El Guillatún

«Dejar que la música fluya y hacerme cargo de eso»

Javier Barría

El músico Javier Barría.

Javier Barría se ha caracterizado por tener una prolífica carrera musical siempre manteniéndose al margen del circuito musical chileno. Gracias al boca a boca se hizo conocido y con las posibilidades que proporciona internet logró mostrar su música, crear una «comunidad» —que cada día suma más adeptos— y recorrer Chile y Sudamérica mostrando sus canciones.

La carrera de este cantautor chileno, que desde pequeño tuvo la inquietud de componer y hacer música, ha estado marcada por la autogestión. Aunque reconoce que vivir de la música a veces se torna algo inestable, él ya está acostumbrado y prefiere dejar «que la música fluya»: «Podría postular a un Fondart, hacer un disco con ocho palos, con el logo del gobierno, pero yo tomé otro camino», dice. Un camino que ha sido bastante fructífero y que tiene a Barría consolidado como artista, que desde su primera producción presentada en 2005, ya cuenta con 8 discos y uno nuevo, listo para lanzar a fines de este año.

«HA SIDO BIEN DIFÍCIL CREÉRMELA»

Pese a su trayectoria y a que Barría también tiene su público en los países vecinos, le costó atreverse a mostrar su música. Primero se dedicó a ayudar a otros músicos, hacer covers, eventos, matrimonios y música para teatro, entre otras cosas. A Javier le costó ver su propia música como una oportunidad laboral, hasta que el 2007, cuando ya tenía un par de discos editados, se dio cuenta que la gente lo estaba escuchando —gracias a internet, donde ponía sus trabajos para descargar de forma gratuita— y que su música estaba repercutiendo, más allá de su círculo personal. Con esto, Barría supo que podría vivir de la música.

—¿Cómo fue tu acercamiento a la música?
—Mi acercamiento a la música es desde la adolescencia, en el colegio, tocar con los amigos y entre medio hacer canciones fue como un hobby, una inquietud… escribir letras. Es como un oficio, lo hice siempre… y tengo muchas cosas antiguas, es sólo que antes no me gustaba lo que hacía, como cuando uno ve esas fotos de cuando iba al colegio, esos peinados de niño… es lo mismo que me pasa cuando escucho canciones que hacía en ese tiempo. Pero sí, siempre tuve la inquietud de hacer música, es sólo que la hacía para mí, no se la mostraba a nadie. El cambio se dio cuando empecé a mostrar la música que hacía, el 2003, cuando empecé a tocar mis canciones con músicos.

—¿Qué te motivó para empezar a mostrar tu música?
—Fue todo muy gradual. Le empecé a mostrar mi música a mis amigos, familiares. Como que uno necesita la afirmación de alguien para creer en lo de uno, entonces un montón de gente me tiró para arriba y fue como ¡ya, habrá que hacer algo con las canciones!, y empecé a probar armando una banda, y fue una época súper productiva, el 2003 y el 2004, pero siempre muy en el nivel de los amigos, los compañeros de la universidad.

—¿Hay algún hito puntual?
—Sí, hay un punto de inflexión cuando dije quiero tocar mi música, quiero sacarle partido a lo que hago, o sea, con todo el tiempo que le dedico haciéndola quiero que se conozca, y dije: quiero vivir —hipotéticamente— de esto, y ahí me puse las pilas en serio. Eso también coincidió con que empecé a tocar fuera de Santiago, me acuerdo de un punto importante cuando me invitaron a tocar a un festival a Valparaíso, que fue una de las primeras veces que toqué en escenarios grandes, y me dejó súper animado. En verdad ha sido bien difícil creérmela, me ha costado un montón, pero pasado ese punto no he parado de tocar y ahora estoy dedicado la mayor parte del tiempo a la música.

—¿Se puede vivir de la música?
—Sí, se puede, es como inestable pero yo estoy acostumbrado.

—¿De dónde sale la inspiración para componer las canciones? ¿Cómo es el proceso de creación?
—De chico partí más como músico que como letrista, de hecho mis letras del principio son horribles, siempre vi las letras más como accesorio. Mis influencias de música en español son las canciones de Soda, de Charlie García, pero igual no aspiraba a llegar a ese nivel cuando chico, también me encantaban Los Tres, me gustaba mucho lo que escribía Alvaro Henríquez, y después entrando en los veintitantos me empecé a entusiasmar con el tema de las letras, empecé a tomarlo como arte aparte. Así que yo considero mi madurez musical, de la música que me gusta, toda la que tengo en internet, porque tengo muchas más canciones anteriores, pero todo eso que tengo en internet es como de lo que me sentía orgulloso. Y tiene que ver con la madurez de uno también, cuando eres más chico no te das cuenta de la trascendencia que pueden tener las cosas. Igual ese cambio fue en una época muy bacán, donde tenía harto tiempo para dedicarme a eso, a escribir, a hacer música, y en mi vida estaban pasando cosas heavy y eso también te alimenta, la vida se puso emocionante. Además siempre busco inspiración en otras cosas: cine, literatura, cosas de amigos, situaciones, cosas absurdas, cosas que leo en el diario. Y todo eso va alternado con momentos de sequía, como ahora, que llevaba como 6 meses sin escribir.

