tenía varios detalles acá y allá, pero quería que le fuera bien, era entrañable. Y bueno, así se siente esta cinta nueva, como una apuesta que se intenta ganar de buena forma, sin irse por el lado fácil y apuntando, por primera vez, al interior de los protagonistas.

Redentor es la cuarta película de la zaga de Díaz y Zaror. Aquí los combos y las patadas mandan. La historia vuelve a estar al servicio de las secuencias de pelea, el personaje principal solitario, el secundario entre pillo y bonachón que lo ayuda y la chica guapa que es pura bondad y sufrimiento.

El filme se siente como si corriera con piloto automático, el guión es una excusa para ver patadas. Y hay secuencias geniales de Zaror en las que sus saltos, giros y golpes tienen la factura de una buena película de acción hollywoodense, pero no logra traspasar lo logrado con Mandrill —que es lejos lo mejor de la dupla—, en la que mezcla la mafia, el casino, el amor y las peleas. Acá se sigue transitando por el camino trazado, no hay un avance como sucede en las tres anteriores. El aire de la novedad, de ir más allá, de no quedarse en el sector más cómodo de la creación artística no está en Redentor, sino en Santiago Violenta.El Guillatún

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