La secuencia ganadora
Desde hace un tiempo, y como todas las cosas que consumimos en esta vida moderna, incluyendo los tomates transgénicos del supermercado, el mundo de la música pop y los éxitos radiales está cada vez más estandarizado, al punto de que un cuarto de las canciones que entran en las listas de éxitos de un período de tiempo están compuestas con los mismos cuatro acordes, como se ejemplifica en este divertido video en que un músico puede cantar varias canciones del top 100 de Spotify usando la misma progresión armónica.
¿Cómo hemos llegado a esto? ¿Cuál es el fin? Si comparamos con décadas pasadas esto no era así, y podíamos encontrarnos con progresiones riquísimas y complejas que igual entraban en las listas de éxitos (pienso en algunas canciones de Michael Jackson). Podemos llegar a intuir incluso que se trata de una forma de elitizar la música, así a la gran masa trabajadora que solo quiere distracción el fin de semana le das más de los mismos cuatro acordes y acostumbras su oído a percibir eso como «entretenido»; mientras que música más inquietante y elaborada (que vaya sí que la sigue habiendo) queda para oídos más refinados y educados. No lo sé, pero cuando era más chico desprecié la música «fácil», y con el tiempo he ido entendiendo de que no se trata de eso, la progresión es solo un colchón para lo que quieras decir encima, y es ahí donde se puede hacer la diferencia. Siempre hay melodías y palabras para hacer esa diferencia en un mundo de cuatro acordes.
Ojo, que no estoy denostando las progresiones de cuatro acordes, al contrario, hay miles de esas, como miles de combinatorias hay (yo al componer la llamo «la secuencia ganadora»), y pueden servir de base para toda una canción. Encontrarlas tiene un poco de la búsqueda del oro, a veces salen fruto de la casualidad después de unas horas tocando el instrumento, y a veces puedes trabajar más cerebralmente sobre estructuras archiprobadas, como sucede en el caso de la progresión que voy a ejemplificar en esta columna: Re mayor – La mayor – Si menor – Sol mayor. Secuencia muy similar a la del video de los éxitos de Spotify, pero que dio origen a dos nobles canciones a las que le tengo mucha admiración.
La primera es «With or without you», hitazo del año 1987 de la otrora «banda más grande del mundo» U2. Sin variar en absoluto esta secuencia ganadora, la canción va avanzando desde el minimalismo (línea de bajo) a la suma de elementos que desembocan en un clímax alrededor del tercer cuarto de la pieza, coincidiendo con un coro de estadios (oooooh) y la repetición mántrica del título. A continuación viene un reposo que es la excepción —el bajo se queda unos compases en la primera nota—, y el remate final fade out mediante, como si la canción durara enternamente y esos cuatro acordes nos pudieran acompañar todo un día. Según leo en Wikipedia, el proceso de la canción no fue fácil, pues partió con esta secuencia ideada por Bono, pero costó que prendiera entre los demás integrantes, sus primeras versiones sonaban «demasiado sentimentales y muy convencionales porque los acordes iban repitiéndose una y otra vez» (Adam Clayton, bajista). Fueron la producción musical y la «guitarra infinita» de la intro quienes salvaron a la canción y la convirtieron en uno de los mayores éxitos de la banda e infaltable en sus conciertos.
El segundo ejemplo que quiero poner tiene la misma progresión, pero empezando por el tercer acorde (Si menor). Se trata de «De música ligera», quizás el mayor éxito de Soda Stereo, canción universalmente reconocida por el mundo latino desde California a Punta Arenas y publicada en el año 1990. Precisamente su simpleza y letra corta (tan solo 8 versos y un coro) la convirtieron en un clásico instantáneo, y a diferencia de la canción de U2, su estructura se basa en la alternancia continua de estrofa-coro-interludios instrumentales… y vaya qué buen coro. Gustavo Cerati contó una vez que bajo la apariencia de una sencilla canción de desamor y nostalgia subyace una crítica a la música comercial: «La mayoría de las veces la motivación para escribir, la inspiración, te sale de la misma música. La misma música tiene los ingredientes necesarios a la letra, hay algo de lo que me está hablando la música. En este caso era lo más liviano y lo más pop que podía imaginar, era como una canción que había estado guardada durante mucho tiempo ahí» (Wikipedia). Resulta un poco paradójico que una banda (y en particular Cerati solista después), que siempre buscó la elegancia, la vanguardia y distinguirse, tuviese su peak comercial con esta secuencia ganadora popular, a la cual reaccionarían después con el experimental disco Dynamo (1992), un disco más elitista y de culto (y personalmente mi favorito). Pero más paradójico me resulta que esta canción actualmente sea más recordada solo por lo que ocurrió al final de su interpretación en el estadio River Plate en 1997 (el último concierto de Soda Stereo): la ultra-manoseada frase «Gracias totales».El Guillatún