En el Teatro DUOC Lastarria, lo que era el Teatro Lastarria 90, se presenta este mes de mayo la obra de Nicolás Mena, La hija de mi papá. Lo central en esta puesta en escena es el contraste en las actitudes de dos hermanas que han crecido en medios sociales diferentes. Es una visión realista y desencantada. Lo más atractivo del montaje es el muy buen trabajo de las dos actrices.
En la primera escena vemos que Daniela da una cálida acogida en su modesto departamento a Trinidad, a quien conoció recién hace cuatro días en el entierro de su padre. Daniela sabía que tenía hermanos, uno de ellos la ha llamado por teléfono en varias oportunidades, y siempre quiso conocer a esta hermanita un año menor. Trinidad intenta ser amable, pero su íntimo rechazo a esta hija que su padre tuvo en una relación con su secretaria, hace que la dureza y hasta el sarcasmo surjan sin que pueda controlarlos. Es una primera escena marcada por la bondad y sencillez de Daniela. Da ingenuas explicaciones acerca de lo que puede o no puede ofrecer a su inesperada visita y lo que significa para ella su trabajo en un supermercado. Se controla y aparenta no darse cuenta de la forma en que es zaherida por Trinidad. El diálogo se va haciendo gradualmente más tenso y llega a un punto en que Daniela se ve obligada a cambiar de actitud y preguntar a Trinidad para qué vino a visitarla y da signos de dar por terminada la visita. Pero Trinidad se queda, ha ido para llevarle los recuerdos de Daniela que el padre guardaba en su oficina, pero en realidad quería saber más sobre las relaciones de su padre con esta familia paralela. Al advertir que había un contacto mayor al que ella imaginaba, no puede refrenarse y su actitud llega a ser violenta. Luego se disculpa, es que al conocer aspectos de la relación que el padre había negado, se siente muy afectada.
La obra construye su tensión dramática con este enfrentamiento entre dos hermanas de un mismo padre pero de familias paralelas. La situación adquiere gradualmente rasgos más dolorosos porque se advierte que, aunque ambas intentan un acercamiento, la realidad de la extrema diferencia entre esas dos vidas, es insuperable.
Los conflictos al interior de las familias han aparecido con insistencia en este último tiempo en nuestro teatro. Es el tema de No despiertes a los niños de Constanza Manríquez y que dirigió Cristián Plana, el de Hijos de… de Claudia Hidalgo, Malquerencia de Juan Radrigán, Esperando la Carroza de Jacobo Langsner, Le prenom comedia francesa dirigida por Pato Pimienta, José de Egon Wolff, para referirme sólo a las que se han presentado en los últimos meses. Todas estas obras muestran que la familia es el lugar en el que las relaciones son más intensas e inevitables, los problemas que allí se originan afectan más profundamente a las personas.
Catalina Gallardo y Milena Bastidas actúan con una calidad sorprendente. Matizan con cuidado las distintas etapas de la obra. Dan rasgos muy definidos a sus personajes y logran articular con acierto los grados de intensidad del desarrollo de la acción. Se advierte un trabajo muy serio de preparación y respeto por el profesionalismo del actor. Son actrices muy jóvenes que probablemente proyectan en esta puesta en escena lo que han aprendido desde muy pequeñas. Milena Bastidas es hija de los actores Rodrigo Bastidas y Elena Muñoz, y Catalina Gallardo es hija de la actriz Pepita Velasco y del productor Guillermo Gallardo. Por herencia y educación han desarrollado el respeto por el trabajo actoral y el resultado es la alta calidad de su actuación.
El título de la obra proviene de una de las escenas más duras, luego de una serie de argumentos basados en experimentos científicos, Trinidad niega que puedan considerarse hermanas, porque el «apego» tendría prioridad frente a los lazos de sangre. Daniela entonces pregunta, ¿quién soy yo para ti? y la respuesta es «La hija de mi papá».
En un trabajo creativo que se extendió por más de un año el grupo fue buscando soluciones que dieron por resultado esta obra escrita y dirigida por Nicolás Mena. Él y Catalina Gallardo formaron equipo ya en la exigente obra de Jean Luc Lagarce Tan sólo el fin del mundo presentada en la sala Finis Terrae el año 2009.
En momentos en que el país se plantea como un tema prioritario la «inclusión» de niños de muy distinta condición en el sistema educativo, esta obra muestra con dureza y desencanto que la segregación es muy profunda, casi imposible de superar, que las causas están en conductas arraigadas en nuestra sociedad y que implican una laxa actitud ante la responsabilidad moral.El Guillatún