Con frecuencia la posibilidad de estudiar música es una alternativa atractiva y enriquecedora, sobre todo porque permite vivir, a través de la profesión, haciendo lo que la persona más disfruta y porque permite expresarse de la mejor manera posible a través del arte. Simultáneamente, involucra una serie de interrogantes que superan al número de certezas que el futuro estudiante tiene sobre la actividad. Más aún, las estadísticas existentes sobre el campo laboral relacionado a la música son relativamente nuevas, y las que existen están basadas muchas veces en respuestas voluntarias, sin incluir con certeza la totalidad de egresados de nuestras escuelas de música. Sin lugar a dudas, hay grandes nombres de músicos chilenos que destacan nacional e internacionalmente, pero el postulante debe tener una mayor claridad sobre el camino que está eligiendo en un mundo cada vez más rápido, globalizado, y donde la enseñanza musical tiende a quedarse atrás por algunos aspectos que explicaré a continuación.
En primer lugar, el estudiar música puede ser definido a través de tres aspectos fundamentales, que son la vocación, el oficio, y la profesión en sí misma. En segundo lugar, el estudio de la música misma incluye elementos claves como la disciplina, fracasos, renuncia, competencia, y creatividad.
Estudiar música es una vocación porque la actividad musical define en gran medida la personalidad del individuo, ya que es más que un horario de trabajo de 9 a 5 de la tarde. Esta actividad involucra varias horas de práctica o creación durante el fin de semana, y fuera de lo que podríamos definir el horario laboral. Por otro lado, la posibilidad de estudiar música vuelve difusos los límites entre trabajo y hobbie, ya que la música pasa a ser al mismo tiempo la actividad profesional y de esparcimiento debido a las características de la disciplina en sí misma. Al mismo tiempo, es una actividad de permanente actualización, similar a una labor científica, donde el músico, en caso de ser intérprete debe ejercer un perfeccionamiento constante; y si es compositor, debe estar atento a nuevas generaciones, nuevas vanguardias, y nuevos lenguajes.
Es oficio, porque la música es una actividad que combina factores de artesanía y elementos intelectuales. En este sentido, en el caso de los instrumentistas, es una actividad que requiere horas diarias de práctica con el fin de solventar la técnica y de mejorar debilidades, similar a lo que un tenista puede realizar. En el caso de un compositor, el oficio o la práctica permite que se perfeccione el proceso creativo, desarrollando estilos, gustos y herramientas preferidas que permitan llevar la idea que se tiene en la cabeza al papel. Por la misma razón, es un oficio en el sentido de que la labor no empieza una vez que el músico recibe su título universitario; al contrario, lo que podríamos denominar como carrera comienza desde muy joven a través de pequeños conciertos, concursos, seminarios, clases magistrales, etc., eventos donde el joven músico comienza a desarrollar su lenguaje, su incipiente estética, y donde empieza a examinar si la música es su verdadera opción profesional o no lo es.
Es profesión porque finalmente la música al ser elegida como carrera universitaria terminará siendo la forma en la que el individuo se gane la vida, con las correspondientes ventajas y desventajas que esto significa. La música desde que hizo su ingreso a la universidad como disciplina de estudio, ha desarrollado una gran especialización dentro de sus áreas, por lo que la persona debe elegir si ser intérprete, compositor, o teórico. En este sentido la necesidad de la profesionalización de la disciplina hace que el músico deba especializarse constantemente en su área, muchas veces en detrimento de la otra, lo que para algunos implica un pérdida de perspectivas creativas al verse obligados a elegir una opción. Sin embargo, al mismo tiempo esto nos recuerda que la música es profesión, lo que determina que haya costos al ser realizada como actividad de subsistencia y no sólo como actividad de desarrollo personal, dónde en muchas ocasiones el músico debe hacer concesiones a nivel económico o incluso artístico en elección de programas, repertorio, o forma de proceder.
Una vez que se analizan las tres facetas de la actividad musical, conviene preguntarse si es posible tomar esta opción como profesional. Por esta razón, la elección pasa por algo más profundo de si la música gusta o no. Las preguntas que deben ser respondidas tienen relación con disciplina, fracasos, costos, competencia, y creatividad.
Como se describió anteriormente, la música al ser vocación, implica que va más allá de una jornada normal de trabajo. En este sentido, se debe practicar y estudiar, no sólo cuando se quiere, sino que cuando es más difícil hacerlo. En otras palabras, implica la creación de una rutina de práctica o escritura que permita un progreso sistemático. Por otro lado, implica que si es una vocación, ésta se extienda durante las vacaciones, fines de semana, y después de las horas de trabajo, pese a que la retribución económica es en muchas ocasiones menor comparada a otras profesiones.
