La traducción de los títulos de las películas está lejos de ser satisfactoria y es cosa de entrar a IMDb para explorar algunos errores, incluso al azar. Ritual Sangriento propone en su nombre un camino cercano al desparrame de sangre que finalmente no se cumple. Esto porque no es una cinta de terror, en el sentido de las horror movies o las slasher movies, llenas de persecuciones, gritos, sangre y muerte. Sino que es una película oscura, con una profunda dependencia del suspenso, del misterio y con un par de escenas vinculadas directamente al terror.
We are what we are —nombre original de la película— comienza con la muerte de Emma Parker (Kassie De Paiva), esposa de Frank Parker (Bill Sage) y madre de tres hijos, los que viven fuera de la ciudad, en una gran y deteriorada casa en la que Frank tiene un cuarto cerrado con llave. La complicidad de la adolescente Iris Parker (Ambyr Childrens) y su hermana Rose (Julia Garner) es total, hasta que después de la muerte de su madre, se enteren que el ritual del día de los corderos debe hacerse sin excepción. Ahí comienza un cuestionamiento sobre sus actos, la religiosidad y cómo serían las cosas si fueran diferentes. Y entremedio de la pena y los miedos de las jóvenes y la severidad con deslices de locura del padre, circula el pequeño Rory (Jack Gore), que termina abriendo las puertas que no debe cruzar.
La trama de la película se desarrolla lentamente, mostrando los motivos de a poco, casi sin apuros, mientras se juega con las posibilidades de lo oculto y terrible que podría pasar. Algo no muy común en el género, ya que generalmente se cuenta la historia en pocos minutos para pasar a las dosis de griterío y chorros de sangre, o bien se pasa directamente a esta parte para que al final se conozcan los motivos. Pero acá no, sino que al igual que en el género del suspenso, ocupa la tensión —que va aumentando— de no saber en qué consiste específicamente el ritual.
Hay que decir que se agradece la búsqueda de un camino menos explotado del terror. Aunque hay personajes bien prototípicos, como el padre y el hijo menor, el director Jim Mickle se interesa por explorar el interior de Iris y Rose. Las actuaciones, como despojadas de cualquier esperanza, funcionan muy bien para lo que se quiere contar y cómo se cuenta. Aun así, habiendo dicho todo esto, no es una gran película. Al ir entregando la historia por migajas, la expectativa crece y crece, pero hay un momento en que se deja de avanzar, no hay cosas nuevas, hay una especie de vuelta en círculos, y luego se llega al «terrible» final sugerido y ahora explicitado. Pero ese final debe ser lo suficientemente bueno (léase oscuro, bizarro y nuevo) para satisfacer a una audiencia que se ha quemado los ojos por más de una hora esperando el horror en la pantalla. Se nota que Mickle lo intenta, pero no logra el impacto total. Es cierto que asquea y no se recomienda estar comiendo a esa altura de la película, pero no te desmorona como el final de A serbian film (2010, no estrenada en Chile), por ejemplo, que es oscuramente amada por lo arriesgada respecto al límite de lo que se puede ver y, quizás, crear. Ritual sangriento tiene problemas de intensidad en algunas partes y —al principio por su mala titulación en español y después por la estructura del relato— promete un final que no cumple con las expectativas creadas. Así y todo se las arregló para estar en La Quincena de Realizadores de Cannes y en el festival de Sundance.El Guillatún