Trilogía de Juan Radrigán se monta por primera vez en circuito profesional

Teatro UC encargó al promisorio director Rodrigo Bazaes poner en escena la obra «Redoble fúnebre para lobos y corderos» que se compone de dos monólogos y un diálogo.

La trilogía fue escrita en 1981 y montada en lugares alternativos por la compañía «Teatro popular El Telón» que fundó Juan Radrigán en la época de la dictadura.

El elenco reúne a Néstor Cantillana, Solange Lackington, Manuela Oyarzún y Mario Soto.

«El Invitado», «Sin motivo aparente», e «Isabel desterrada en Isabel» son las tres obras que componen «Redoble fúnebre para lobos y corderos» del dramaturgo chileno y Premio Nacional de las Artes de la Representación 2011, Juan Radrigán.

Como iniciativa del Teatro UC, el montaje fue encargado al director Rodrigo Bazaes, conocido por su trabajo como director en «Pelo Negro, Boca Arriba» (Mejor ópera prima del 2007), además de director de arte de la serie «Los 80» y co-guionista de «Violeta se fue a los cielos», entre otros, y por el trabajo junto a la agrupación que lidera, Proyecto Antártica.

Las obras, corresponden a la primera etapa productiva del dramaturgo y es la primera vez que se montan las tres juntas en un circuito profesional.

Así como en la mayoría de los textos de Radrigán, esta trilogía da voz a los miserables, a los pobres y profundiza en la inexistencia de oportunidades y del dolor de la soledad extrema. «Las tres piezas presentan universos muy cerrados y particulares. Distancias estilísticas y temáticas. Lo común es la condición de marginalidad de sus personajes en el contexto del Chile de los años 80, pero interesantemente extrapolables al presente. Entre ellas hay una atractiva secuencialidad que se enfatiza desde la dirección. Tres teatralidades distintas, pero buscando una puesta en escena común y unitaria».

A más de 30 años de su estreno, esta trilogía permitirá reencontrarse con el Radrigán de su primer periodo y preguntarse por la madurez de los problemas sociales, políticos y morales que su dramaturgia señaló entonces, obligándonos a establecer un balance con el Chile actual y sobre la vigencia de algunos asuntos nacionales pendientes o aparentemente insolubles.

Las tres piezas breves podrán ser vistas en una puesta en escena unitaria, pero que mantiene la autonomía de cada pieza.

Redoble fúnebre para lobos y corderos

El invitado

Con Mario Soto y Manuela Oyarzún. Sara y Pedro son un matrimonio humilde. Él está cesante desde hace mucho tiempo. La presencia invisible de un personaje, nombrado como el Invitado, gravita en sus vidas como el responsable de la miseria. El Invitado duerme junto a ellos, los escucha constantemente y vigila cada paso que dan. La existencia de la pareja está determinada por este tercer personaje. Al final, Sara y Pedro le hablan al público en un desesperado intento por saber si ellos han logrado acostumbrarse a la presencia del Invitado.

Sin motivo aparente

Con Néstor Cantillana. Pedro García, se encuentra en un terreno baldío frente a alguien que está dentro del agujero. Mientras transcurre la escena, se entiende que lo que está ahí es un hombre muerto que él mismo ha matado en un ajuste de cuentas, para vengar la muerte de su amigo. Como en todas las obras de Radrigán, la temática es la desesperanza de la clase más desposeída y las consecuencias de la impunidad.

Isabel desterrada en Isabel

Con Solange Lackington. Isabel, una mujer relativamente mayor, camina sola por la calle mientras le habla a un tarro de basura. En el monólogo, ella revela partes de su vida, como la relación con su padre. El hambre es lo que gravita en cada palabras, un hambre que viene desde la infancia y que alude no sólo a la falta de comida, sino también a la falta de igualdad entre las personas. Isabel ama a Aliro, un hombre que, al igual que ella, ha sabido quererla desde la desesperanza y la soledad. Pero Aliro ahora está desaparecido, preso, muerto, no se sabe. Ella lo busca, lo llama, mientras cuenta su soledad, su angustia, su tristeza actual.