«Gloria»: La libertad tiene otra cara
Gabriel García Márquez alguna vez dijo que «El secreto de una buena vejez no es otra cosa que un pacto honrado con la soledad». No sabría si desmerecer los dichos de este destacado escritor después de haber visto la alegre y libertaria Gloría, interpretada por la galardonada Paulina García quién tras su desempeño en esta película fue premiada con el Oso de Plata en el festival de Berlín en la categoría mejor actriz femenina. Esta cinta ha dado un vuelco en el modo de mirar el proceso del envejecer, gracias a una novedosa historia que pretende alejarse del clásico concepto de este tema cuando se trata industrialmente. Es así como el director Sebastián Lelio, reconocido por Navidad y El año del tigre, junto a su guionista Gonzalo de la Maza, que participó en estas dos películas y también en la serie Casado con Hijos, lograron concretar un proyecto nuevo, entretenido y conmovedor que se sale del clásico cine chileno y se imprime dentro de esta nueva generación de realizadores que buscan proyectar diversión y un cambio en la forma de comunicar a través de la gran pantalla.
La forma del film es muy interesante porque es una comedia dramática que tiene un toque serio y chistoso, pero que se diferencia de otras en su género por ser radicalmente abstraída. Se mete en el personaje no sólo abarcando lo que éste desea por las acciones que realiza, sino que también, por lo que no hace. Lo tentador es que nos muestran a una persona que hace y siente, y esa emoción tiene tanta importancia en la pantalla, que el espectador descubre una empatía con la protagonista que raya en lo adorable. Otra cosa atrayente es la trama, que consiste en grandes rasgos sobre la vida de una mujer divorciada, romántica, que está envejeciendo, y la manera en que vive esta realidad en un Santiago de Chile envuelto en sus propios problemas con las protestas estudiantiles. El recurso de mezclar la vida de Gloria en paralelo con la realidad nacional, deja entrever un punto de vista metido en la reivindicación de los derechos, en cuanto a Gloria el derecho a vivir y en cuanto a los estudiantes el derecho a educarse. Gloria lucha por mantener un estilo de vida arraigado fuertemente en el carpe diem, la idea es vivir el momento y soltar la rienda de aquellas barreras sociales que encasillan a las personas mayores dentro de una rutina apagada, hogareña y sin propósito. Ella, con su persistente búsqueda del placer y del amor, logra reflejar, sin inhibiciones corporales ni psicológicas, la imagen de una mujer diferente que pretende marcar un antes y un después en torno a la noción de madurez.
El guión es en sí una obra completa, repleta de matices exquisitos y acontecimientos memorables, que al mezclarlos con la dirección hacen de la cinta una creación artística de principio a fin. Planos tan hermosos como el de la ruleta, el de la peluquería y varios en exteriores, que son los que recuerdo rápidamente, más diálogos tan emocionantes como los que tiene Gloria con Rodolfo, su amante, son los que hacen de la película un recuerdo inolvidable. Las actuaciones por otro lado, son un punto importante, Paulina García ha logrado con este papel acercarse a una sensibilidad inigualable por otros, algunos críticos la han comparado con Meryl Streep, una de las actrices mejor catalogadas del mundo, lo que no se aleja de mi parecer al respecto. También la interpretación de Rodolfo, por el actor Sergio Hernández, es un elemento importante que perfecciona y consolida la personalidad de su compañera en el film. Con respecto al resto del elenco hay que rescatar el fugaz pero valioso papel de Alejandro Goic, ex esposo de Gloria, que nos hace comprender de mejor manera el mundo en el que la protagonista se encuentra inmersa. Y por último, la decisión no sé si consciente de los creadores de esta película, sobre el tratamiento de la imagen establecida de los demás actores, los cuales no tienen mucha carrera en el cine lo que finalmente proyecta normalidad, presente, y menos ficción, aunque lo sea.
En definitiva, es una cinta extraordinaria que se conforma dentro de un nuevo renacimiento del cine chileno que pretende seducir e impresionar al espectador. La idea es ir, empaparse de la película y además, del éxito musical del ‘79 que tuvo la canción Gloria de Umberto Tozzi. Sin darse cuenta, mientras que las imágenes pasan y la película termina, uno va a estar cantando: «Gloria, faltas en el aire, falta tu presencia, cálida inocencia, faltas en mi boca que sin querer te nombra y escribiré mi historia con la palabra Gloria».El Guillatún