El Guillatún

«La base de cualquier género literario que quieras escribir está en el qué, cómo y para qué vives, en lo que te emociona día a día. Si no duele, no vale»

Francisco Ortega

Francisco Ortega. Foto: Felipe Zubieta

Francisco es un poco humano, pero ante todo, lector. Un mentiroso creativo que escribe y lee. Novelas, comics, cine, tv y blogs. Hoy está releyendo 20.000 Leguas de Viaje Submarino de Julio Verne, y Los Profesionales de Carlos Giménez, una crónica de la historia del comic en la España de Franco.

Como humano, teme a lo sobrenatural y le tiene respeto y miedo a lo que no puede explicar. Como escritor, enfrenta sus miedos y escribe terror. Francisco es autor de 60 Kilómetros, El Número Kaifman, El Horror de Berkoff, 1899 y Mocha Dick.

60 Kilómetros es su primera novela. Tenía 18 años y su texto se transformó en un inesperado culto entre quienes montan autobuses provinciales observando un horizonte cargado de terror, ciencia ficción, comics y personajes de cultura masiva. En El Número Kaifman, construye una conspiración a escala mundial que transita desde la Alemania de la Segunda Guerra Mundial, hasta la Patagonia Chilena y el Mall Parque Arauco. En El Horror de Berkoff, Francisco instala los fantasmas de nuestra infancia, con lo macabro y hermoso en sus extremos. 1899 y Mocha Dick, constituyen sus proyectos de novela gráfica. La primera, una historia retrofuturista con estilo steampunk que devela el lado B de Arturo Prat como cazador de aliens, fue dibujada por Nelson Dániel. La segunda, y última, Mocha Dick, aborda la épica historia de la ballena blanca en Chile a través del guión de Ortega y el dibujo de Gonzalo Martínez.

De cabro chico, en la ciudad de Victoria, donde nació y se crió, Ortega dibujaba bastante bien monstruos y máquinas. Rayaba con Mampato, con los comics de vaqueros, y encontró en la Biblia el mejor crisol de ideas para armar historias fantásticas. Hoy, declara que la base de la cifi, del horror y la conspiración es el folklore, y en esto, Chile, tiene harto material.

Durante los días 19, 20 y 21 de abril, se llevará a cabo la 2da versión de la Feria Internacional del Comic de Santiago, en la sede San Joaquín del I.P Santo Tomás, y Francisco Ortega, junto a su partner Jorge Baradit, serán parte de la charla «Lanzamiento (y Avances) de Comic Chileno».

—¿Qué eres primero, escritor, dibujante, periodista, guionista o ser humano? ¿El orden de los factores crees que habría alterado el resultado, tú resultado?
—Primero ser humano y por último dibujante. No soy dibujante pero me gustaría serlo, pero no dibujo. Otros dibujan para mí. Creo que mi orden es humano y luego lector. Luego mentiroso creativo, que es como ser cuenta cuentos, que deriva a escritor y escritor es lo que se abre posteriormente a guionista de comics, guionista de cine y tv y periodista. Es como abrir llaves, como propiedad asociativa más que conmutativa, sólo es cuestión de poner bien los paréntesis.

—¿Qué lees?
—Desde el diario, pasando por blogs, a novelas y ensayos. Ahora estoy releyendo 20.000 Leguas de Viaje Submarino de Verne, Guerra Mundial Z de Max Brooks, una novela inédita de Pato Jara que sale en mayo y releo la recopilación de Los Profesionales de Carlos Giménez, una espléndida crónica de la historia del comic en la España de Franco. Y por pega, estoy adaptándolo para serie de TV, Diez Años en la Araucanía de Gustave Verniory.

—¿Qué cosas te dan terror? ¿Por qué escribes sobre terror?
—Lo sobrenatural, le tengo respeto y miedo a lo que no puedo explicar. Y por eso escribo terror. Más que los monstruos, me sobrecogen los fantasmas. Morales y preternaturales.

