El Guillatún

Historias ilustradas de ayer y de hoy

Caperucita Roja se encuentra con el Lobo. Del cuento «Caperucita Roja» recopilado por Charles Perrault. Iniziative Editoriali. Roma, 1970-71. Ilustración, Elena Poirier.

Caperucita Roja se encuentra con el Lobo. Del cuento «Caperucita Roja» recopilado por Charles Perrault. Iniziative Editoriali. Roma, 1970-71. Ilustración, Elena Poirier. Acuarela sobre papel. 43,6 x 20,2 cm. mhn 3-35979

El 9 de marzo pasado se conmemoró un nuevo aniversario del nacimiento de uno de los más importantes ilustradores chilenos: Mario Silva Ossa (Coré). El emblemático portadista de la revista El Peneca, quien grabó en la memoria de generaciones las imágenes que creó para el Silabario Hispanoamericano y puso rostro a centenares de personajes de la literatura mundial durante los 30 y 40, hubiera cumplido nada menos que 102 años. Sin embargo, lejos de verse afectada por el paso del tiempo, su figura y su obra parece estar rejuveneciendo, haciéndose cada vez más cercana al público y a los jóvenes ilustradores.

De hecho, su cumpleaños fue una verdadera celebración, ya que ese día se presentó la reedición de Perejil Piedra, un libro de María Silva Ossa, hermana de Coré, quien en 1974 publicó una serie de obras inéditas del ilustrador junto a textos de su autoría. El libro llevaba décadas desaparecido y fue recuperado por Quilombo Ediciones como parte de una nueva colección dedicada al rescate de algunas muchas veces desconocidas joyas del libro ilustrado chileno.

A la presentación asistieron seguidores, ilustradores y descendientes de los autores, quienes compartieron con el público anécdotas y recuerdos de la dupla de artistas, reiterando también la vigencia de su legado, en la que el talento y la destreza se conjugan con un declarado humanismo tan necesario en nuestros días.

Ya lo había señalado hace un tiempo Jorge Montealegre, uno de los más activos investigadores de la ilustración y la historieta chilena, en su libro Coré, el tesoro que creíamos perdido: «Al final de este camino, los faroles que siguen despiertos nos muestran a Coré como un personaje mítico, un dibujante de la ausencia. Pasó de la historia a la historieta, del cuadro inconcluso a la leyenda, domiciliándose en un sueño que su nombre interrumpe de vez en cuando para reclamar esa cuota de memoria que nos mantiene…».

Coré

Ciertamente, la reedición de Perejil Piedra es parte de una revaloración de la obra de Coré que desde hace algunos años han impulsado especialistas como Montealegre —quien con justa razón ha propuesto que el 9 de marzo debería celebrarse como el día del ilustrador chileno—, el historiador de la literatura infantil Manuel Peña Muñoz o ya en los años ochenta el poeta Enrique Lihn.

Tal vez el aporte del libro de Quilombo esté, junto con la posibilidad de ponerlo al alcance de los lectores contemporáneos, en el intento de contextualizar la época en que fue editado originalmente como un momento de quiebre, que cierra la llamada edad de oro de las publicaciones ilustradas y abre una etapa marcada por la precarización del oficio del ilustrador, la pérdida del peso social del libro y la lectura, y un progresivo cambio de paradigma en la edición de literatura infantil y juvenil, y que solo se revertirá a comienzos del nuevo siglo con el surgimiento de una nueva camada de ilustradores chilenos.

Lo que sí resulta totalmente novedoso es que esta publicación no se trata de un caso aislado. Editorial Amanuta reeditó en 2012 una serie de versiones de cuentos clásicos escritos por Gabriela Mistral e ilustrados por dibujantes contemporáneos como Paloma Valdivia, que han sido premiados a nivel mundial. El mismo sello lanzó al año siguiente El rabanito que volvió, historia ilustrada por la chilena Marta Carrasco y publicada en 1972 por la desaparecida editorial Quimantú, y en 2014 Liberalia hizo lo propio al imprimir por primera vez en Chile el célebre Matías y el pastel de fresas de Palomo, mientras que historiador Pedro Álvarez finalizó la más completa biografía sobre Luis Fernando Rojas, uno de los pioneros de la ilustración en el país.

