[Existe] una potencia vital que desborda todos los ámbitos y los atraviesa. Esa potencia es el Ritmo, más profundo que la visión, la audición, etcétera. […] Lo último es pues la relación del ritmo con la sensación, que pone en cada sensación los niveles y los ámbitos por los que pasa. Y ese ritmo recorre un cuadro de igual modo que recorre una música. Sístole–diástole: el mundo que me toma a mí mismo cerrándose sobre mí, el yo que se abre al mundo, y lo abre él mismo.
—G. Deleuze, Francis Bacon: lógica de la sensación (1981)
PRESENTANDO A PEDRO FERNÁNDEZ
Desde muy pequeño se sintió atraído por el «baile español». Su tía bailaba con «Los Gitanillos» y lo llevó a ver una presentación en el Estadio Español de Santiago. Desde entonces, el niño le pidió a su madre que lo inscribiera en una academia de baile… y así lo hizo. A los 4 años ingresó a la Academia de Manuel Gitano, comenzando un largo camino en la danza.
Pedro Fernández proviene de una familia muy tradicional de pensamiento. En el colegio se acostumbró a conjugar estudios y danza. Salió con promedio 6,9 de Enseñanza Media, y obtuvo la beca Presidente de la República para estudiar la carrera que eligió, Ingeniería Industrial en la USACH, conocimientos que posteriormente aplicó a la administración de su Academia.
En el año 1999 fundó la «Academia Embrujo», y el 2000 formó la «Compañía Embrujo» con la que se ha presentado en Chile y el extranjero. Premiado el año 2009 como mejor bailarín por la Asociación de Periodistas de Espectáculos de Chile APES y el 2014 Premio Altazor como mejor bailarín. Hoy baila y vive en España con su esposa e hijo. Ésta es parte de su historia, pasión y recorrido a través de algunas preguntas.
—¿Comienzo?
—El flamenco me «embrujó» definitivamente. Me sentí así desde muy pequeño, «embrujado» por su fuerza, pasión e intensidad. El flamenco es «todo o nada». Además es bastante trágico en general, porque relata la vida misma, las penurias, persecuciones de gitanos y del pueblo andaluz; la muerte, la soledad. También tiene palos de fiesta, pero lo caracterizan el lamento, el sufrimiento y me atrae bastante, pues soy un poco trágico para mis emociones y montajes.
—Mi primer escuela fue la de Manuel Gitano, en ella aprendí clásico, español y escuela bolera. Con la mujer de Manuel, Silvia Pacheco, aprendí Técnica Académica; ella estuvo con los Pericet, por lo que ese es el estilo que yo manejo en escuela bolera. Con ellos estudié doce años.
—Alrededor de los 16 años, comenzó mi interés por el flamenco. Estuve en varias academias y luego conocí a José Luis Sobarzo, mi primer maestro de flamenco quien me entregó la base e incentivó a estudiar técnica académica en la Escuela del Teatro Municipal de Santiago de Chile. Mi formación siempre incluyó técnica académica, además de otros estilos de danza como técnica moderna y jazz dance. Pero mi formación en flamenco se tornó mucho más madura cuando comencé a estudiar en España (2002). Cristóbal Reyes fue mi maestro principal en estas tierras. El trabajó muy fuertemente conmigo en el estilo, porque la técnica es fácilmente aprendible, pero «verse flamenco» es más difícil. Otros maestros y grandes exponentes, dentro de los que puedo mencionar están Merche Esmeralda y Miguel Cañas.
—Mi premisa es siempre continuar estudiando, de hecho me he mantenido actualizado en clásico español y bolera. Los últimos cursos que tomé fueron con Antonio Najarro, Aída Gómez, Lupe Gómez. Actualmente tomo Danza Española Estilizada con Gala Vivanco.
—En la primera etapa, mi baile se centró mucho en la técnica, pues soy un perfeccionista y me gusta mucho la estética, la limpieza de movimientos. Siempre busqué ir más allá del flamenco porque sentía la necesidad de expresar más con todo mi cuerpo, y el flamenco puro me limitaba mucho, por eso estudié y me mantengo estudiando cuanta técnica de danza existe.
—Con los años y la experiencia, mi baile se ha centrado más en la interpretación, sin dejar a un lado la técnica. Supongo que esto nos debe ocurrir a todos los bailarines y no tiene otro nombre que «madurez» o «experiencia de vida». Uno va dejando atrás muchos paradigmas, en el flamenco hay varios, y se va enfocando en lo que uno quiere expresar más que en qué va a opinar de ti la gente.
—Una artista amiga mía me dijo hace muy poco que notaba que mi baile era más libre ahora, por lo que creo que se debe notar este cambio. Esto me tiene muy contento pues me siento realmente cómodo bailando actualmente, me siento libre, me siento yo, honesto con lo que quiero expresar, que tengo una identidad propia e irrepetible.
—¿Flamenco chileno?
—Sí y no.