—¿Qué opinas de la generación chilena literaria sub 30, como Pablo Toro, Diego Zúñiga, Antonia Díaz, María Paz Rodríguez, entre otros? ¿Los lees?
—Los leo, les tengo aprecio, me caen la raja, me encanta el hambre que tienen, el hecho de que tengan ideas comunes pero sean independiente en las historias que cuentan y cómo las cuentan, que sean mateos. A esos nombres yo agregaría el de Francisco Diaz-Klaassen que me parece un titán.

—¿Qué relación (o ninguna relación) tiene el hacer una literatura de ficción, con el modo de vivir o pensar? ¿Hay particularidades de la vida o de lo cotidiano que te llevan a explorar la ciencia ficción?
—Toda. La base de cualquier género literario que quieras escribir está en el qué, cómo y para qué vives, en lo que te emociona día a día, si no duele, no vale. Y en un beso a la persona que amas puede estar la base de la historia más descabellada que se te venga a la cabeza.

—Para escribir en modo ciencia ficción ¿qué es necesario leer o haber leído?
—La Biblia, es el mejor crisol de ideas para armar historias fantásticas. Y en lo posible no leer demasiada o sólo ciencia ficción. De hecho me gustan los autores de ci-fi, que prácticamente no leen ci-fi, como China Miéville, Neal Stephenson o William Gibson.

—¿Cuál es la diferencia entre escribir para una novela gráfica, como Mocha Dick, y escribir en modo literario, como en El horror de Berkoff?
—Ninguna, salvo lo formal. En uno describes imágenes con palabras y frases, creas sensaciones y emociones con verbos y adjetivos. En la otra escribes indicaciones para que tu socio en la aventura, cree esas sensaciones y emociones con dibujos. Sólo es el soporte, la base es la misma, contar una historia.

—Melville, Coloane y Verne ¿Están en tu escritura, en tu modus operandi?
—Los tres. Melville. No, en realidad Moby Dick arriba de la pirámide.

—¿Cuánto hay de biografía en tus novelas?
—En 60 Kilómetros y El Horror de Berkoff demasiado, en las otras historias, algunas pinceladas necesarias e inevitables.

—¿Existe relación entre la tradición y la ciencia ficción, entre el folclore y la ciencia ficción, entre los mitos y tus textos?
—Toda. La base de la cifi, del horror y la conspiranoia es el folclore. Oreste Plath y no Hugo Correa, es el gran autor fantástico chileno.

—¿Qué ofrece Chile para contar una buena historia de terror? ¿Qué historia de terror estamos viviendo?
—La tradición oral y la historia reciente. Ahora no estamos viviendo ninguna historia de terror, nos creemos la raja y se nos pasó el miedo, pero el miedo siempre vuelve. Bueno, en realidad ahora que lo pienso, sí hay un miedo presente en el chileno medio del 2013, el de no poder pagar sus deudas.

—Eres un amante de la historia. ¿Qué episodios de la historia de Chile rayan en tu cabeza y te gustaría contar?
—El que estoy contando ahora en una novela. La Logia Lautarina y el cruce de Los Andes. Me parece que es el gran, por decirlo de algún modo pop, Código da Vinci de nuestra historia. Y como estoy tan metido en este episodio, por ahora es el que más me interesa narrar.

—¿Tienes tres grandes películas?
El rey de la comedia, de Scorsese, El apartamento de Billy Wilder y Nosferatu de Murnau.

—¿Cinco grandes libros?
Moby Dick de Melville, David Copperfield de Dickens, Dublinenses de Joyce, Hijo de Ladrón de Manuel Rojas, El Eternauta de H.G. Oesterheld e IT de Stephen King.

—¿Cuál es el futuro de Francisco Ortega?
—No lo sé, no soy brujo. Digamos que en lo concreto acabo de publicar un relato en una antología tributo a Stephen King que se publicó en Ecuador. Estoy en una novela corta de terror para un proyecto colectivo que no puedo adelantar mucho, acabo de terminar un libro de cuentos, estoy en una novela histórica larga y trabajo en dos novelas gráficas. Una con Nelson Dániel y otra con Martín Cáceres.

—¿Cuántos mundos paralelos hay en Chile?
—Demasiados.

—¿Cuántos mundos hay en ti?
—Más que demasiados y no se llevan bien entre sí.El Guillatún

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