En el nombre del padre, de la madre y del hijo
No es fácil ser padre o madre. Tampoco ser hijos. Nacemos siendo hijos, pero sin saber ser hijos. Aprendemos a ser padres al nacer nuestro hijo. En ambos casos hay grandes posibilidades de equivocarse. En ambos casos hay alguna posibilidad de hacer lo correcto. Ni en uno ni en otro elegimos quién nos criará o a quién criaremos. Lo único que podemos elegir es el tipo de persona que aspiramos a ser, aunque claro, en eso se nos pasa la vida. Mientras eso sucede, tres excepcionales libros ilustrados recientes nos hablan de los encantos, y desafíos, de ser madre, padre e hijo.
Padre
«A veces, con los hijos, pasa como con el dibujo: no te sale como lo imaginabas». El que habla es Gusti, autor del libro Mallko y papá. Y sabe de lo que habla. Con una destacada carrera como ilustrador ha pasado su vida borroneando, descartando bocetos, trazando líneas y corrigiendo bosquejos hasta dar con la imagen que busca. Pero hay una gran diferencia: a un hijo o a una hija «no puedes retocarlo, mejorarlo a tu gusto ni perfeccionarlo con Photoshop».
Eso lo supo Gusti gracias a Mallko, su hijo con síndrome de Down, que le abrió los ojos, y el alma y el corazón si quieren, para comprender que no siempre todo es como lo esperamos. Y que, por el contrario, muchas veces pueden resultar siendo mejores.
Ese proceso quedó plasmado en el conmovedor libro Mallko y papá (Océano travesía), un recorrido sin filtros, honesto y espontáneo por la relación de un padre con su hijo, la manera en que comienzan a conocerse, a respetarse, a dialogar, necesitarse y amarse.
A través de un diario gráfico donde se reúnen fotos, anotaciones, pequeños cuentos, dibujos propios y de su hijo, Gusti nos deja acompañarlo en el día a día de su familia, en los descubrimientos casuales que se atesoran como joyas, en el cansancio de una jornada que se renueva en eso que él llama «el amor incondicional» y en el universo en expansión constante de Mallko. Siempre usando la ilustración como vehículo y motivo de sus reflexiones, sin dejar jamás de ser el libro de un ilustrador que vive y piensa desde el dibujo.
Como en la vida de todos nosotros, en las páginas de Mallko y papá no todo es idílico. Los miedos están a la vuelta de la esquina, las preguntas siguen revoloteando y a veces hay dolores que tardan en pasar. Ahí está la lección de este libro: nadie tiene el control, ninguno de nosotros es tan fuerte o valiente como piensa. Pero cuando entendemos nuestra propia fragilidad encontramos el camino para seguir adelante. En palabras de Gusti: «Aceptar es recibir voluntariamente y con agrado lo que se nos ofrece».
Madre
«Una tarde, paseando por una calle miserable de Temuco, vi a una mujer del pueblo, sentada a la puerta de su rancho. Estaba próxima a la maternidad, y su rostro revelaba una profunda amargura. Pasó delante de ella un hombre, y le dijo una frase brutal, que la hizo enrojecer. Yo sentí en ese momento toda la solidaridad del sexo, la infinita piedad de la mujer para la mujer…», escribió Gabriela Mistral a comienzos de los años 20 narrando el nacimiento de los versos que más tarde compondrían Poemas de las madres, una serie de encendidas estrofas dedicadas a la maternidad, en especial a aquellas mujeres que no solo deben criar solas a su hijo sino que también enfrentan el machismo, la culpa, el rechazo de su familia, la pobreza y la hipocresía de la sociedad.
Los textos publicados originalmente en 1923, 20 años antes del doloroso suicidio de su hijo adoptivo Yin Yin, no dejaron de causar indignación en el beato Chile de entonces. Tampoco pasaron inadvertidos cuando en 1950 la Editorial del Pacífico los presentó junto a los audaces dibujos de André Racz. No debería parecer extraño: en un país donde hasta 1998 existían «hijos ilegítimos», los versos de Mistral, cargados de pasión y sin miedo de mostrar tanto el lado animal como el espiritual de la maternidad, siempre fueron mirados con recelo.
Editorial Quilombo acaba de publicar una nueva versión de Poemas de las madres, en esta ocasión ilustrados con sutileza y acierto por la artista argentina Cecilia Afonso Esteves. Cabría esperar que el llamado de Mistral no fuera necesario en el Chile de hoy, pero la publicación llega justo en medio de los debates en torno al aborto, donde se ha dejado escuchar una parte de la sociedad chilena que sigue poniendo en duda los derechos de la mujer y contradice su discurso pro vida con un sistema de salud, educacional y previsional liberado al mercado que castiga doblemente a las madres de menores recursos.
Entre las flores y espinas que ha recortado la ilustradora, sigue fluyendo el poder de los versos de Gabriela Mistral, que, como siempre, nos llama a no olvidar a los que sufren, a los postergados y a los oprimidos.
Hijo
«Pero no creas que únicamente me traspasará y estará trenzado con mis entrañas mientras lo guarde. Cuando vaya libre por los caminos, aunque esté lejos, el viento que me azote me rasgará las carnes y su grito pasará también por mi garganta», escribe Gabriela Mistral en Poemas de las madres sobre el niño que está por nacer.
El estrecho vínculo que se forma entre una madre y un hijo también es el centro del libro Mon tout petit, de Germano Zullo y Albertine, publicado por la prestigiosa editorial francesa La joie de lire. Ganador de la categoría ficción en la reciente Feria del libro infantil y juvenil de Bolonia —el volumen será editado en español por el sello argentino Limonero—, retrata con afecto y sin sensiblerías las distintas etapas de la relación, donde el paulatino cambio de roles más que debilitarlo lo hace perenne.
Un dibujo sintético y cercano, y un texto mínimo pero de gran riqueza, componen un libro perfectamente ensamblado, que conmueve, divierte y asombra, recordándonos que, como todo afecto, la relación entre padres e hijos no es inmutable y requiere de la participación de dos para perdurar. Es, como dicen los autores, «Es una historia. Una gran historia. Nuestra historia».El Guillatún