Un grupo de mujeres y hombres con síndrome de Down han asistido por más de 40 años a un colegio de oficios. Allí trabajan en un taller de gastronomía en el que cocinan dulces que luego van a vender por el barrio. También forman parte de clases que les enseñan a sortear los distintos escollos de la vida actual, ayudándolos a convertirse en «adultos conscientes». La realizadora chilena Maite Alberdi, con su nuevo largometraje documental Los niños (2016), aborda la lucha que debe emprender este grupo de personas por cumplir sus sueños en una sociedad que no fue hecha para ellos.
A partir de un cuidado trabajo fotográfico, nos adentramos en un ecosistema en el que sólo vemos a personas con este síndrome, mientras que aquellas que no lo tienen aparecen desenfocadas en todos los encuadres de la película. Este sutil ejercicio establece el interés en los verdaderos protagonistas de este relato, instalando el mundo que los rodea como un único actor imposible de percibir, compuesto de muchas voces; personaje que provoca una extraña sensación de incomodidad en aquellas escenas en que determina varios aspectos de la vida de estos «niños» no tan niños.
Surgen de esta manera personajes como Anita y su novio Andrés, quienes buscan concretar su tan deseado anhelo de casarse. Por otro lado está Ricardo, líder elegido democráticamente por el grupo de personas con síndrome de Down para guiar el taller de gastronomía, quien a su vez debe lidiar con las inquietudes propias de querer llevar una vida independiente. Y por último (y no por eso menos importante), está Rita, «la más niña» del grupo que con mucha astucia logra sacar a escondidas comida del taller, para disfrutar sin culpa el placer que da el chocolate.
Maite Alberdi reluce en este trabajo una metodología de realización documental que da cuenta de una vasta experiencia en esta disciplina, lo que le ha permitido la captura de momentos únicos de la realidad a lo largo de toda su filmografía. Tanto así que como espectadores llegamos incluso a dudar de lo auténtico que es todo lo que vemos en pantalla. No obstante, películas como La once (2016), Yo no soy de aquí (2016) y El Salvavidas (2011) son evidencias de una sistemática forma de abordar la realidad circundante, sin perder nunca de foco la intención de tener un punto de vista respecto a la misma.
En este sentido, Los niños además de destacar por su factura técnica, sobresale por aquellos detalles narrativos que nos hablan del entorno que rodea a las personas con esta enfermedad; un contexto que los recluye en un colegio porque no ha hecho un esfuerzo real por incluirlos dentro de la sociedad y, más bien, ha construido más barreras para que éstos no salgan de allí. Mientras que algunas personas con la misma edad de ellos tienen el privilegio de decidir sobre sus vidas, éstos por no cumplir con el prototipo de «adulto consciente» que tenemos en el mundo de hoy, son excluidos de esta toma de decisiones.
De esta forma, más que desarrollar una historia sobre hombres y mujeres con síndrome de Down con una cuota de humor importante, lo que hace este largometraje es hablarnos del desolador mundo de los adultos. Así como María Teresa Larraín en su documental Niña sombra (2016) retrataba su transición del mundo de quienes ven a la cultura de la ceguera y los problemas de adaptación que esto le trajo consigo, el trabajo de Alberdi indaga sin reparos en un entorno caracterizado por la constante subestimación de aquellas personas que poseen esta enfermedad. Bajos «sueldos», el persistente cuestionamiento de sus decisiones, las trabas impuestas por sus familias y así un largo etcétera, son muestras de un mundo que si bien apuesta por la inclusión, en lo concreto sigue considerándolos como ciudadanos de segunda categoría.
Desde las disciplinas artísticas han surgido con mayor fuerza prácticas destinadas a la inserción de personas con capacidades diferentes tanto en la creación de discursos como en el contenido de estos. Ahora falta que el resto de la cultura que hemos construido en torno a ellas dé un paso más allá y apueste por reales acciones de inclusión en un territorio donde hay espacio para todas y todos. Maite Alberdi ya dio un paso. ¿Qué esperamos para dar el siguiente?El Guillatún