«A golpe de tierra» trae el ritmo afroperuano a las calles de Santiago
Hace 25 años que el cajón peruano se convirtió en el principal medio de expresión artística de María del Carmen Dongo. Junto a su grupo Manomadera, esta mujer viene a entregar ritmo y percusión, mensajes de unión latinoamericana, música y teatro.
En un anfiteatro lleno de gente de todas las edades, en la esquina de Bilbao, yendo por el Parque Bustamante, se presentó ayer un extenso y variado tributo al instrumento de origen peruano que se lució en las manos de ocho artistas. Tocaron durante una hora y media y en cada tema se generó una dinámica distinta, pasando desde la mística con actuaciones de contenido espiritual, hasta la fiesta que subió a varios espectadores al escenario.
A las 21 horas partió el evento que se enmarca en las actividades gratuitas de Santiago a Mil. El escenario lleno de luces y humo esperó a los artistas que comenzaron presentando sus percusiones tocando entre el público. El ritmo en la apertura estuvo a cargo de tres batajones, tres djembés, una quijada de burro y el infaltable cajón peruano. El compás incentivaba la motivación de los espectadores, acompañando a los artistas con aplausos coordinados.
La voz de Dongo se alzó entre las canciones para hablar del orgullo de Latinoamérica y manifestó la necesidad de difusión de las variadas virtudes de la región. Estos mensajes fueron aplaudidos por los espectadores demostrando un alto interés a pesar de que Chile, en las últimas cuatro décadas, ha perdido una conexión identitaria con el continente. Por eso es siempre bien recibida la musicalidad que vuelve a recordarnos cuáles son nuestras raíces.
Los artistas se formaron en el escenario haciendo un triángulo donde la punta era la artista principal. Con un silencio respetuoso y de admiración se escuchó un solo intenso y prolongado de María del Carmen. Sentada sobre el cajón, la percusión fue acompañada por un movimiento corporal acentuado y rítmico.
La presentación siguió con una percusión teatralizada por los artistas. Se comenzaron a hacer duelos entre cajoneros con movimientos rápidos y concisos. El público definía espontáneamente las competencias por medio de aplausos. Pero la que causó fervor indudablemente entre los oyentes fue Rocío Nicasio, o la «mujer negra» como la presentó Dongo. Fue ella quien tomó el micrófono en más de una canción para acompañar los bailes de cuatro integrantes del grupo.
Y justamente esos bailes fueron los que cautivaron la atención del público durante los próximos temas. Partieron con una teatralización mística del primer encuentro del hombre con el cajón peruano —acompañada siempre de la percusión— que luego se tornó en un movimiento de caderas interpretado por dos parejas.
Otras formas de hacer ritmo se vieron sobre el escenario: la percusión en zapateo y percusión corporal. El zapateo fue interesante cuando las dos mujeres bailarinas coqueteaban con sus pies sobre las tablas y los seis hombres les respondían sentados sobre el cajón peruano con las mismas percusiones de ellas. Se creaba un juego seductor basado en el compás golpeado de los instrumentos.
Una dinámica con el instrumento llamado cajita rítmica afroperuana causó risas entre los presentes. Tres artistas iban intercalando percusiones, interpretando un juego de lanzamiento de sonidos. Para terminar, pusieron todos los instrumentos sobre el escenario e invitaron al público a levantarse de sus asientos y hacer un trencito bailable. Los espectadores comenzaron a mezclarse entre los músicos y todo terminó en una gran batucada que situó a varios sobre el escenario y a otros sobre sus sillas, para bailar el ritmo afroperuano de María del Carmen Dongo y Manomadera.
Pocas veces podemos escuchar el cajón con ritmos afroperuanos, pues gracias a Paco de Lucía, este instrumento se ha vuelto muy popular y simbólico del flamenco; pero la presentación de Dongo lo introduce como un instrumento de origen y de rito. El espectáculo se volverá a repetir en distintos puntos de Santiago, Rancagua, San Felipe y Melipilla. En ellos se podrá escuchar y sentir la vibración de las percusiones de la mujer que junto al Instituto de Cultura de Perú, logró declarar el cajón peruano como parte del Patrimonio Cultural de la Nación.El Guillatún
María del Carmen Dongo y Manomadera. Foto: Tamara Ehrenfeld