Más de lo mismo
¿Qué cosa nueva se puede decir acerca de Woody Allen? Ese gran desafío es el que enfrenta el documental Woody Allen: a documentary, de Robert B. Weide.
Si bien Woody —de 77 años— otorga pocas entrevistas y restringe el acceso a su vida privada, eso no significa que sus fanáticos no sepan que en su época de comediante boxeo con un canguro en televisión; que sus primeras cintas solamente eran cómicas, para luego pasar a temas más serios y después terminar mezclándolo todo; que está casado con la hija que había adoptado Mia Farrow; que cuando busca ideas para sus nuevos proyectos no busca en su cabeza, sino que revisa un cajón lleno de papeles; y que toca el clarinete en un banda de jazz.
En una estructura lineal avanza la historia, desde un Allen que escribía chistes y los enviaba a los diarios, hasta revisar casi toda su carrera cinematográfica —que incluye 49 películas— pasando por detalles de su vida personal.
¿Hay algo más que eso? Pues una grabación de la madre de Woody hecha por él; su hermana y productora dando detalles de infancia y de algunas películas; Allen haciendo el camino desde su casa de infancia hasta el cine en Brooklyn; sentado en su cama revisando papeles amarillos que hasta hace unos minutos estaban escondidos en un cajón. Además de varios actores del team Allen como las eternas Diane Keaton y Dianne Wiest, las nuevas musas Scarlett Johansson, Penélope Cruz y Naomi Watts, más Larry David, Sean Penn, Josh Brolin y Owen Wilson.
Los temas y personajes que puede abordar un documental son múltiples y probablemente nadie se encuentre en posición alguna para reclamar por la realización de uno, a menos que sea parte interesada en que éste no se publique. Lo importante —además de la crucial elección del tema y los sujetos del documental— tiene relación con el contenido, el ángulo y la estética empleada.
En Woody Allen: a documentary, seguramente nadie podrá alegar en contra de su difusión, ya que no imagino a quien puede afectar su distribución. Cabe preguntarse sobre la necesidad de ir a ver la historia de alguien sin ningún tipo de información nueva que sea relevante.
Si bien Woody Allen debe ser uno de los directores cinematográficos más importantes e interesantes de la segunda mitad del siglo pasado, este documental no se hace cargo de nada de eso, pues la revisión de su filmografía, si bien se desarrolla extensamente, es más sobre datos —la mayoría conocidos— y poco sobre los mundos construidos, su influencia y posibles lecturas de sus obras. Todo lo anterior hace preguntarse qué tanto aporta ver este documental.El Guillatún