¡Gloria a los iniciados! …la belleza y la sabiduría tendrán como recompensa una corona eterna.
canta el coro en el acto final de La Flauta Mágica
Estas líneas toman toda su fuerza en la reciente producción del Teatro Municipal de Santiago, puesta en escena por Miryam Singer, cantadas por un coro vestido con atuendos que representan todas las épocas históricas desde el tiempo de Mozart y el genial Schikaneder hasta nuestros días. Este momento sin duda es uno de los más afortunados y emocionantes de esta puesta en escena.
Este último acto es particularmente difícil de representar ya que el adorable dúo de Papageno y Papagena suele eclipsar al de Tamino y Pamina que en comparación aparece como demasiado serio, cargado con todos los clichés del masonismo. Afortunadamente, esta vez no fue el caso.
Es difícil pensar en una distribución mejor lograda, sobre todo en la pareja de Pamina y Tamino de Anett Fritsch y Joel Pietro, también el Papageno de Adam Cioffari, y el Sarastro de In-Sung Sim entre tantas voces maravillosas. Quizás el momento de mayor excelencia fue el aria Ach ich fühle de Pamina. El punto débil estuvo en la dirección orquestal, con tempos demasiado lentos, con poca gracia y con un estilo conservador. Sin embargo la orquesta sonó bien armada y correcta.
A pesar de un claro abuso del recurso de las proyecciones, de una cierta pobreza visual, lo que más nos gustó de esta puesta fue el rescate del singspiel, género antecesor de la comedia musical. Es un género ligero, a menudo cómico y fundamentalmente popular. Después de La Flauta Mágica de Mozart-Schikaneder tendremos que esperar a otros genios, Bertold Brecht y Kurt Weill para darle de nuevo al singspiel (llamado por ellos songspiel) el mismo carácter entre burlón y profundo que tenemos en La ópera de los tres centavos y en Mahagonny.
El público del Teatro Municipal premió esta puesta dinámica no sólo con aplausos, si no con abundantes risas. Esta es una excelente oportunidad para quien aún no conoce esta ópera (o nunca la vio en vivo) para dejarse atrapar por el encanto de esta obra singularísima. Para el conocedor (¿deberíamos decir para los iniciados?) siempre es un buen momento para dejarse cautivar por las campanitas de Papageno.El Guillatún
Como dicen los personajes:
«¡Si todos los hombres honestos
poseyeran campanitas como éstas,
todos los enemigos
desaparecerían sin esfuerzo,
y podríamos vivir
en la mejor de las armonías!
Únicamente la armonía
de la amistad alivia las penas;
¡sin esa simpatía
no hay felicidad en la Tierra!»
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(crédito fotos: Felipe Zubieta)