Valparaíso por estos días se ha llenado de danza, lo que es una muy buena noticia en especial para quienes desarrollan esta disciplina artística fuera de Santiago, y por lo tanto y lamentablemente, por fuera de las principales redes de asignación de recursos y reconocimientos.
Recientemente terminó el Festival Danza al Borde (27 octubre) y este 18 de noviembre se dio comienzo a Movimiento Sur, proyecto de academia en América Latina impulsado por Siemens Stiftung, quienes también son responsables del proyecto Panorama Sur en Buenos Aires, programa orientado hacia el teatro y dramaturgia. Esta segunda versión de Movimiento Sur continúa con la colaboración del Parque Cultural de Valparaíso, Goethe-Institut de Santiago y Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, sumándose este año la colaboración de Escenalborde Artes Escénicas Contemporáneas.
El principal interés de Movimiento Sur es desarrollar una plataforma intercultural enfocada hacia la interdisciplinaridad en la danza contemporánea. De esta manera, la ciudad de Valparaíso se transforma en lugar para la investigación en torno al cuerpo y movimiento en el laboratorio interdisciplinario cuerpo/ciudad/territorio, además de la sede de varios talleres internacionales, y escenario para la presentación de montajes de artistas latinoamericanos y europeos, charlas abiertas y muestras en proceso. Conjuntamente la convocatoria entregó becas Goethe Institut para creadores/intérpretes latinoamericanos y becas CNCA para creadores/intérpretes chilenos. Una de estas últimas, tuve la satisfacción de obtener por concurso.
El laboratorio cuerpo ciudad y territorio, cuenta con la participación de 17 creadores entre los que hay participantes de Ecuador, México, Brasil, Argentina y Chile, quienes han recibido las visiones de diversos especialistas buscando traducir creativamente la ciudad. Los denominados lectores de contexto y proceso son: Marcelo Araya (Diseñador Industrial), Ana María Briede (Artista visual), Lito Celis (Músico), Luis Corvalán (Coreógrafo), Justo Pastor Mellado (Curador y Crítico de Arte), Iván Sánchez (Escenógrafo), Marcela Soto (Arquitecto), Rodrigo Tissi (Arquitecto) y Rocío Venegas (Socióloga).
Esta iniciativa ha permitido a sus participantes mirar Valparaíso desde distintos enfoques centrándose en el concepto de construcción, proponiéndose un proceso creativo acumulativo (constructivo) que delinea y es delineado por las reflexiones identitarias y poéticas en torno a cuerpo y ciudad (pertenencias), movimiento y territorio (circunstancias), hasta desarrollar un lenguaje urbano y contemporáneo, nuevo.
Además, Movimiento Sur ofrece la presentación de dos espectáculos del reflexivo e inspirador Xavier Le Roy (Francia): Le sacre du printemps y Product of circumstances, además de otras obras internacionales de gran interés, como H3 del coreógrafo brasileño Bruno Beltrao, Una cosa por vez, de los argentinos Diana Szeinblum y Lucas Condro, y Dance for nothing de Eszter Salamon (Hungría-Alemania).
Sin duda se trata de un evento diseñado para marcar un hito, pero que en la práctica ha sido más complejo por la fragilidad del propio Valparaíso para recibir Movimiento Sur. Pienso que parte importante del problema, fue que se hizo muy encima del Festival Danza al Borde, un evento con tradición y gratuito, que de algún modo satisfizo con creces al público de danza del puerto, lo que —a mi juicio— le restó interés e impacto a Movimiento Sur. Me queda entonces, dando vueltas la pregunta de si Valparaíso tiene la capacidad de contener dos eventos internacionales relacionados a la danza en un semestre. Quizás sí y es sólo cosa de darle tiempo a que se asiente esta idea, pero quizás es posible evaluar otra fecha, y eventualmente otro lugar.
La reflexión que me surge a partir de eso es cómo hacer para descentralizar la danza más allá de las voluntades, permitiendo que se difunda lo que se está realizando. No solamente publicitándolo, si no buscando redes de funcionamiento e instancias de coordinación, pues creo que los exponentes de la danza que nos visitaron habrían recibido una mayor repercusión en caso de que Movimiento Sur se hubiese desarrollado en Santiago, tanto a nivel de formación como de discusión artística. Algo que desde la perspectiva de la descentralización es lamentable, pero que expresa bien las asimetrías de desarrollo entre la capital y el resto de las ciudades del país, incluido Valparaíso, nuestra supuesta capital cultural.
Entonces pienso que se deben buscar estrategias para vincular los eventos en una agenda anual planificada, pues sino los esfuerzos quedan sujetos a imponderables, como —en este caso— a la motivación de un público porteño que aunque ha crecido en interés, no es tan afecto a la danza contemporánea, menos cuando cuesta dinero y en la cercanía de un reciente festival gratuito.
Mi idea, desde luego, no es llevar a Movimiento Sur a Santiago y seguir cristalizando la centralización, pero hay cosas que hay que definir con mayor detenimiento, pues esta instancia trajo cosas que realmente valen más que la pena y que pudieron ser mejor. Por ejemplo, la idea del laboratorio interdisciplinar es una instancia pionera que en una próxima edición es necesario afinar, pues la responsabilidad de ser anfitriones en una segunda instancia de creación multidisciplinaria futura debería ir un paso más allá. Por ejemplo, motivando una reflexión previa un poco más profunda, como para que los niveles teóricos estén más conectados con las estrategias y fórmulas de traspaso desde los discursos a las reflexiones del cuerpo y el movimiento, implementando estrategias creativas para estas transferencias, en las que el artista mude conceptos de manera más clara y conversada hacia su propio territorio, pues finalmente lo que queremos es que el territorio sea compartido de manera más interdisciplinaria y menos fragmentada.
Y por supuesto, otra tarea importante es seguir la pista del movimiento de danza a lo largo del país, pues aparte de los proyectos Escenalborde y Movimiento Sur (Valparaíso), hay otras instancias que también requieren de la coordinación y creación de redes que mencioné, como Escénica en Movimiento (Concepción), y otros proyectos en otras ciudades liderados por meritorios exponentes de la danza, tales como Copiapó (Maribel Pinto), Antofagasta (Alicia Ceballos), Coquimbo (Sandra Acevedo), Villarrica (Guillermo Bécar), Puerto Montt (Álvaro Facuse) y Punta Arenas (María Paz Calabrano). Todos proyectos que han dado ejemplo de compromiso con la danza desde regiones y con otros méritos, como en general no estar vinculados a ninguna institución, o estar creándose a partir de la multidisciplina, pues muchas veces sus gestores provienen de otras áreas del conocimiento y confluyen en la danza con otras perspectivas.
Que haya mayor vinculación entre ellos, y también con Santiago no depende del interés, pues éste hay de sobra. Insisto, lo que falta es planificación e instancias que permitan compartir experiencias, de modo que acabemos de una vez por todas con la etapa en que todo depende de la voluntad, que es hermosa, pero que sola implica esfuerzos demasiado grandes para resultados no siempre acordes a esos loables esfuerzos.El Guillatún