El Guillatún

Prólogo para una resistencia o nuestros posibles desafíos

Jean Cocteau y Jean Babilée durante ensayo de «Le Jeune Homme et la Mort», junio 1946

Jean Cocteau y Jean Babilée durante ensayo de «Le Jeune Homme et la Mort», junio 1946. Foto: Lido

Es curioso como el final de un año opera en nuestra conciencia como el final de un ciclo, tras el cual todo vuelve a comenzar. Con ello albergamos la esperanza de ponernos al día y de corregir o concretar nuestros proyectos, como una suerte de «borrón y cuenta nueva» o de segunda oportunidad.

Con el comienzo del año cruzamos los dedos y aún en pañales, sin saber muy bien cómo ocurrirá, nos entregamos a nuestras expectativas confiando en que la convención «1º de enero» será el inicio de la consolidación de nuestros anhelos. Sin embargo esto dura muy poco, justo el tiempo de pedir un deseo, pues ya enfrentados a los embates cotidianos, corroboramos que todo sigue igual, que aún quedan batallas por dar.

«El avance nunca se produce por sí solo. Lo hacemos las personas con conciencia, con ganas de hacer cosas, con ideas claras, con datos en la mano. El avance depende de eso y es muy peligroso creer, porque es falso y contraproducente, que las cosas se consiguen solo con tiempo». Esta aclaración realizada por la escritora Laura Freixas en el marco de una entrevista sobre el rol de la mujer en el mundo de las artes, me remeció como una bofetada a la inercia a la que muchos hemos sucumbido, con sobradas razones, bien que no sirvan de justificación, quienes nos encontramos fuera de una organización política o colectivo ciudadano.

Esto no está peleado con el hecho de desear que los cambios ocurran, simplemente nos sitúa, a un grupo de personas, en el palco de los observadores. Desde allí seguimos realizando nuestras labores, desde allí emitimos juicios, críticas y se nos ocurren cosas que probablemente no llevaremos a cabo. Porque no es fácil luchar, mantenerse en el activismo requiere una perseverancia a prueba de balas. Pregunten sino a los estudiantes, trabajadores y trabajadoras de la Universidad de Artes y Ciencias Sociales ARCIS, quienes tras una larga crisis y un año de ininterrumpidas movilizaciones, enfrentan el cierre gradual de sus carreras. De paso se borra de un plumazo la larga trayectoria de consolidadas escuelas, entre ellas danza y teatro, dejando a todo el cuerpo universitario en la calle, sin respuestas, a la espera de compensaciones y con muy pocas alternativas que dependen principalmente de la buena voluntad que están mostrando muchos de sus profesores y profesoras.

No, no es fácil movilizarse, ni asumir las crisis. Tal vez porque una vez más, no es hasta que nos toca en carne propia el problema que no nos sentimos realmente concernidos. O quizás porque cuando vemos a otros movilizarse dudamos, una vez más con sobradas razones, que ello surta efecto. Por último porque hay tantas movilizaciones en estos momentos en Chile, que se esperan cambios… con el tiempo.

Pero no nos engañemos, nos concierne y soy una convencida de que reflexionar al respecto permite construir y consolidar un pensamiento crítico.

¿Y SI PROBLEMATIZAMOS LA DANZA?

Este largo preámbulo con el que he iniciado el artículo, busca de alguna manera introducir-nos a quienes formamos parte del mundo de la danza, en los temas coyunturales que atraviesan nuestro país.

A la vista de los macro-casos de corrupción que inundan nuestra política y estando ya institucionalizado el tema de la crisis en la educación, ¿cómo obviar la situación de ARCIS? Y frente a ello, ¿cómo debemos posicionarnos en el mundo de la danza, en tanto intérpretes, coreógrafos y pedagogos?

Se me ocurrió, leyendo a la economista Amaia Pérez Orozco, que sería interesante aclarar de qué crisis estamos hablando.

Es muy interesante traer su «mirada feminista sobre la economía», hacia la forma en que se instalan los lenguajes y las relaciones en nuestra profesión, que en el fondo no dejan de ser parte del mismo modelo capitalista que rige a todas. A saber que en su libro Subversión feminista de la economía se propone un cambio de paradigma respecto al eje que debiera guiar a nuestra sociedad más cercano a la «sostenibilidad de la vida» que a las leyes del mercado.

Si estudiamos las bases que sostienen nuestra estructura social veremos con claridad que el acotado mundo del arte está sometido a las reglas de la economía de consumo, reconociendo y financiando a ciertos actores y dejando en amplia desigualdad a quienes no puedan cumplir con ellas.

¿Qué queda, por ejemplo, para la pedagogía de la danza que carece completamente de reconocimiento a pesar de jugar un rol esencial en la sensibilización corporal y en la educación del arte? Como nos recuerda Pérez Orozco y está bien repetirlo aunque suene ingenuo por mi parte, el sistema capitalista se construye en base a la desigualdad.

Así somos testigo de cómo el legítimo afán de subsistencia nos convierte al interior del gremio en la competencia del «otro»; los trabajos y trayectorias reconocidos a nivel nacional se relacionan directamente con las audiencias quedando invisibilizadas las propuestas alternativas.

Con esto no quiero decir que el debate sea que esté mal el reconocimiento de algunos de nuestros consagrados coreógrafos y coreógrafas o compañías. Sabido y valorado es el esfuerzo que ha implicado a todos ellos posicionarse y ganar un espacio. La discusión más bien debería introducir la idea de inclusión de áreas de la danza, hasta ahora desvaloradas en el panorama cultural y social de nuestro país. Estoy pensando en las variadas propuestas y experiencias pedagógicas, en las agrupaciones de rescate del folklore, en colectivos que intervienen en las calles, en promover y solventar los proyectos regionales, en la investigación y escritura en torno a la danza, ello entre muchas otras posibilidades. Se trata de sumar y atravesar todas las áreas de nuestra sociedad; también, de solidarizar, de ser generosos/as y receptivos/as entre nosotros. Que la danza no viva sólo a través de una cartelera.

Estamos ya a mediados de marzo y bien vale la pena que usted que está leyendo se pregunte cuáles son sus desafíos para esta temporada 2015.El Guillatún

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