«Pour un peu de tendresse…» decía el belga Jacques Brel en la canción. Hoy no escribiremos manifiestos ni entonaremos «Arriba, los parias de la tierra» —quizás otro día—, pero nos quitaremos el sombrero en homenaje a todos los que le ponen dedicación, tiempo y devoción a la obra. Al poeta que se demora una tarde en quitar la coma que había puesto en la mañana, y al caballero que les mueve las cejitas de plastilina a Wallace y Gromit por trigésima vez. Porque detrás de esos gestos de tendresse está el fervor de las tripas, el coraje de perder tiempo en hacer bien las cosas. Como cantaba Víctor: «Yo le levanto una casa o le construyo un camino, le pongo sabor al vino, le saco humito a la fábrica. Voy al fondo de la tierra y conquisto las alturas, camino por las estrellas y hago surco a la espesura».
A todos los creadores,
¡Chapeau!El Guillatún