La guitarra como instrumento de concierto ha encontrado en los compositores latinoamericanos una fuente de desarrollo fundamental desde el punto interpretativo y composicional. Por esa razón la siguiente lista incluye obras destacadas de grandes compositores latinoamericanos del siglo XX, caracterizándose por una gran variedad de estilos debido a la versatilidad que caracteriza a muchos de los creadores latinoamericanos. Un elemento distintivo es la combinación de tradiciones musicales propias de los países de origen de los compositores junto a tendencias propias de la vanguardia y experimentación del siglo XX. Sumado a esto, muchas de las versiones son interpretadas por destacados guitarristas latinoamericanos.
Antonio Lauro, junto a Agustín Barrios, son dos de los compositores-guitarristas latinoamericanos fundamentales en la tradición y la literatura latinoamericana para el instrumento. El catálogo de obras de Lauro se caracteriza por la utilización de danzas tradicionales del continente en la gran mayoría de sus composiciones. En este sentido, su Suite Venezolana es una culminación de ese trabajo, no sólo por la utilización de los patrones rítmicos descritos, sino que también por los recursos melódicos y armónicos que se alejan del lenguaje tradicional utilizado por Lauro en la mayoría de sus composiciones. Por otro lado Seis por Derecho (joropo) y El Niño, son muestras de dos danzas tradicionales venezolanas. Estas obras son ejecutadas por Adam Holzman, uno de los guitarristas más destacados de su generación, quien ha realizado diversas grabaciones para el sello Naxos que son referencia para cualquier guitarrista.
Leo Brouwer es uno de los compositores más importantes para guitarra de todo el siglo XX que ha integrado elementos de vanguardia, experimentación, y tradicionales de Cuba y Latinoamérica en sus creaciones. Su obra El Decamerón Negro es ampliamente interpretada, siendo quizás una de las obras más accesibles del compositor por sus elementos tonales y melódicos, en los que utiliza variación de compases, repetición de células interválicas y pasajes de alto virtuosismo. Basada en baladas africanas recopiladas por el antropólogo Leo Frobenius a principios del siglo XX, la obra cuenta la historia de un guerrero en diversas etapas descritas por los títulos de los movimientos. Álvaro Pierri, concertista uruguayo radicado en Europa y profesor en Viena, entrega una excelente versión de la obra.
Astor Piazzolla es el compositor argentino que expandió los límites del tango, gracias a un diálogo constante entre los elementos tradicionales y los elementos de vanguardia que el compositor adquirió en sus estudios en Europa. Gracias a esto, sus obras han podido ser ejecutadas en distintos instrumentos y agrupaciones, ya sea a través de la instrumentación original como a través de transcripciones. En este caso, el gran guitarrista ruso Vladimir Gorbach ofrece su obra Primavera Porteña, de forma A-B-A, en la que una fuerte sección rítmica y enérgica da paso a una sección más lírica. Cabe destacar que ésta es la única obra de la lista no escrita originalmente para guitarra; sin embargo, el estilo y el hecho de que sea una transcripción representan una característica fundamental de la literatura guitarrística que se ha nutrido constantemente a lo largo de los siglos por transcripciones que se adaptan muy bien a la sonoridad del instrumento.
La Sonatina Meridional del mexicano Manuel Ponce es una de las obras más características de su catálogo, ya que combina elementos neoclásicos de forma composicional y aspectos propios de la cultura latinoamericana a través de los patrones rítmicos y el carácter festivo del último movimiento. El eximio y premiado guitarrista Isaac Bustos entrega una versión superlativa de la obra.
Ernesto Cordero, compositor puertorriqueño en su obra Tres Cantigas Negras conjuga gran parte de sus intereses y estilos composicionales característicos en su música. Por un lado, utiliza elementos extramusicales relacionados a la cultura del mestizaje (Canto Negroriano) y por otro combina ritmos tradicionales del Caribe, con elementos tímbricos y percusivos modernos. El chileno Carlos Pérez ofrece una excelente versión de esta obra contenida en su disco Hechizos.
Del mismo disco, Carlos Pérez interpreta la obra Hechizos, del compositor chileno radicado en Francia, Mauricio Arenas. Esta obra premiada en el concurso de composición Andrés Segovia, presenta una forma A-B-A en la que una sección calma, introductoria, da a paso a una sección enérgica y rítmica, en la que la guitarra desplega todo su potencial.
Alberto Ginastera es uno de los compositores argentinos más importantes del siglo XX. Con un catálogo de obras que incluyen óperas, obra de cámara, y obras solistas, destaca la utilización de elementos de la música tradicional argentina en combinación con elementos de la vanguardia más académica. Su Sonata para guitarra es una de las más destacadas para el instrumento, sobresaliendo la utilización de un sinnúmero de recursos técnicos y tímbricos (rasgueos, percusiones, técnicas extendidas). Esta versión es ejecutada por Marcin Dylla, guitarrista polaco, ganador de innumerables concursos internacionales y uno de los guitarristas más musicales, expresivos y técnicamente sólidos de la actualidad.
Jorge Morel es uno de los compositores-guitarristas más prolíficos para el instrumento, que además basa la totalidad de sus obras en elementos tradicionales de la cultura latinoamericana, ya sea a través de danzas, patrones rítmicos, o melodías específicas, ya que además de sus obras originales ha desarrollado una gran cantidad de arreglos de canciones tradicionales, como por ejemplo El Cóndor Pasa. Su Sonatina en tres movimientos, utiliza elementos neoclásicos en su forma, tanto en el primer movimiento como en la estructura general, pero a la vez desarrolla la marca distintiva de Morel, sobre todo en el énfasis rítmico a través de acentos y patrones.El Guillatún