En el ciclo «National Theatre Live» que se presenta en Teatro Nescafé de las Artes con subtítulos en español, se proyectó Man and Superman, la comedia de George Bernard Shaw, dirigida por Simon Godwin. Durante el intermedio pudimos ver una entrevista al director en la que expresó que era para él un gran desafío hacer esta dirección destinada a ser vista en todo el mundo.
La obra muestra el ingenio y la ironía de Bernard Shaw. Es su interpretación del Don Juan Tenorio. Tiene presentes las muchas versiones de la obra, él parte de la de Tirso de Molina, El Burlador de Sevilla por lo que sitúa la obra en un jardín de España y uno de los actos lo muestra en el infierno. Recuerda la versión de Moliére y sobre todo las bellas armonías de la de Mozart. Pero él quiere hacer un Don Juan muy inglés, moderno y más de acuerdo a la realidad. Y la realidad es que quien domina las relaciones amorosas es la mujer, se las arregla para parecer conquistada, pero con habilidad sabe conducir las cosas por el camino que quiere. En esta obra el Don Juan es John Tanner, un joven escritor, rico y profundamente crítico de la sociedad, rebelde y libertario por naturaleza. En la obra, él y el poderoso anciano Ramsdem, por disposición testamentaria del padre, han quedado como tutores de la bella heredera Ann. Para Tanner es inaceptable que lo hayan designado junto a ese viejo retrógrado y no quiere tener nada que ver con Ann, el gran amor de su amigo Octavio.
La ironía de Shaw está en mostrar un John Tanner, crítico de los convencionalismos sociales, defensor de la independencia personal, caer irremediablemente ante la voluntad de Ann de casarse con él. Una de las escenas más graciosas de la obra es en la que este Don Juan hace una última grandilocuente declaración de rechazo al matrimonio porque quiere conservar su libertad; declaración que Ann escucha sonriente y que no disminuye un ápice el triunfo que ya ha obtenido.
La obra ironiza sobre el Don Juan, pero su propósito es pensar acerca del sentido de la vida, con escepticismo acerca del progreso y la inteligencia. Shaw cree que los progresos de la sociedad y los logros de la educación son nulos, los hombres seguimos sin entender nada. En el tercer acto, como en la obra de Tirso de Molina, Don Juan está en el infierno, pero allí está estupendamente y no piensa salir, el cielo es muy aburrido y es en el infierno donde están las personas más interesantes y que han impulsado los verdaderos progresos. Todo este acto del Don Juan en el infierno es un sueño, no pretende ser realidad, pero sus observaciones acerca de la felicidad y los caminos para el verdadero progreso, representan el pensamiento del autor.
La obra es muy extensa, dura dos horas cuarenta minutos, tiene cuatro actos que se presentan con un intermedio. Cada actor da rasgos muy definidos a sus personajes y su forma de expresarse tiene una grandilocuencia que hoy ya no se usa. El director Simon Godwin desarrolla un estilo apropiado para una obra de principios del siglo pasado y afronta el problema de dar equilibrio a los actos que suceden en la tierra con el sueño que nos traslada al infierno.
Para el público de Santiago, la posibilidad de ver puestas en escena del National Theatre de Londres es una gran oportunidad. Los estilos varían según las obras y las intenciones de los directores. Ésta es una obra estrenada a comienzos del siglo pasado y en esta reposición se respeta el texto y la intención de Bernard Shaw. Permite ver la excelente actuación de Ralph Fiennes, que interpreta a John Tanner y a Don Juan en el infierno. En cada etapa de su personaje muestra rasgos muy diferentes: enérgico y de fuerte carácter cuando es el escritor que intenta cambiar la sociedad, irónico cuando está en el infierno, y gracioso, cuando ya claudica ante los requerimientos de Ann y hace un último discurso libertario, para salvar su dignidad.
Tenemos la ilusión de entrar a la sala del Lyttelton Theatre, vemos la obra en proyección que se hace con modernas técnicas de cine o televisión, es una excelente oportunidad de acercarnos al teatro londinense, pero, claro, no podemos sentir la incomparable experiencia teatral de estar frente a los actores reales.
Es una gran producción que trabaja con recursos impensables en nuestro teatro, mayormente dependiente de las sumas que se pueden obtener del Fondart. El National Theatre de Londres tiene tres salas, el valor de las entradas parte en 15 libras, tiene un promedio de 34 y las más caras llegan a 55 (cada Libra Esterlina equivale a cerca de mil pesos; Inglaterra no está integrada a la Eurozona). Las entradas se venden con semanas de anticipación y cada cierto tiempo se anuncia la venta por algunas horas de entradas a precios rebajados, las funciones se agotan. El Lyttelton Theatre tiene un escenario giratorio que permite intercambiar tres amplias escenografías. Sobre la parte que gira hay un espacio para proyecciones cuyas imágenes crean luminosidades o climas que apoyan las escenas. Su presupuesto le permite conseguir la participación de actores de gran trayectoria.
El programa National Theatre Live se transmite hacia muchos países del mundo, pero también es una forma de permitir el acceso al público inglés que no está en Londres o al público londinense que no puede pagar esos precios.
Lo que vemos en este programa de proyecciones pertenece a una realidad cultural y económica muy distinta a la nuestra. Hay también un teatro de experimentación y búsqueda que trabaja con menos recursos y que vive una vida azarosa, pero los niveles de exigencia en ambos tipos de teatro, son muy altos y el sentido de búsqueda parte de una seria y mantenida investigación sobre lo teatral, sobre la sociedad y sobre el sentido de vivir.El Guillatún