Ernesto Quezada falleció en julio del año pasado, y en muchos sentidos su partida se configuró en la forma que vivió: de manera íntima, rodeado por sus cercanos, familiares, ex-alumnos y personas del medio musical. Pero muchos nos preguntamos en su momento de si la labor que había realizado el «profe» Quezada merecía más prensa, artículos y análisis, debido al gran cambio que produjo en la guitarra clásica chilena. Sin embargo, un querido amigo nos dijo que todo hacía un poco de sentido en razón del bajo perfil que el profe mantuvo durante su labor docente. No obstante, y como señalé en el artículo que escribí producto de su partida, la gran forma de recordar al profe sería a través de la multiplicidad de iniciativas que mantendrían su legado activo tanto en Chile como en el extranjero. De hecho, actualmente ex-alumnos a lo largo de diversos países realizan conciertos, enseñan en diversas instituciones, y organizan temporadas y festivales.
Justamente este es el caso con la segunda versión del Festival de Guitarras del Maipo, que lleva ahora el nombre de Ernesto Quezada. Auspiciado por el Conservatorio Santa Cecilia, el festival es organizado por Miguel Ángel Calderón, ex-alumno del profesor Quezada, quien además de guitarrista clásico es director de dicha institución. El año pasado, Calderón fue capaz de organizar y sustentar la primera versión realizada en diversas iglesias de la zona, y que incluyó la participación de Luis Orlandini, Patricio Araya, La Pulsata, el propio Miguel Calderón, además de la mía. El festival incluyó también charlas y clases magistrales para alumnos de guitarra clásica.
Y precisamente con esta segunda versión se cruza una barrera, que es el reto de lograr vencer el obstáculo de la versión única. Inspirado en la partida de Ernesto Quezada, y fomentado en la energía, ganas, y colaboración de diversos artistas, el festival está de vuelta para comenzar el día 14 de mayo. Dentro de los participantes encontramos a Romilio Orellana, el dúo Álvarez Severino, Pedro Iglesias, Patricio Araya, y el Dúo Cruz Souper.
Uno de los grandes aspectos es que es un festival organizado en días no sucesivos, lo que permite flexibilidad para los asistentes y además logra que la guitarra y la música esté presente en la comunidad durante un período de tiempo más prolongado. De esta manera la participación de los habitantes de la comuna crece, y la posibilidad de estudiantes en las clases magistrales aumenta debido a mayores posibilidades de organización con los estudios propios. Desde el punto de vista artístico, los intérpretes se especializan en distintos repertorios, sumando el hecho de que la música de cámara tendrá una participación importante, relacionando al público con más variedad a la que puede dar solo la guitarra solista.
El festival empezó el domingo 14 de mayo con el dúo formado por el guitarrista Miguel Alvarez y la cantante Valeria Severino. Alvarez es un ex-alumno del profesor Ernesto Quezada que recientemente terminó su maestría en Colonia, Alemania bajo la guía del guitarrista argentino Roberto Aussell, y que ha sido premiado en concursos en Chile, Bolivia y Portugal. Valeria Saverino es integrante del coro de madrigalista de la UMCE y formada en la Facultad de Artes de la Universidad de Chile. Su programa incluirá obras de compositores españoles para guitarra sola y para canto y guitarra. Destacan «Homenaje a Tárrega» de Joaquín Turina, «Variaciones sobre un tema de La Flauta Mágica» de Fernando Sor, además de las «Canciones populares» de Federico García Lorca, y las «Siete canciones populares españolas» de Manuel de Falla.
El día 21 de mayo será el turno de dúo Cruz-Souper, una agrupación de cámara muy activa durante los últimos años. Además de ser miembros del Ensamble de Guitarra de Chile, el dúo se ha caracterizado por una gran actividad de extensión en diversas regiones de Chile y también en el extranjero, en países como Alemania, Argentina y México. Lorena Souper y Diego Cruz fueron formados en la Universidad de Chile y la Universidad Católica respectivamente, y su repertorio incluye obras de diversos períodos y estilos. A esto se suma el rol de Cruz como compositor y arreglador, lo que les permite expandir el repertorio para el formato de dúo.
Posteriormente se presentará el destacado guitarrista Romilio Orellana, profesor de la Universidad de Chile, y la Universidad Mayor, el 27 de mayo. Ganador de premios en diversos concursos, es también miembro del dúo Orlandini-Orellana y ha dado conciertos en países de América, Europa y Oceanía. Discípulo también del profesor Ernesto Quezada, pertenece a las primeras generaciones de guitarristas internacionales formados en la cátedra. Orellana se ha destacado por interpretar obras de compositores chilenos tales como Juan Antonio Sánchez y Javier Farías.
Finalmente, el festival terminará el día 3 de junio con un concierto a cargo de Pedro Iglesias y Patricio Araya. Iglesias obtuvo su título de pregrado en la cátedra del Profesor Ernesto Quezada y posteriormente realizó estudios de postgrado en la Rostock, Alemania, bajo la guía del guitarrista alemán Thomas Offerman. Luego de ejercer la docencia en Alemania volvió a instalarse en Chile, siendo actualmente docente en la Universidad Mayor y la Universidad Alberto Hurtado. Iglesias se ha destacado por interpretar repertorio del siglo XIX en instrumentos de época, y precisamente en este concierto interpretará obras de Johann Kaspar Mertz en una réplica de la guitarra Stauffer del siglo XIX
Patricio Araya, formado en la Escuela Moderna de Música bajo la tutela de Eugenia Rodríguez, siguió perfeccionándose con Carlos Pérez después de obtener su título de pregrado. Ha obtenido premios en concursos en Chile y España y se ha caracterizado por interpretar obras de compositores de los siglos XX y XXI. Precisamente, Araya interpretará obras del chileno Javier Farías («Toccata»), del brasileño Ronaldo Miranda («Appassionata») y de Astor Piazzolla («Cuatro Estaciones Porteñas»). En otras palabras, un concierto que mostrará la riqueza del repertorio guitarrístico y su evolución desde la guitarra romántica a las técnicas composicionales contemporáneas empleadas por compositores latinoamericanos.
Otro punto particular que hace a este festival único, es la utilización de las iglesias y parroquias de la zona como lugares de difusión y realización artística. En artículos previos he planteado la necesidad de generar audiencias utilizando espacios ya existentes, antes de pretender que la construcción de un teatro sea la principal salida o la única manera de generar público. Iniciativas como este festival utilizan espacios ya establecidos que por definición están conectados a comunidades diversas. De esta manera, la circulación social del evento, de los protagonistas y de la manifestación artística en sí, se ve facilitada por canales de comunicación ya existentes. Por la misma razón, la utilización de espacios familiares para los residentes de la zona facilita el acceso a estos eventos.
Aún extrañamos la presencia del Profe Ernesto Quezada. Sin embargo, los músicos formados en su cátedra han logrado que, a través de iniciativas como ésta, tanto por la organización como por la participación y colaboración, su cátedra y ex-alumnos permanezcan activos haciendo lo que él inculcó: un cariño por el instrumento y el repertorio que permita una difusión constante de la música que se ha escrito para la guitarra.El Guillatún