Una operación sin muchas exigencias
El conservador de arte Frank Stokes (George Clooney) convence al presidente de Estados Unidos, Franklin D. Roosevelt, de la necesidad de enviar un pelotón especial a Europa, y así recuperar las obras robadas en el continente durante la ofensiva de los Nazis en la Segunda Guerra Mundial.
Stokes recluta especialistas —desde un arquitecto hasta un restaurador— para conformar un grupo de siete «soldados del arte» que reciben instrucción de guerra y son enviados a Francia —con desembarco en Normandía incluido— para comenzar su misión de rescate de las cerca de 5 millones de obras de arte robadas.
Si la anterior película de George Clooney, The ides of March (2011), le sirvió para ser reconocido como un director con la capacidad de crear una obra adulta y compleja, sin perder el ritmo y la intensidad de las grandes producciones hollywoodenses; su última entrega, Operación Monumento, está más cerca de la media de los blockbusters de estudio, pues el desarrollo de la historia es bastante simple, sus personajes son unidimensionales y la película ofrece solo una lectura y se encarga de recordarla varias veces.
No hay actuaciones sobresalientes, pero eso no significa que éstas sean malas, sino que funcionan con normalidad, casi sin ninguna exigencia a nivel artístico. Lo anterior sería un gran problema si los actores fueran inexperimentados, pero al contar la producción con nombres brillantes como Bill Murray, Cate Blanchett, John Goodman y el mismo Clooney, el correcto desempeño de éstos está más relacionado con los intérpretes que con la historia o la dirección de actores.
La indefinición de la película, que se mueve entre la estética bélica y la representación histórica, con importantes aportes de la comedia, dificulta la disposición del espectador frente a la obra. Operación Monumento es una cinta que no apuesta sobre sí misma y que habla de arte sin ninguna profundidad, sino que prioriza los cruces de nombres, datos y fechas; aún así tiene la capacidad de poner en discusión el «valor del arte» mediante una gran historia en extremo simplificada en el guión, la que es interpretada por buenos actores, pero sin exigirse demasiado.El Guillatún