Es hora de levantar el vuelo
«Se levanta el viento» de Hayao Miyazaki
Alucinando. Así queda uno luego de asistir a la exhibición de Se levanta el viento (Kaze Tachinu, 2013) de Hayao Miyazaki, película de animación que hasta ahora constituye la última pieza del influyente legado cinematográfico del director japonés fundador de Studio Ghibli. Reconozco que a pesar de la afamada filmografía de Miyazaki, nunca en mi vida me había enfrentado a una de sus películas. Esto puede explicar en parte la emoción que me embargó esa tarde al salir del Cine Arte Normandie, lugar donde está exhibiéndose actualmente la película.
Se levanta el viento narra la historia del joven japonés Jiro Horikoshi, el que aquejado por un problema a la vista, decide dejar de lado su sueño de convertirse en piloto de aviones para transformarse finalmente en aquel que los diseña. Luego de experimentar un sinnúmero de obstáculos que se ven entremezclados con una serie de percepciones oníricas que tiene este personaje en torno a la aviación, la película de Miyazaki logra transformar una historia con un trasfondo evidentemente bélico en una fábula pacifista que nos invita a intentar vivir frente a la adversidad.
En la película es posible observar cómo la experiencia de diez largometrajes previos le permitieron articular al director japonés una historia llena de matices y significados que indudablemente se ven amplificados por el formato en el que se exhibe. La animación en pantalla grande nos hace visualizar con lujo de detalles toda una cosmovisión oriental respecto a la creación cinematográfica, donde existe un especial énfasis en la expresividad de los personajes, en el uso del movimiento al interior de la escena y en la relevancia que cobra el paisaje en función de la historia que se está contando. Todos aspectos que usualmente no son muy trabajados por las producciones de Hollywood.
Con colores vívidos y una composición bellamente desarrollada, Miyazaki pone como telón de fondo una naturaleza agobiante, pero a la vez delicada, donde el viento, la lluvia, el fuego y el agua son elementos al mismo tiempo que personajes, acompañando cada una de las acciones que suceden en la historia y dotándolas de emoción y significado. No obstante, éstos carecerían de sentido si no estuvieran acompañados por el cuidadoso trabajo de mezcla sonora que vemos en el film y que le otorga más grados de lectura a cada imagen, donde el ruido de la lluvia, de los arroyos, del viento entre la maleza y el sonido de las ropas y la ciudad a lo lejos, nos hacen olvidar que estamos frente a una animación y nos transportan a parajes de ensueño que parecen hallarse más cerca de lo que uno mismo piensa.
En lo que refiere a lo que sucede al interior de cada plano, Se levanta el viento resalta por dos cosas: por un lado, aquella particular visión donde se ponen en tensión de manera evidente elementos en movimiento y también estáticos. De esta forma destaca la incesante presencia de un tren en varias secuencias de la película, tanto en primer plano como también siendo parte del paisaje. Y por otro lado, los imposibles movimientos de cámara que se desarrollan en los pasajes oníricos del film. Por tanto, la realidad que nos presenta Miyazaki está siempre dotada de movimiento, tanto sea por el tren que se mueve al fondo del paisaje, por un reloj colgado en la pared que va y viene mientras dos personajes conversan quietamente o por la lluvia que se esconde detrás de una ventana. De aquí que sea imprescindible experimentar esta película en pantalla grande para no perder detalle alguno o por el contrario, dejarse perder entre los detalles que la componen.
En cuanto a la historia, resulta interesante constatar que tiene su asidero en la vida real de Jiro Horikoshi, destacado ingeniero aeronáutico japonés, quien fue responsable del diseño del conocido avión Mitsubishi A6M (o también llamado Zero), modelo utilizado para bombardear la base estadounidense de Pearl Harbor previo a la Segunda Guerra Mundial. En este sentido, la película logra hacer visible las posibles contradicciones en las que se vio envuelto Horikoshi al momento de diseñar aviones y tomar conciencia que estaban destinados a ser utilizados como material de guerra y no como herramientas para cumplir su más anhelado sueño que era volar. En este proceso cumplen un rol relevante las ensoñaciones que vive el ingeniero, las que evidencian que su deseo más preciado desde pequeño aún vive a pesar de las adversidades a las cuales se ve enfrentado.
Y es en este último aspecto antes mencionado donde radica a juicio de quien escribe, el aspecto más importante de la película, el que está ciertamente relacionado con la frase que más se repite en ésta: «El viento se levanta, debemos intentar vivir». Ésta se entiende finalmente como aquella opción que tenemos los seres humanos de reponernos ante los infortunios que vivimos a diario, volver a tener esperanza y retomar el vuelo del cual hemos caído. Todos sabemos que la vida supone varios obstáculos que debemos sortear de una u otra manera y es muy probable que nuestras ganas de reponernos desaparezcan con frecuencia. No obstante, debemos intentar esperar ese viento de vida, que vuelve a encender el fuego y aprovechar ese aire para retomar el vuelo que hemos dejado de lado.El Guillatún