The Naidens Compañy sorprende nuevamente con su trabajo al presentar a un grupo de jóvenes cristianos que pretenden volver a acercar a la comunidad hacia Dios mediante la musicalización de los encuentros. De esta manera crean una banda denominada Los Testigos del Ritmo que conducida por Jonathan —a quien el pastor le encomendó esta tarea de evangelización— va sufriendo una serie de choques ideológicos a causa de las incoherencias de sus integrantes y de las desviaciones del objetivo original. Recién al final podrán cumplir la tarea cuando Jonathan es iluminado por David Bowie para, a través de su música, despertar las habilidades musicales de cada uno de los miembros de Los Testigos del Ritmo.
La obra nos enfrenta a los egos artísticos, pero también a la falta de consistencia de las creencias, no sólo religiosas, que nuestra sociedad vive día a día. Creer por creer, sin tener en cuenta por qué creer. Si analizamos más profundamente, y en medio de la agitación por las campañas presidenciales, podemos revestir a esta obra de un sentido más político, preguntándonos si realmente los líderes de hoy representan los pensamientos de la mayoría y cómo esta «mayoría» se ve truncada por creer sin fundamento, creer a ojos cerrados, creer por creer en un panfleto fácil y agotado.
Volviendo a lo que nos convoca, El evangelio de Jonathan es un montaje cercano a la comedia, al humor negro, con personajes muy marcados y claros en su forma de actuar, rozando el límite del arquetipo. Con una escenografía sencilla se ambientan los ensayos de la banda en dependencias de la iglesia, una luz fluorescente muy potente los primeros segundos, pero que después la vista va cediendo al estímulo visual. Sólo unas bancas, unas cortinas y los instrumentos musicales construyen el espacio que terminará convirtiéndose en un auténtico escenario de un recital de rock iluminado por la divinidad musical de David Bowie. Sin embargo, para llegar a eso, una serie de peleas y discusiones entre los integrantes de la banda se sucederán cuestionando la base ideológica de cada uno de los creyentes.
El montaje es dirigido por Macarena Losada, dándole una excentricidad a ratos molestosa, pero que va de acuerdo con la propuesta de la compañía, que se cierra de buena manera con el final. Los seis actores tienen clara su tarea, hablan un idioma común y están en permanente diálogo. Hay momentos en que el texto no adquiere un sentido pleno o falta cierta comprensión de él para poder sacar mayor provecho.
El trabajo de la compañía es interesante, presentando una trama bien novedosa que destaca por sobre las historias comunes y los discursos repetidos, un contenido sólido con pequeñas debilidades prácticas que pueden sustentarse mejor con el andamiaje de las funciones.El Guillatún
El evangelio de Jonathan estará con funciones en Teatro del Puente hasta el 26 de octubre los jueves, viernes y sábado a las 20:00 horas. Entrada general $5.000, estudiantes $3.000.