Una joya oscura y silenciosa
Adam (Tom Hiddleston) es un músico que vive encerrado en una gran casa en Detroit. Su único contacto directo es con Ian (Anton Yelchin), un joven que lo ayuda a conseguir guitarras antiguas y cualquier extraño pedido que necesite. En la tranqulidad de ese hogar oscuro, repleto de cables, de instrumentos, vinilos y cosas antiguas, Adam comienza a desarrollar una especie de cansancio frente al día a día, de aburrimiento con las demás personas, algo parecido a un estado depresivo.
Por otro lado aparece Eve (la magnífica Tilda Swinton), que vive en Tangiers, Marruecos. A diferencia de Detroit, el barrio de Eve está poblado, en cualquier escalera y a cada vuelta de esquina aparecen un par de personas que ofrecen «lo que uno anda buscando», como si viviera en el centro del mercado negro. Pero Eve no está sola, sino que se junta periódicamente con Marlowe (John Hurt), que le consigue cosas y actúa desde la sabiduría del maestro.
Pasan los minutos y el director Jim Jarmusch no se siente presionado en exponer la trama en forma completa, ni en resumir la vida de los personajes para que el público se entere de todo. Este no es un blockbuster, acá hay tiempo y delicadeza. Es por eso que el hecho (fundamental en la película) que los protagonistas sean vampiros, se cuenta de a poco, desde los bordes hacia el centro. Así, se informa que Eve y Adam son pareja y que llevan unos años viviendo separados. Pero después de una video llamada en la que Eve nota el estado anímico de él, decide viajar a Estados Unidos.
Una vez juntos, los protagonistas reviven la milenaria relación que llevan, con unas cuidadas y bellas escenas íntimas y un tono melancólico que ya lo quisiera una película romántica. Pero la tranquila vida que llevan es interrumpida por la llegada de Ava (Mia Wasikowska), hermana de Eve. En ese momento las cosas de desordenan un poco, toman más sangre que la habitual e incluso terminan saliendo en una cita doble a escuchar música en un club nocturno.
Adam hace una música intensa, que desborda cualquier ambiente. Es un ritmo para funerales, pero funciona perfecto en antros nocturnos, donde se toca de manera ilegal ya que él nunca ha autorizado que sus canciones sean reproducidas. Su música puede ser el soundtrack de Detroit, una ciudad fantasma, un lugar que fue un foco de la industrialización en Estados Unidos con sus fábricas de automóviles, pero que en la actualidad sus calles dirigen a barrios deshabitados, mal iluminados, a peladeros donde alguna vez hubo algo y ahora solo quedan razgos de ese pasado, que no hace más que recordar una realidad que ya no existe.
Eve y Adam recorren los restos de una ciudad. Los focos del auto iluminan esos planos, más allá de esos metros no hay nada, son ellos dos solos, callados, con el ruido del motor de fondo, un sonido que alguna vez levantó esas calles, pero que en la película no es más que un eco que se pierde en el fondo, un grito. Esas escenas son preciosas en su simplicidad: dos personas en auto ingresando en la oscuridad. No hay miedo al silencio, no hay temor de que el espectador se aburra. Porque si hay algo bueno en los directores de nicho —como lo es Jarmusch—, es que saben cuál es su público, lo conocen, y lo más importante, lo respetan (a pesar de que ésta es su película más cara y no faltarán los nazis del cine que digan que se vendió vaya uno a saber a quién).
El ritmo de Only lovers left alive es lento, su fotografía es oscura, los diálogos son mínimos y los escenarios cerrados. Perfectamente podría ser una historia de yonquis demasiado pasados para salir a la calle de día y conversar con alguien. Pero no, estos son unos vampiros del siglo XXI (que usan Youtube y iPhone), que solo quieren sobrevivir y estar alejados de los humanos. No solo estar alejados en el caso de Adam, pues él los odia, los trata de zombies, de que tienen miedo en la búsqueda de la verdad y que son unos idiotas por contaminar el planeta y no darse cuenta.
Otro punto importante es que no hay una exacerbación del cuerpo como las cintas de vampiros para adolescentes. Es más, los semi desnudos empleados cuando duermen, poseen una naturaleza más excitante que cualquier cuerpo modificado hacia la idea de perfección. La película tiene mucho de eso, de sugerir, de indicar un punto, pero no de iluminarlo hasta matarlo.
También hay otro punto, la cantidad de referencias que hay en la película. Hay artículos completos en la web destinados a este tema. Desde Shakespeare a Jack White, pasando por Franz Kafka y Edgar Allan Poe. En general entran bien, son chistes, acotaciones o pura trivia ñoña que pasa frente a la pantalla para que el espectador la agarre, y si no lo hace no es problema. Son detalles que se agradecen que estén ahí de una forma sutil, elegante, y no como ese altruismo con pretenciones de «enseñanza» en que caen otros directores con sus referencias (para qué hablar del Woody Allen de Medianoche en París).
Only lovers left alive es una joya oscura y llena de polvo que estuvo perdida mucho tiempo en algún ático o subterráneo hasta que la encontró/creó/imaginó Jim Jarmusch. Faltaba un acto de justicia —si es que en el cine se puede hablar de justicia— con el enigmático mundo de los vampiros. Lamentablemente en Chile la película solo se ha presentado en contadas funciones en ciclos y festivales de cine, y no en salas comerciales. Pero bueno, hace rato que las multisalas han apostado por las cabritas más que por las historias y los que devoran cine lo hacen descargando bits por torrent.El Guillatún