El viernes 14 de marzo comenzó la temporada oficial de la Orquesta Sinfónica de Chile junto al director ucraniano Leonid Grin quien a la vez inaugura su primera temporada como titular del conjunto. Por lo mismo, una apertura con nuevo director es un primer hito que satisface de a poco la curiosidad del público habitual de la OSCh, que espera vivir y evaluar música y programas inauditos. Nueva cara, nueva mano. Además, una apertura tiene algo refrescante en medio del tiempo circular de cada año. Después de un mes sin música, un concierto sabe a bienvenida.
Respecto de otras novedades, esta primera oportunidad se mantuvo cerca de los esquemas tradicionales, enfocada más bien a la realización de un concierto entretenido y redondo. La primera pieza fue la obertura de Caballería ligera, de Franz von Suppé, que se solapa como introducción a distintos niveles: de la pieza, del concierto, de la temporada. Una música que engancha pues no es difícil de seguir y participa del repertorio de melodías anónimas y conocidas de la cultura de masas. Que sirva como paréntesis el video al final de este artículo.
Un comienzo amigable, de multiplex, que insiste a través de varios medios en instalar el tema del «inicio». Aunque suene a crítica barata, vale la consideración de esta pieza como reflejo de una situación real en torno a la música clásica y es que de ella conocemos sólo las melodías típicas. ¿Se reconoce música del resto de la obertura que no sea la melodía principal? Ni siquiera porque sea una pieza crucial —de hecho, no lo es— sino por el simple ejercicio de ampliar el dominio de las referencias musicales. Escuchar esta pieza podría tomarse como diagnóstico y carta de presentación de lo que persigue el director en los programas que se avecinan. No dejar de escuchar lo conocido, pero también hacerse el tiempo de considerar a lo que hemos olvidado o a lo que no hemos puesto atención.
Caballería ligera despertó el entusiasmo del público que aplaudió contento a la orquesta. Ahora los músicos de pie para preparar el escenario a lo que sería la interpretación del Concierto para piano N°2 en Sol menor Op.16 de Sergei Prokofiev. El solista Alexander Markovich demostró con mucha naturalidad un discurso pianístico que desborda en extremos hacia lo brutal y lo delicado, jugando con el espacio emocional que se produce entre ambos. Su interpretación está muy alerta de la dirección, sensible a los ánimos que ésta desarrolla con la orquesta para aliarse a ella, responderle o provocarla. Si logra a ratos un carácter improvisatorio es porque consigue atravesar los requerimientos técnicos hacia una integración intuitiva de la parte del piano, posibilidad que está al fondo de la composición y que revela el gran genio de Prokofiev. Su escritura es precisa y al mismo tiempo abierta, elástica. Lo realizado con Prokofiev cerró con una gran ovación.
El segundo bloque estaba reservado para la Sinfonía N°5 en Mi menor Op.64 de Piotr Ilyich Tchaikovsky. Por ser una pieza que no es nueva en el archivo musical de la OSCh, se podría pensar que esta versión quizás responde al interés del director no sólo de armar un programa que atraiga a la gente al teatro (esta sinfonía y Tchaikovsky son populares) sino de establecer parámetros de comparación con versiones anteriores. Esto último corresponde a las expectativas sobre la mano de Leonid Grin. Hay un intento por relucir la calidad del trabajo en la transparencia de la obra para darle personalidad a los elementos de contraste que hay en ella. Se dice que la sinfonía aborda el problema sobre el peso del destino en un sentido personal y en este caso fue muy clara la tensión entre esa fuerza hasta metafísica y las aflicciones más mundanas. A los momentos solistas como el del clarinete en el primer movimiento y el del corno en el segundo se les dio mucho énfasis pues de ellos se encumbra un desarrollo orquestal que despega la intimidad de esas ideas hacia una participación total de las posibilidades musicales en ella. La audición fue nítida gracias a una clara preocupación por los balances de sonido para producir esos efectos y realzar ideas. El agradecimiento del público fue total y se dio a entender que se espera con ansias otro concierto de la OSCh con su nuevo director.El Guillatún
Este viernes 21 y sábado 22 a las 19:40 en el Teatro de la Universidad de Chile (salida de la Estación Baquedano) se estrenará la Sinfonía sacra de Andrzej Panufnik, además de la interpretación de Scherzo capriccioso de Antonin Dvorak y Sinfonía N°5 en Si bemol de Alexander Glazunov en un concierto llamado «Compositores del Este».