La realidad no es suficiente
«Ready Player One: comienza el juego» de Steven Spielberg
Ready Player One: comienza el juego (2018) trae a la pantalla grande la historia de Wade Watts, un joven que vive en Columbus, Ohio en el año 2045. Al igual que el resto de la población, este chico pasa la mayor parte de su tiempo en OASIS, una plataforma de realidad virtual en la que puedes convertirte en quien tu quieras a través de un sistema de avatares y monedas, similar a un videojuego.
La narración inicia cuando se nos revela que el creador de este juego, luego de morir, informa a todos los usuarios de esta realidad que ha escondido un easter egg en uno de sus escenarios virtuales. Quien lo encuentre se transformará automáticamente en el dueño de OASIS y obtendrá todo el dinero que ganó gracias a éste. A partir de aquí, Watts atravesará una serie de desafíos junto a sus amigos con tal de resolver todos los enigmas que hay detrás de este tesoro.
Bajo la dirección del mítico realizador Steven Spielberg, los primeros treinta minutos del film son la mejor muestra del talento del director estadounidense y su vasta experiencia dirigiendo historias de aventura. Una suma de secuencias de acción al inicio del metraje no dan ningún respiro al espectador, capturando su atención de manera irremediable. Con un ritmo trepidante vemos cómo Wade intenta superar el primer enigma, donde su ingenio y conocimiento acerca de la vida y personalidad de James Halliday, el inventor de OASIS, le permitirá resolver el acertijo que se esconde tras éste.
En este sentido, el uso de los efectos especiales cobra gran relevancia para construir este entorno virtual ilimitado en el que se mueve la historia. Con un primer acercamiento que resulta algo extraño, OASIS termina por instalarse en nuestro imaginario como aquel paisaje inconmensurable poblado por una enorme cantidad de avatares provenientes de la cultura pop de los 80’ y el infinito universo de los videojuegos. Nos enfrentamos, por tanto, a una serie de referencias difíciles de pasar por alto, razón por la que es muy probable que varias generaciones de espectadores vean en pantalla a personajes que quizás ya conozcan de antemano.
La película si bien posee un reparto que cumple con las expectativas de un relato de aventuras, destacando las actuaciones de Simon Pegg (como Odgen Morrow) y Mark Rylance (como James Halliday), la interpretación de Tye Sheridan en el papel protagónico queda en deuda en la encarnación de un personaje con el que sea posible empatizar. Y es que el guion en sus primeros minutos sólo busca dar un sinfín de información acerca de cómo funciona OASIS y no ocupa tiempo suficiente en esclarecer las razones que tiene Wade para resolver las pruebas que dejó Halliday luego de morir. Entendemos hacia dónde va el muchacho, pero no conectamos con su por qué.
Por otro lado, el montaje de este largometraje carece de un ritmo que permita compenetrarnos del todo con lo que está sucediendo en pantalla. Normalmente el género de aventuras supone un conflicto que va creciendo a medida que avanza el relato, donde las subtramas si bien existen, no toman tanto protagonismo como aquel suceso central que genera la lucha de fuerzas de la historia. En este caso, Ready Player One en varios momentos parece centrarse en cuestiones poco relevantes, que más que aportar al desarrollo de la trama, la entorpecen. De aquí que la presencia de dos montajistas en los créditos del film sirvan como pista para declarar que existe una mezcla de estilos de trabajo que Spielberg no logró aunar del todo.
No obstante, el diálogo que esta película establece con nuestro entorno más cercano es quizás su principal atractivo. La tendencia generalizada a la nostalgia por parte de la mayoría de las producciones culturales hoy en día, la articulación de los videojuegos como un género en sí mismo, el avanzado desarrollo de la realidad virtual y el creciente uso de la tecnología como mecanismo de evasión de la realidad son temas latentes en esta aventura de ciencia ficción que nos trae el artífice de obras icónicas del cine comercial y mundial como Indiana Jones y la última cruzada (1989) o Jurassic Park (1993).
Este film coloca ante nuestra mirada un avance tecnológico que está hoy aquí, presente en videojuegos cada vez más realistas, inmersivos y desafiantes a nivel gráfico y narrativo. Fenómeno que sin duda los habitantes del futuro mirarán con ojos curiosos, tal como hoy algunos lo observamos con cierto recelo y cuidado. Ready Player One es un excelente recordatorio de esa magia que tienen el cine y los videojuegos, parientes cercanos por lo demás. Artificios que nos llevan a la aventura, a explorar otros universos, personajes y situaciones; realidades que están mucho más cerca de lo que nosotros mismos pensamos.El Guillatún