Para finalizar el mes de septiembre, fue la big band el formato que una vez más ocupó el escenario de Thelonious Lugar de Jazz. Por las dificultades económicas que el funcionamiento de una big band implica, siempre es recomendable aprovechar de ver un espectáculo de este tipo, y es por ello que —entre otras razones— hace algunos meses revisábamos la actuación de una agrupación profesional llamada «Conchalí Big Band Histórica». Esta vez fue el turno de un conjunto estudiantil que funciona al alero de una de las academias mejor posicionadas en el ambiente de la música popular nacional. Se trata de la big band del Instituto Profesional Projazz dirigida por el maestro norteamericano Carl Hammond, la cual se presentó el pasado martes 30 de septiembre en el conocido local de Bellavista.
Lo primero que se hace evidente al presenciar «Projazz Big Band» es que con casi veinte músicos tocando a la vez es ésta una agrupación de grandes proporciones. Digo a la vez pues, al ser una banda estudiantil a veces se permite la rotación de algunos músicos para dar cabida a todos, especialmente en puestos como el de la batería. Lo segundo que se percibe cuando la big band toca es el entusiasmo de sus integrantes. Es difícil saber si éste es un reflejo de la juventud de los estudiantes, de la personalidad abierta y extrovertida de Hammond, o si proviene de una mezcla de ambos. En términos interpretativos, si bien el conjunto se presentó con algunas debilidades propias del hecho de estar compuesta por estudiantes, éste se mostró con un swing bastante sólido… cuando se requería.
Una de las características del concierto fue que hubo espacio para otros ritmos distintos del swing tradicional. Así, el repertorio varió desde temas clásicos como Just One of Those Things de Cole Porter, pasando por otros más modernos pero igual de clásicos como Spain de Chick Corea (quien nos visitara hace poco más de un mes), y llegando a otros bastante más alejados del jazz como I Shot the Sheriff de Bob Marley. Pero aparte de los clásicos del swing, la fusión eléctrica y el reggae, hubo sorpresas del siglo XXI. Éstas consistieron en dos temas compuestos y un arreglo escrito por integrantes de la big band: los autores fueron Ariel Jara, Jaime Brown y Juan Olivarría, quienes se enfrentaron además a la no menor tarea de dirigir sus propios trabajos. Si de variedad estilística se trata, cabe mencionar que el tema de uno de estos destacó por ser un ska. De este modo Carl Hammond abre la puerta para que la big band, en cuanto a formato, se actualice y llegue a un público más joven. Dicha actualización nos remite en cierta medida a la música de Darcy James Argue y su «Secret Society», quien hace un trabajo espléndido recogiendo y adaptando elementos del rock y otras músicas a este maravilloso formato instrumental.
«Projazz Big Band» exhibe también un buen número de músicos dispuestos a tomar solos. Estos cubrieron una gran parte de la paleta timbrística del conjunto, yendo desde la batería hasta las trompetas. Se sumaron además tres cantantes con el valor de enfrentarse a un conjunto que por sus dimensiones puede ser a ratos ensordecedor. Ellas fueron Magdalena Mendoza, Javiera Vinot y Francisca Ramírez, interpretando las canciones The Lady’s a Tramp (Rodgers y Hart), Route 66 (Bobby Troup) y la ya mencionada Just One of Those Things (Cole Porter) respectivamente. Para finalizar el concierto, cantaron a trío una versión de Satin Doll (con letra de Johny Mercer y música de Ellington y Strayhorn), la cual destacó por una buena sonoridad en la mezcla de las voces y una excelente afinación.
El conjunto musical de Projazz se muestra como una agrupación tolerante al abrirse a influencias que no son necesariamente el swing tradicional. También hace gala de la creatividad de sus músicos al permitirles estrenar obras propias. Así, esta big band no sólo se convierte en un campo de entrenamiento para sus intérpretes, sino que en un aporte a la producción musical nacional. Carl Hammond y el Instituto Profesional Projazz se involucran entonces con su medio de manera activa, nutriendo un espacio con miras hacia el futuro del jazz chileno. Quizás por ello no es de extrañar que «Projazz Big Band» haya tenido el mismo fundador que «Conchalí Big Band»: el cornista y educador Gerhard Mornhinweg. Esperemos que conjuntos como éste se vayan multiplicando en el país, aumentando y diversificando aún más las posibilidades creativas de nuestros intérpretes y compositores de jazz.El Guillatún