A ellos se sumó hace pocos días otra gran, y poco estudiada, artista chilena. A partir de la muestra de originales que forman parte de su colección y que exhibe actualmente, el Museo Histórico Nacional realizó el libro Elena Poirier, ilustradora, que reúne una serie de textos autobiográficos y ensayos a cargo de Alicia Morel, Manuel Peña Muñoz e Isabel Molina, los que profundizan en la labor y aporte de una artista que hasta ahora estaba relegada a la sombra de Coré, de quien fue amiga y discípula.

A través de los escritos y de las imágenes que recoge el libro es posible apreciar la personalidad de una ilustradora que debió hacerse un espacio en una escena mayoritariamente masculina, que colaboró con las principales editoriales nacionales y luego, tras decidir marcharse del país, rehízo su carrera en Italia transformándose en una figura destacada de la ilustración local.

«Ahora estoy retirada», dice Poirier en el libro. «Pero sigo amando el dibujo que me ha embellecido la vida, que me ha dado grandes satisfacciones y también muchas amarguras. La mía no ha sido una carrera fácil; he encontrado barreras y dificultades casi siempre, especialmente con los editores, todos avaros e injustos. Tampoco me han faltado envidias, rivalidades de otros colegas y no he carecido de imitadores… esto nunca me ha importado gran cosa. Pero al mismo tiempo, siempre he tenido gente que apreciaba muchos mis dibujos: los artistas e intelectuales, en particular».

El patito feo es rechazado por ser diferente. Del cuento «El patito feo» de Hans Christian Andersen. Iniziative Editoriali. Roma, 1969-70. Ilustración, Elena Poirier. Acuarela sobre papel. 23,8 x 32,7 cm. mhn 3-35882

¿Cuál es la pertinencia de reeditar antiguos libros ilustrados chilenos o analizar el trabajo de creadores que fueron reconocidos hace más de medio siglo? ¿Por qué invertir tiempo y recursos en rastrear el pasado cuando hoy hay cientos de autores talentosos con propuestas novedosas que no logran tener la suficiente difusión ni ser parte del catálogo de las siempre escasas editoriales?

Las palabras de Elena Poirier son una buena respuesta a esas preguntas. Los desafíos a los que se veían enfrentados los ilustradores, escritores y editores de antaño siguen siendo fundamentalmente los mismos. Ser conscientes de nuestra historia, de los aciertos y fracasos de quienes nos precedieron, entrega herramientas para cambiar el presente y caminar con paso firme hacia el futuro. Pero también nos da una inigualable posibilidad de releer, revisar, remirar, de regalarnos la dicha de pasar los ojos por páginas vistas y creadas por otros para ver con la distancia que da el tiempo, a la luz de hechos y sucesos que por cercanía quedaron ocultos a sus protagonistas, y para mostrar las tramas olvidadas, reconociendo que cada Ilustración es portadora de la idea de una época, quizá más perdurable y completa que la trasmitida solo por el texto.

En 1954, Antonio Romera, crítico de arte y precursor en Chile de los estudios sobre la imagen impresa, señalaba en el prólogo de Yo soy tú, las memorias del dibujante Jorge Délano: «Coke historia los hechos y a la vez en su relato va poniendo la glosa ilustrativa de las caricaturas. Hay en ello una doble repristinación del acontecer. Lo sucedido entra por la razón y por los ojos y deviene así una más enteriza realidad».

La historia de la ilustración chilena recién comienza a construirse. Hay decenas de autores que reivindicar. Cientos de libros que merecen una segunda oportunidad en las estanterías de niños y grandes. Miles de páginas de revistas que esperan ser redescubiertas. Por ahora las publicaciones antes comentadas, la reciente compra por parte del mismo Museo Histórico Nacional de las colecciones que durante largos años reunió el investigador Mauricio García, el esfuerzo de investigadores como Moisés Hasson en su sitio bibliotecajuntoalmar.blogspot.com y el renovado interés que despiertan entre tesistas de diversas disciplinas la historieta y la ilustración, hacen pensar que cada año tendremos más razones para celebrar a Coré.El Guillatún

El patito feo con su mamá y hermanos. Del cuento «El patito feo» de Hans Christian Andersen. Iniziative Editoriali. Roma, 1969-70. Ilustración, Elena Poirier. Acuarela sobre papel. 38,4 x 14 cm. mhn 3-35512
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