—Sí, porque hay mucha gente trabajando en el Flamenco a nivel de danza, cante y música, bastantes buenos artistas; pero digo no, porque siento que falta identidad, por lo que podríamos decir que existe flamenco en Chile, pero no flamenco chileno. Creo que en Chile aún no se llega al nivel de crear un estilo propio. Siempre se está copiando mucho la raíz y se trata de seguir al pie de la letra, porque si no, «no es flamenco». Falta atreverse. No se trata de hacer cosas tan evidentes como mezclar la cueca con las bulerias, me refiero a buscar identidad propia, a perderle el miedo a la estructura, a ir más allá de lo tradicional.
—¿Qué distingue tu danza de otros?
—No quiero sonar soberbio, pero nunca he tratado de copiar a nadie. Mi baile es muy distinto a lo que se ve por estos lados (España). Lo de seguir un modelo en el flamenco se usa mucho, sobre todo en los flamencos de fuera de España, lo que es bastante comprensible. Pero yo siempre he ido un poco contra la corriente, y no ha sido por querer ser distinto, sino porque me ha nacido. Mientras todos se vuelan por sacar miles de patás, yo me vuelo sacando distintos tipos de giros, marcajes, no sé, otro tipo de búsqueda. Aún recuerdo cuando comencé hace muchos muchos años a mezclar letras de Violeta Parra en mis coreografías, mezclé tango argentino y mucha gente me criticó. Ahora es bien normal usar mezclas.
—He asumido que tengo otro aire, un aire latino, o por lo menos ese cuento me he creído, y por lo tanto nunca seré igual a los flamencos españoles. Por otro lado, creo que de cierta forma mi baile vuelve a retomar el espíritu de los antiguos, como Gades por ejemplo, que bailaban con tranquilidad. Hoy parece que el virtuosismo lo es todo y cada uno quiere correr más que el otro haciendo que el baile parezca acrobacia más que danza. Mi baile hoy es más maduro y no quiere sorprender con la velocidad o con miles de pasos, quiero comunicar, llegar al espectador, que las personas sientan y se emocionen con mi trabajo.
—A nivel internacional, ¿quiénes llaman tu atención como bailarines, maestros o espectáculos?
—Como bailarín me gusta Israel Galván, porque siento que está en una búsqueda constante, su estilo es muy personal; además de ser un virtuoso, es un hombre tremendamente creativo.
—Como espectáculo me gusta María Pagés, porque cuida cada detalle de la puesta en escena, la iluminación, el vestuario, cada uno de los músicos, todo, y siempre se está reinventando. Sus espectáculos son perfectos.
—Como maestra me encanta, y por ello tomo clases con ella, Gala Vivanco. Fue primera bailarina y solista del Ballet Nacional de España. Sus cursos son de danza española estilizada, impartidos en el Centro Amor de Dios de Madrid. Sus clases son magistrales, de un nivel muy alto, difíciles para bailarines profesionales de conservatorio y de trayectoria, pero todos toman con ella, porque es una fuente inagotable de conocimiento. Los ejercicios de giros, taconeos, marcajes, piruetas sumados a las castañuelas son complicadísimos, pero bellos. Ella hace trabajar intensamente cada parte del cuerpo y también la cabeza, siendo imposible estar un segundo desconcentrado en su clase.
—Cuando uno conoce a una persona tan buena dando clase, lo primero que quiere es presentársela a todo el mundo, por lo que este año la llevaré a Chile en el mes de octubre, y me encantaría que se interesaran también por sus cursos bailarines de otras disciplinas para que conozcan este estilo y todo lo hermoso que se puede crear con las herramientas que ella entrega.
—Tú formas bailarines; ¿qué es lo que más te interesa rescatar de ellos?
—Muchas de las personas que comienzan en el flamenco lo hacen por hobby, y yo les inculco el amor por la disciplina y rigurosidad aunque no se vayan a dedicar profesionalmente. Siempre los oriento a exigirse al máximo, les enseño el respeto y amor por el escenario. Esta forma de enseñar ha motivado a mucha gente a dedicarse en forma profesional y a hacer del flamenco una forma de vida. Eso me llena de orgullo, así como ver que alumnos formados en Embrujo están bailando hoy en España, y que grupos de alumnos que se han formado bajo nuestra enseñanza, hoy se independizan buscando un nuevo concepto.
—Para mí la disciplina comienza en un detalle tan importante como la vestimenta para la clase. Les enseño a venir ordenadas, con su peinado, falda, en fin, que se metan en el «personaje» de flamencas para tomar la clase. Luego les enseño desde el comienzo estilo, aunque sus movimientos sean muy básicos, pero deben verse «flamencos». Le doy mucha importancia a la interpretación, que sin ella, el flamenco no es nada. Luego soy muy técnico. He desarrollado una metodología, pues hago clases desde muy pequeño y tengo estructuradísima la forma de enseñanza. En el flamenco no hay nada escrito, por ello nosotros hemos tenido que «desmenuzarlo» muy bien para poder enseñar y ser efectivos en el proceso de aprendizaje. Además, nos apoyamos mucho en técnica académica para conseguir una postura adecuada en el baile y movimientos armónicos.
—Recientemente has obtenido el Premio Altazor a mejor intérprete en danza; ¿qué significa para ti?
