La buena intención de la película inaugural
La película Femme, que inauguró el Femcine 4, es pura buena intención. Así, con numerosas entrevistas a mujeres (de varias edades, de distintos lugares y con profesiones diversas), que explican el rol de la mujer en la era antigua, la postergación sufrida en la modernidad, los cambios hacia una sociedad más igualitaria en el presente y la necesidad de que esto ocurra en todos los países.
Emmanuel Itier tuvo que conformar un guión de 90 minutos con cientos de horas de entrevistas y eso se nota, para bien o para mal. Esto porque el documental sólo se basa en ellas —apenas tiene unas palabras escritas que ordenan la discusión y una que otra toma histórica o de recreación— y a pesar de que en general los comentarios son muy acertados, claros y otros bastante elocuentes, se pierden en la densidad de la palabra hablada. Pues son muchas mujeres hablando, es demasiada la información para procesar.
De esta manera el documental se vuelve uniforme, pues no existe ningún cambio de ritmo, cada entrevistada ofrece un argumento muy bueno y preciso respecto a la necesidad de la igualdad de género en todos los ámbitos de la vida, luego viene otra que hace lo mismo y así continúa, provocando la sensación que cada comentario es el último e impidiendo recordar qué dijo cada una o quién era la que dijo determinada cosa. Probablemente a la que más se recuerda es a Sharon Stone —que además es productora ejecutiva de la película—, pero porque es la cara más conocida de las que ahí salen.
¿Es un mal documental? No, pero sí es cansador y ejemplifica el clásico error de creer que más es mejor. Cuestión que no ocurre normalmente y acá tampoco. Además, al ser Femme la película que abre la muestra de Femcine, revela la tradición de algunos filmes de apertura en los festivales. Que, como es lógico, pretenden abarcar una gran cantidad de público y tienen una moral bienintencionada (en este caso es mucho más claro el mensaje por la temática de género del documental y del festival). Afortunadamente no ocurre lo mismo con el resto del festival, donde se apuesta por obras más marginales, con estéticas vanguardistas y arriesgadas.El Guillatún