Hombre, padre de familia y músico panameño. Un tipo joven. Así comienza la biografía de Carlos Méndez en el sitio Soundcloud donde se puede escuchar su más reciente disco: Mar (2012). Es tan poco lo que sabemos en Chile de música que se está haciendo en nuestro continente y nuestro idioma —más allá de lo que sucede en potencias como México y Argentina—, que me pareció interesante detenerme en el istmo (es tan poco lo que sé de Panamá, la verdad) y en la labor de este músico que ya lleva 3 trabajos publicados en 6 años de carrera: el EP En casa (2007), y los discos Depie (2010) y Mar.
Llegué a la música de Carlos a través de Myspace, seguramente hace unos 4 años cuando estaba a punto de lanzar su disco Depie, mediante la fluída comunicación y sinceras alabanzas que se daban entre músicos de distintos lugares del mundo que se encontraban en esa época dorada de la difunta red. Me llamó de inmediato la atención su estética sonora, reconocí muchas referencias en común y me quedó la imagen de un hombre mirando al sur, una sonoridad rioplatense que pronto confirmé que se debía a grabaciones hechas en Buenos Aires. Méndez trabajó en ese disco bajo las órdenes del reputado productor argentino Tweety González, antiguo colaborador de Fito Páez y Soda Stereo entre otros, más la compañía de sesionistas de lujo del mismo país y la mezcla realizada en La Diosa Salvaje, el estudio de Luis Alberto Spinetta. Algo de ese espíritu seguramente se coló por los parlantes mientras se mezclaba Subterraneo, canción que abre el disco.
El acento centroamericano de Carlos Méndez y su discreta voz encajan con soltura en la interpretación de los músicos del sur, y así sus canciones ganan esa valiosa condición de parecer de ninguna parte: «Casa para ti es tu equipaje / y hoy yo no quisiera perderme este viaje / y empieza a caminar, empieza a caminar, empieza a caminar», como dice la letra de una de mis canciones preferidas (y suerte de himno personal también), Ciudadano del mundo. Como antítesis también está la pertenencia y el lugar, como es el caso de Los entierros: «En los entierros de mi pobre gente pobre las flores son de papel / las lágrimas son de verdad / No es como en otros funerales de la vida en donde el llanto es mentira / y hay mucha flor natural».
La sonoridad más rockera y seca del disco Depie dio lugar el año pasado a un pequeño giro de influencia más pop y lleno de texturas en Mar, su segundo larga duración grabado entre Panamá y nuevamente Argentina. El imaginario sonoro oriental de Desayuno chino convive con las etéreas guitarras de Napito, o la sofisticada sonoridad AOR (Adult Oriented Rock, término acuñado en los años 70 en USA) de Nocturno vigilante, primer corte de difusión del disco.
Pero detrás de toda la producción y el trabajo que toma llevar un disco a buen puerto hay esencialmente canciones y un cancionista detrás. Canciones que en este caso tienen su origen en la guitarra, y qué mejor que finalizar la escucha revisando el primer EP publicado por Carlos Méndez en el año 2007, titulado En casa. Aquí se pueden apreciar varias de estas canciones comentadas anteriormente en su formato más crudo y original, lo cual nos habla de un repertorio que ha vivido un largo viaje, tanto musical como geográfico. Un viaje merecido.El Guillatún