Nicole Senerman, audiovisualista e integrante de la compañía Teatro de Chile, debuta en la dirección con una obra multimedia sobre el éxito y la identidad.
La sala Ana González en la Estación Mapocho se ha convertido en una piscina. Pero no cualquiera. Pintada hasta la mitad de ese color azulado, la sala es llenada con elementos biográficos de las actrices, como las medallas de Fernanda Urrejola en sus tiempos de seleccionada de nado sincronizado, o el atril y la tela de Natalia Grez, donde pinta a un excitado extraño que se proyecta desde Chatroulette, un sitio web basado en la videoconferencia que permite iniciar conversaciones aleatoriamente.
El debut como directora de Nicole Senerman se llama Yo, una obra que trata de dos actrices que trabajan en el montaje de una obra, pero una de ellas (Natalia) pierde la memoria —y por lo tanto su identidad—, siendo forzada por su compañera (Fernanda) a recordar quién era y en qué consistía la obra que había estado escribiendo. Y que habla sobre el éxito y cómo nos enfrentamos a él, de lo que somos, de cómo nos vemos y cómo nos ven con lo que se sabe de nosotros.
El trabajo de mesa que da origen a esta puesta y el protagonismo de los recursos audiovisuales, resumen el trabajo de Nicole Senerman, audiovisualista que se integró a la compañía Teatro de Chile con Cristo (2007), pasó a la actuación en la obra del mismo grupo, Ernesto (2010), y luego saltó a El año en que nací (2012), reconocido biodrama dirigido por la argentina Lola Arias.
—¿Por qué elegiste el éxito como el tema para desarrollar tu primera obra teatral?
—Desde que entré al teatro, me he rodeado de personas que les va muy bien y he estado en lugares reconocidos, digamos tanto intelectualmente como en términos de público, lo que me hizo preguntarme cuán a la nota estoy con eso. Apareció entonces la pregunta sobre qué es el éxito, ¿ser reconocido? ¿sentirte feliz? ¿radica en el otro o en uno? Y es complejo en el arte, porque si eres doctor sanas o matas, o si eres arquitecto se cae o no el puente. En la obra están Fernanda y Natalia, que son de la misma generación y ambas estudiaron teatro, pero una supone ser más exitosa que la otra, si las evalúas de lo externo. Sin embargo la cima es solitaria. Cuando los escaladores llegan a la cima no necesitan la aprobación de otros, es un éxito propio.
—La elección de las actrices no es casual, lo que produce un diálogo con los lugares que ocupan ellas fuera del escenario.
—Una supone que una es actriz de teatro y la otra de televisión. ¿A quién le conviene más hacer una obra de teatro? A Fernanda, porque le da credibilidad. Natalia no va a trabajar en la tele porque hizo una obra de teatro, simplemente porque no representa lo que necesita ser representado en cámara. Uno presupone entonces que Fernanda es exitosa, y lo es, pero comparado con qué. Por eso la obra baraja esos lugares, cuestiona la idea de correr una carrera y no ser compañeros, tiene el rollo del fracaso, porque a una se le olvidó quién era, pero la van a hacer igual.
—El tema del éxito empuja a la obra hacia la pregunta por esa dualidad que construye la identidad y que lo representa muy bien un texto en la obra: «Hay una diferencia entre la que salta del trampolín y la que entra al agua». Es decir, lo que uno supone que es y lo que los otros creen.
—Exactamente. Voy a poner un ejemplo súper sencillo. El otro día veía en la tele a Ana Gabriel y ella contaba que la gente en la calle se acercaba a Ana Gabriel cantante, entonces ella tiene que responder así, pero en realidad no saben quién es ella y por eso debe sostener a ese personaje que no es ella pero si es parte de su yo.
—Los diferentes niveles del yo en la obra se disparan hacia todos lados. Está el chico del Chatroulette que cuando ve la sala de teatro desaparece y el público que en un momento es enfocado, proyectado y analizado por las actrices en la pantalla, lo que obliga al espectador a verse y preguntarse por su propia identidad.
—Ese ejercicio viene de una idea simple y que tiene que ver con que en el teatro ves a otros y estás en una comodidad resguardada. Es mas fácil mirar a otro que mirarse a sí mismo. Es más fácil sacarle la foto al resto, que a uno mismo. La Bachelet no es ella cuando habla como presidenta sino la representante de una suma de voluntades que hay detrás. Los papás también son amantes, jefes, trabajadores. Los roles no son fijos.
—Finalmente la proyección del contenido de los cajones de personas anónimas habla de una proyección de la identidad en cosas que, digamos, son importantes para cada uno.
—Eso es lo que somos. ¿Por qué guardamos cosas con tanto recelo y por qué las mostramos con ciertas personas? Hay una decisión. Estamos constantemente evaluándonos, comparándonos. Nos comparamos con nuestros iguales, familiar, laboral y económicamente. La obra invita a darse cuenta de eso y propone preguntarse en qué nos hemos convertido, si realmente nos acercamos a lo que soñamos ser.
—Los elementos audiovisuales muy en sintonía con la obra. ¿Crees que en general se ocupan bien en el teatro chileno?
—He visto hartas cosas interesantes. Muchas veces es usada en reemplazo de una escenografía, pero para que funcione la multimedia, el recurso audiovisual debe ser parte de la estructura de la obra, no sirve como un relleno. Si a Yo le quitas el Chatroulette, no hay obra, porque no es decorativo. Lo mismo pasaría si no estuvieran las fotos de los cajones o la pintura que hace Natalia, habría una reflexión que quedaría afuera. El recurso audiovisual es un actor más y en esta obra, el tercer actor viene de internet.
—Yo no tiene una estructura lineal. ¿Eso está dado por la temática o por una manera de hacer teatro?
—Esta obra no es conclusiva, no cierra preguntas, las abre. A mí me interesa el teatro que no viene digerido. El yo no tiene una estructura, un día soy una persona y al otro soy otra, entonces no puedo hacer una obra lineal. Pero ¿cómo hacer una obra sin estructura?, así llegamos a las escenas como cuadros y al tema de la memoria. Estudiando el cerebro con un neurólogo, entendimos que la memoria no está alojada en un espacio, para convertirse en experiencia tiene que pasar por el hipocampo, entonces no tienes dónde ir a buscar un recuerdo. Aparece, se activa, por eso somos el resultado de lo que hemos sido siempre.El Guillatún
Dirección: Nicole Senerman / Dramaturgia Colectiva / Elenco: Natalia Grez y Fernanda Urrejola / Asistente de dirección: Javiera Hernández / Asistente de dirección y Entrenamiento actoral: Javiera Osorio Ghigliotto / Diseño e iluminación: Antonia Peon-Veiga / Producción: Viviana Hernández / Vestuario: Sylvia Portugues / Montaje audiovisual: Macarena Costa / Diseño gráfico: Javier Panella.
Temporada: del 17 de abril al 18 de mayo. De jueves a domingo a las 20:30 hrs.
Adhesión: $3.000 adultos, $2.000 estudiantes y tercera edad.