La música es una actividad determinada por fallas y fracasos, ya que estos enseñan cómo resolver determinados problemas y cómo detectar debilidades en técnica y elementos relacionados a la interpretación y la creación. En este sentido, el individuo debe estar preparado para una constante de críticas constructivas en la búsqueda de perfeccionar estos aspectos; una crítica constante, semana a semana donde será habitual encontrar elementos que pueden ser mejorados. De esta manera, es conveniente dejar el orgullo de lado y practicar la humildad. Con frecuencia sucede que personas destacadas en sus respectivas ciudades, o los mejores de éstas, al instalarse en centro de mayor desarrollo musical pasan a ser uno más del grupo, o incluso los más débiles, teniendo que lidiar con este aparente retroceso que no es tal, pero que sí incide en la autoestima de manera profunda. Por otro lado, la música se juega en un momento; horas de práctica, de escritura son mostradas en un solo evento, lo que a veces, producto del nerviosismo, no cumplen las expectativas, haciendo que el resultado no sea el esperado. No obstante, la experiencia nutre al individuo con el fin de que la siguiente ocasión sea de menor complejidad ante los estímulos externos que dificultan la interpretación de la obra.
Los costos son los aspectos supuestamente negativos de la actividad musical y fuertemente relacionados a los puntos anteriores. Por un lado, largas jornadas de práctica que se complementan a las horas de enseñanza que la gran mayoría de los músicos realizan. Por otro, estudiar música implica altos costos económicos en inversión a través de la compra de instrumentos de buena calidad, equipos de grabación y otros elementos que no guardan relación directa con el retorno económico inmediato de la profesión. Por último, la forma de cómo la música se inserta en un sistema económico que calcula ingresos de acuerdo a la productividad del individuo, hace que la incertidumbre laboral esté siempre presente.
La competencia está determinada por la gran cantidad de personas estudiando música, queriendo vivir de ella, en un mundo en el cual no hay espacio para tantos. Más aún, la dificultad aumenta por el hecho de que el gran avance tecnológico y la forma de gestionar las actividades musicales en nuestro país y en el extranjero aún no permean las mallas curriculares, con excepción de lo que está intentando realizar Mannes College of Music y quizás otras pocas instituciones. Antiguamente los concursos eran la forma de darse a conocer con el fin de vivir de conciertos en el caso de los intérpretes o de encargos en el caso de los compositores. Sin embargo, la gran cantidad de estos eventos y la gran cantidad de postulantes, hace difícil que uno solo sea el salto a la fama. Más aún, está lleno de músicos que emergen un año, y caen al siguiente. Por lo tanto, más importantes aún son las tendencias, en comparación a logros esporádicos; en otras palabras, que cada temporada sea más fructífera que la anterior en términos artísticos y económicos.
Finalmente, todo esto está determinado por el hecho de que una serie de herramientas de gestión en la producción y búsqueda de financiamiento no están siendo entregadas en las universidades. Cómo realizar una buena grabación de video, de audio; cómo realizar un buen proyecto, cómo postular adecuadamente a fondos concursables, son elementos que se aprenden en la marcha y que en muchas ocasiones están determinados por el bagaje personal del individuo previo a su formación musical universitaria. En este sentido, una buena capacidad de redacción, una buena compresión de lectura, y un manejo de idiomas extranjeros son vitales, como lo son en cualquier otra profesión. Pero sin lugar a dudas, en un mundo más profesional, globalizado y competitivo en la música se pueden transformar en elementos claves. Por esta razón, la creatividad es necesaria no sólo a nivel artístico sino que también es vital en el diseño de todas las instancias mencionadas anteriormente que complementan la labor creativa del músico, y que son las que permiten mostrar su obra.
Estudiar música y vivir de ella, con sus ventajas y desventajas, es una opción real, enriquecedora y realmente privilegiada debido a que los límites entre el deber y lo que realmente enriquece son difusos. Básicamente, y en palabras simples, se puede vivir haciendo lo que a uno más le gusta. Sin embargo, la exigencia, los costos, y la incertidumbre son elementos que acompañan a esta opción desde el principio hasta el final. Lo importante es tener claridad desde el principio con el fin de poder cargar con estos elementos para poder enfrentarlos con conocimiento y preparación. Al mismo tiempo, tan importante como la formación es tener presente lo rápido que la industria musical ha cambiado. Realizar conciertos, componer por encargo, o esperar la llamada de un teatro son elementos importantes, pero además existen una serie de aspectos que el músico de hoy debe dominar: cómo construir un proyecto, cómo manejar elementos tecnológicos y de grabación, entre otros, cómo auto-gestionarse, etc. En otras palabras, desarrollar una versatilidad que permita un desenvolvimiento mayor dentro del medio musical.
¿Se es feliz siendo músico? Totalmente. La invitación está hecha, en un intento de describir y clarificar la posible incertidumbre.El Guillatún