UN TRABAJO MARCADO POR LA AUTOGESTIÓN


Javier Barría. Foto: Georgina Carrieri

—¿Cómo ha sido tu trabajo de autogestión?
—Con la autogestión descubrí otra faceta de esta pega, porque cuando empecé a hacer solo mi música apareció el lado b de esta pega que es gestionarla, que también ocupa harto tiempo, que es hacer el trabajo de ser manager de uno mismo, mandar mails, contestar, producir, gestionar, coordinar, prensa, no se, ha sido puro aprendizaje. No existe una receta, hay que ser súper intuitivo a la vez, porque tiene que ver con las facilidades que se van dando, para mi por ejemplo, apareció internet, que es la herramienta. Yo igual he hecho toda mi trayectoria fuera del circuito oficial de radios y medios, sé que estoy considerado, me han invitado a festivales, y me he llevado sorpresas como tocar en el «Día de la música» en la SCD, eso habla de un reconocimiento, pero siempre he tratado de mantenerme —por opción— al margen de ese circuito y porque la cosa igual se puede mover, yo intuí este otro camino que se venía y me arrimé a eso, casi por opción política. Pero esto se puede hacer al margen, uno tiene las redes y la otra pega la hace la música en sí, la gente comparte, recomienda, mi trabajo está para descarga gratuita, entonces si alguien sabe o lo encuentra es muy fácil difundirlo. Es un poco de eso, de dejar que la música se mueva y hacerse cargo de eso. Y es por opción porque yo perfectamente podría postular a un Fondart, hacer un disco con 8 palos, con el logo del gobierno… pero no me llamó la atención hacer eso.

—¿Cuál es el valor agregado que le puedes dar a tu forma de hacer música?
—Lo que valoro de todo esto es que el trabajo más importante lo ha hecho la música, las canciones, que espontáneamente gustan, que las disfrutan a full porque es música que no está en los medios. Yo sé que mucha gente llega por casualidad a mi música, o por datos, porque alguien la recomienda, porque no está en la pauta, entonces valoro que sea espontanea la llegada, que en el fondo las canciones hagan el trabajo. Ha sido muy espontanea la creación de esta comunidad, este público, que me ha dado la oportunidad de recorrer todo Chile e ir a otros países.

MÚSICA ITINERANTE Y EL NUEVO DISCO

—¿Cuéntame cómo se ha dado el tema de tus giras por Chile y el extranjero?
—Ir a Argentina fue idea mía, siempre me ha gustado mucho ir a Buenos Aires, siempre he tenido una conexión fuerte por una cosa cultural. Entonces cuando empecé a viajar como músico uno de los lugares por los que opté fue Buenos Aires, en el 2008, fui a buscar lugares donde tocar, a ciegas prácticamente y de ahí no he parado. Voy algunas veces al año, tengo muy buena onda con Mendoza también, tengo una banda que me acompaña. Y así he ido descubriendo otras ciudades donde logro harta empatía. Lo mismo me pasa en Colombia, donde recibí harto feedbak. Eso es lo que más me motiva ahora con la música, itinerar. Y gracias a la música también he podido recorrer todo Chile.

—Háblame de tu nuevo trabajo.
—Paso en particular que me demoré un montón porque este disco se empezó a componer en 2009, pero no salió hasta ahora por las circunstancias. Empecé a hacer un disco en 2009, bastante ambicioso, quería grabarlo en estudio, invertir plata. Se empezó a diluir la idea, lo dejé botado, hice otro, que fue el que saqué en 2010 (El Diminutivo del frío) y el 2011 retomé este, que estaba como a la mitad, con canciones que ya estaba tocando, que me gustaban un montón, pero se empezó a dilatar, a demorar, primero para completar las canciones para llenar un disco y después empezaron a cambiar los temas y por toda esa burocracia empecé a chutearlo. En rigor terminé los temas el noviembre del año pasado, pero quería que se demorara un año más porque igual soy súper detallista, perfeccionista y por las giras los momentos en la casa son más escasos, pero ahora está listo y me gustaría lanzarlo en octubre, pero ya está casi listo, de hecho ya he mostrado como 3 canciones.

—¿Que diferencia tiene con los discos anteriores?
—Esta es la primera vez que me miro a mi mismo para hacer un disco, que me tomo como referente, mostrar en el fondo algo que se parezca a mis discos más antiguos, del 2005 o 2006, y retomar ese camino, pero mejor en términos técnicos sobre todo. Así que esa era la premisa, hacer algo que sonara muy a mí, reconocerme en lo que hice, como mirar lo que he hecho y reconocer mi identidad. En cuanto a sonido, es un disco bastante rockero, guitarrero como yo era al comienzo. Es un disco bastante amargo, no como de desamor, es amargo como Santiago, es súper inspirado en Santiago, en el cambio que ha tenido estos años, que es cada vez una ciudad más oscura, inhóspita, violenta. El arte del disco también es de ciudad, lo hizo una amiga colombiana y tiene fotos de Bogotá, es una gráfica muy urbana, como el disco.

—¿Cuál crees qué es el sello de tu música?
—Yo creo que son canciones introspectivas, son bastante emotivas, que buscan una conexión con el oyente, cumplen hasta una función como terapéutica. Yo creo que emotiva es una buena palabra, la que busca provocar algo.

—¿Qué opinas de la escena musical chilena actual?
—Creo que es bacán, porque yo he sido testigo de lo que pasó en los noventa, los comienzos de los 2000, que fue una época horrible, decadente, entonces que esté pasando esto ahora, con la calidad de las canciones, con más público, esto no se parece en nada a lo que ha pasado antes. Que bueno haber coincidido, lo que hago no es producto de esto, yo estaba haciendo música ya, pero fui conociendo nuevos músicos. Encuentro que tienen razón de decir en otros países que en Chile está todo pasando.El Guillatún

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