Todo aquello que no fue
«3 corazones» de Benoît Jacquot
¿Cuántas veces nos ha pasado que queriendo hacer algo de forma irrefrenable, nos detenemos? Una especie de juez interno nos dice que pongamos en pausa nuestros anhelos más inmediatos y salgamos corriendo de ahí. Lo más extraño es que ese mismo juez luego nos reclama el no haber hecho nada en esa situación, declarándonos culpables y sentenciándonos a una condena perpetua junto a la incómoda pregunta ¿por qué no hiciste nada?
3 corazones (2014), película francesa de Benoît Jacquot recientemente presentada en SanFIC 2015, nos relata con un elenco de lujo las vicisitudes que debe pasar Marc, un trabajador de hacienda, al enamorarse fugazmente de Sylvie luego de haber perdido el tren en un pueblo lejano a París. Durante una noche pretenden conocerse y entablan una relación que dejará una profunda huella en sus corazones. Luego de esto deciden verse en la capital francesa, sin embargo, Marc no llega a la hora acordada, por lo que no sabe nada más de ella por un buen tiempo. En éste, conoce a Sophie, una mujer que dejará de lado a su pareja para irse a vivir con Marc. Lo que él no sabe es que la nueva mujer de la que se enamoró es la hermana de Sylvie, lo que en un futuro le acarreará un sinfín de problemas. Todo esto sucederá bajo a la atenta mirada de Catherine Deneuve, la actriz que interpreta a la madre de Sylvie y Sophie.
La historia que nos muestra el director francés es un tanto extraña, pues es capaz de desperfilarse de cualquier noción melodramática que pueda suscitarse a partir de un triángulo amoroso. Y gran parte de este trabajo no está dado por el guión (gran flaqueza del film) sino que por las actuaciones que sostienen las tres mujeres que aparecen en él. Sylvie, una apática mujer adicta al cigarro, conoce a Marc en un restorán cercano a la estación de trenes de su pueblo y, sin mayor reparo, lo ayuda a buscar un hotel luego de que éste perdiera el convoy que lo llevaría a París. En la noche que pasan juntos, podemos ver que Sylvie genera una especial conexión con este desconocido, la que se ve profundamente trastocada cuando éste no es capaz de cumplir su palabra, dejándola plantada en París luego de haber acordado juntarse allí.
Por otro lado está Sophie, una insegura mujer que motivada por la ausencia de su querida hermana, abandona a su esposo tras haber conocido a Marc cuando solucionaba un problema en hacienda. A partir de este momento, ambos se embarcan en una relación que termina con ambos casados y teniendo un hijo. Marc, por su parte, a medida que avanza el relato, toma consciencia que de quien se había enamorado era la hermana de la mujer con la que estuvo caminando por toda una noche esa vez que no había alcanzado el tren. Y por último, la madre de ambas, que como toda madre, sabe muy en lo profundo que algo extraño se está tejiendo entre estos tres corazones.
En este ir y venir de anhelos pretéritos que se creían superados, Marc y Sylvie tendrán que sortear de alguna manera las decisiones que cada uno tomó y de igual forma, aquellas que no cometieron para concretar su amor, siendo Sophie su principal obstáculo sin siquiera ella saberlo. Y es que 3 corazones nos habla de cómo el intento fallido de Marc por salir de su estado de confort en el que vive, desencadena una serie de situaciones que lo conducirán tanto a él como a las dos mujeres que sustentan la historia, a una lucha constante entre hacer lo que se siente y detenerse precisamente por hacer lo que se debe.
Sin mayores pretensiones en su factura visual, la película va revelando de a poco esa incómoda sensación de arrepentimiento que se asoma en cada uno de nosotros cuando movidos por una fuerza poderosa, ponemos en suspenso nuestros deseos más profundos por un extraño miedo al qué sucederá. El arrepentimiento que viene luego y que no somos capaces de dimensionar en un principio es el leitmotiv que sostiene a esta obra audiovisual francesa que obtuvo seis nominaciones en su paso por festivales. Y lo peor no es quizás esa sensación de la cual nos hacemos parte junto con Marc y Sylvie luego de su reencuentro, sino que su absurdo intento por revertir una decisión ya tomada sin importar aquello que estos dos más quieren: a Sophie. Absurdo que va continuamente acompañado de un sonido grave que dota a las escenas de una carga dramática bastante oscura.
Y es que si hay algo que nos cuesta a todos, es entender que cuando tomamos cualquier decisión, todo un mundo de posibilidades se pulveriza en la opción que no tomamos y, por más que duela, debemos aceptar que la vida en su infinita sabiduría, articulará nuestra existencia de tal forma que sabremos con absoluta certeza que la decisión por la cual optamos, fue la mejor que pudimos haber tomado en ese momento. El desafío, por tanto, está en nosotros y en nadie más; aceptar que todo aquello que no fue, nunca volverá a ser. Y por más que lo intentemos, habrá una fuerza más grande que nosotros que en su honda profundidad nos revelará que así siempre debió ser. Es hora de confiar en las decisiones que tomamos, confianza que al menos toma toda una vida lograr.El Guillatún