—Significa que mi trabajo ha llegado a los profesionales de la danza, que he sabido darlo a conocer y que además he sido capaz de provocar emociones a través de él, por lo que me otorga mucha seguridad y retroalimenta para seguir adelante.
—Me siento orgulloso, porque mi trabajo ha destacado a pesar de pertenecer a una disciplina que algunas veces se ha mirado como que no es danza, que es simple, en fin, un sinfín de prejuicios.
—Por otro lado, este premio es de mucha ayuda para la carrera internacional que estoy desarrollando, pues es como una «carta de presentación» en lugares donde nunca han escuchado hablar de mí. La gente valora mucho el haber sido reconocido por los pares y bueno, no es menor…
—El camino fuera de Chile es muy difícil, sobre todo considerando que me he ido a radicar a la «cuna del flamenco». Este premio ha sido sentir el apoyo de mi gente, sentirme acompañado.
—¿En qué estás ahora?
—Trabajando en el montaje de La Venganza de Don Mendo que se presentará en una temporada de los «Veranos de la Villa», Festival de Verano de Madrid en los Jardines de Sabatini. Trabajo con la coreógrafa Nuria Castejón desde que me radiqué en España.
—Además de clases y entrenamiento personal, estoy preparando el estreno de mi nuevo espectáculo Flamenco de Ida y Vuelta en Madrid. Este es un gran desafío porque la obra es como una especie de musical flamenco que va contando una historia, que es mi propia historia, basándose en los palos flamencos de «Ida y Vuelta» que son los ritmos que llegaron desde España y tuvieron influencia latinoamericana. En esta obra me acompañan un Director Artístico y Escenógrafo muy reconocidos en España, y los bailarines quienes interpretan mucho, dicen textos, en fin, es una obra multidisciplinar que nos ha hecho trabajar mucho.
—Luego de esto voy en octubre a Chile a presentar Flamenco de Ida y Vuelta en varios teatros del país.
—Mi proyecto más importante es dar a conocer mi trabajo en España y abrir nuevas plazas internacionales. Creo mucho en este nuevo espectáculo Flamenco de Ida y Vuelta y estoy concentrando todos los esfuerzos para mostrarlo por todas partes. En mayo pasado lo estrenamos en una gira por los Balcanes y fue muy bueno, una experiencia muy intensa y el espectáculo gustó mucho.
—Este es mi motor actual, todo lo demás es complementario: las clases, seminarios, trabajar en tablaos o en montajes de compañías. Mi objetivo principal es generar una Compañía Internacional estable.
—La vida en España
—En Madrid mi familia es mi mujer y mi hijo de 4 años, Pedrito, que nació acá. Mi mujer es Ingeniero en Alimentos y bailaora, formada por mí. Cuando nos vinimos definitivamente (2009), ella dejó su trabajo de Ingeniera y se ha dedicado a ser mi representante y la persona que lleva la Compañía, además de bailar. Esto ha sido fundamental para mí porque si no, definitivamente no podríamos llevar a cabo nuestros proyectos.
—Yo dedico promedio 6 horas diarias al flamenco, entre las clases que tomo, doy, entrenamiento personal, ensayos, y la verdad es que es casi siempre más que esto. El resto del tiempo lo dedico a organizar nuestros proyectos, a la familia y tareas domésticas. Como estamos solos, tenemos que tener una súper coordinación para lograr hacer las cosas.
—El fin de semana trato que sea familiar. Muchas veces no se puede completo porque ensayamos o hay que bailar, pero estamos y salimos un montón juntos. Nos encanta la vida Madrileña, a la gente le gusta juntarse al aire libre, comerse unos bocatas en el parque, conversar, mientras los niños juegan. Madrid nos ha enseñado mucho a disfrutar la vida. Hay tantas cosas que ver y sin necesidad de gastar.
—Nosotros tenemos la convicción de que este mundo se mueve por redes que uno va generando, y para nosotros, una de las mejores formas de generar lazos y abrir nuevas puertas es apoyando a otros en la medida que sea posible. Sabemos que estando en Chile es un sueño para muchos bailar o presentar su trabajo en el extranjero, o la dificultad que presenta hacer contactos e incluso organizar la visita a un festival o tomar clases. Nosotros lo sabemos muy bien porque lo vivimos en Chile, así que de cierta forma hemos sido como embajadores culturales de quienes nos han pedido colaboración. Nos encantaría en el futuro poder apoyar cada vez a más artistas chilenos de todas las disciplinas. Quisiera ser un puente para el traspaso cultural entre Chile y España, y poder hacer algo más fácil el camino para quienes quieren desarrollar su carrera fuera de Chile.
—Por otra parte, acá la vida cultural es enorme, a pesar de la crisis. No tiene comparación. Y yo tengo muchísimas alternativas para hacer cosas. A España viene gente de todo el mundo a tomar clases y esa es otra forma de conocer gente y hacer contactos. Sin ir más lejos, tengo una invitación a Ecuador para el próximo año por parte de una bailaora que vino a tomar clases y conoció mi trabajo. No sé, hay miles de alternativas.El Guillatún