Desde que era un adolescente cuando aprendí a tocar guitarra, me acostumbré a registrar toda la música que componía, primero en cassettes y entrada la década pasada, en digital. Así me vi convertido en lo que soy ahora (un cantautor que se sigue grabando a sí mismo), pero no fue hasta que conocí en profundidad el trabajo de Daniel Lanois, que comprendí cabalmente lo que significa la labor de productor; y más que eso, lo que es la mezcla del sonido como un arte por derecho propio.
Nacido en Canadá a comienzos de los años cincuenta e iniciado en el mundo de las grabaciones a través de la música ambient y colaboraciones con Brian Eno, Daniel Lanois es una de las orejas detrás de la mayoría de los exitosos discos que ha hecho U2 desde mediados de los ochenta hasta ahora, así como también de discos de Peter Gabriel (So, 1986), Bob Dylan (Oh Mercy, 1989; Time Out of Mind, 1997), Neil Young o Emmylou Harris. Su delicado trabajo con el sonido, basado en el uso de tecnología análoga y vintage, puede apreciarse en el siguiente video, donde explica cómo usa la consola como un instrumento más en la canción, donde cada perilla y fader se mueve de una «manera musical»; a diferencia de la frialdad con la que acostumbramos a oír las mezclas en la música radial contemporánea, donde todo suena como una masa de sonido a tope en la que apenas se distinguen matices.
Pero, siendo esta una columna en la que reseño a creadores, este virtuoso de la consola también tiene su contraparte en la cantautoría: desde el año 1989 viene editando discretos y finos discos firmados con su nombre, en los cuales es posible apreciar tanto una fuerte marca personal así como rastros de sus «ahijados» artísticos. Imposible no pensar en Dylan al escuchar, por ejemplo, The unbreakable chain; o en el mejor U2 en el caso de Still learning how to crawl o I love you, esta última una obra maestra del uso de distintos y provocadores planos sonoros en la mezcla, además de haber sido para mí la puerta de entrada a la música de Lanois. El disco que contiene esta última canción (Shine, 2003) ha sido uno de los que más me ha influido como músico y sonidista autodidacta, aún lo escucho regularmente y me maravillo con canciones de raíz americana como Sometimes, o el minimalismo desértico de San Juan.
La versatilidad de Daniel Lanois como compositor no sólo se restringe al formato canción, sino que también ha publicado discos en los que continúa con su exploración en la música instrumental y ambient (Belladonna, 2005; y The Omni Series, 2008). Acompañado por el baterista Brian Blade (alguna vez reseñado en esta columna) en sus últimos trabajos, lo más reciente que ha publicado es su personal exploración en la música dub, un derivado jamaiquino del reggae caracterizado por la economía de recursos y el uso del estudio de grabación como instrumento, en el proyecto llamado Black Dub (2010). Cabe mencionar también su habilidad con la Pedal Steel Guitar, hipnótico instrumento muy usado en la música country y el más avanzado de su tipo; una «pequeña iglesia en un estuche», como la ha descrito el propio músico.
Daniel Lanois se maneja con soltura y elegancia a ambos lados del vidrio (es decir, siendo grabador y grabado) desde los años ochenta, cuando lo usual es que ambas labores las hagan personas y visiones distintas, a pesar de que cada vez es más común que varios músicos hayamos tenido que desarrollar la habilidad de interpretar, grabar y mezclar nuestra música en home studios. Pero lo particular de su caso es que los límites son difusos o casi inexistentes entre los tres procesos: vemos a un solo artista con una visión global desde que pulsa la cuerda de la guitarra hasta que desliza el último fader al imprimir la mezcla final.
Para cerrar, recomiendo este link en donde Lanois cuenta anécdotas sobre sus grabaciones favoritas de U2, desde la visión del productor, y esta entrevista-documental conducida por su colega Pharrell Williams, en la que se ahonda en su historia y se llega a entender aún más su labor.El Guillatún