«La Nueva Familia», situaciones provocadoras que inducen a pensar
La Nueva Familia, obra de Gerardo Oettinger y Rodrigo Susarte, trata dos inquietantes temas actuales: los rasgos que ha adquirido la libertad sexual en este tiempo y la existencia de comunidades que se rigen por normas propias como una forma de búsqueda interior o rechazo a las imposiciones sociales. Algunos de sus actos han tenido repercusión en la prensa o han enfrentado problemas judiciales. Son temas que se relacionan con el amplio debate sobre la reforma educacional y nuevas leyes sobre estructura familiar.
Identificados estos temas como dos de los con mayores consecuencias en la vida contemporánea, Gerardo Oettinger y Rodrigo Susarte dedicaron cerca de cinco años a estudiarlos desde distintos puntos de vista. Investigaron en un campo resbaloso, de situaciones difíciles de llevar a escena.
En la obra pueden distinguirse varias etapas. En un primer momento nos encontramos con un grupo de jóvenes que, medio adormecidos o agotados, conversan en torno a una niña que habla recostada sobre una mesa. Uno de ellos tiene aspecto muy formal, viste terno oscuro y corbata, va hacia el fondo, se desviste, y reaparece sólo con correas en su cuerpo. Se mueve como un perro y espera las órdenes que le da su ama, que lo maneja con un látigo. Es una situación bastante típica de sadomasoquismo; la mujer pasa a ser dominadora y el hombre es rebajado a la condición de perro. Revierte la situación de esclavitud de las mujeres en la prostitución. Sin relación directa, otra niña se lava profusamente el sexo sobre una palangana. En otra escena dos niñas semi desnudas se acarician apasionadamente, después, atrás, se introducen en una tina de baño. Son aspectos de la vida en esa comunidad en la que todos pueden hacer lo que quieran. Punto culminante es la escena en que un hombre desnudo es amarrado y flagelado, luego una mujer, con abrigo de cuero, lo libera de sus amarras, se instala sobre él y llega a un clímax; sin embargo, quizás como otra forma de humillarlo, exhibe el juguete sexual con el que llegó al clímax. En sí mismas las escenas no son nuevas, aparecen ampliamente en el cine XXX y actos sexuales explícitos fueron realizados en teatro por el movimiento «In yer face» en Inglaterra.
En el comunicado de prensa se explica que en esta comunidad todo está permitido, menos el amor. Eso puede deducirse por la sucesión de acciones, pero no está propiamente desarrollado. La prohibición del amor en las relaciones sexuales fue presentada con ironía tempranamente ya el año 1932, por el escritor inglés Aldoux Huxley en su novela Un Mundo Feliz. En ella toda relación que busque la exclusividad es impropia y egoísta. Como explicitación de la permisividad a que se ha llegado en nuestra sociedad, la obra resulta bastante clara, aunque no aporta interpretaciones o imágenes nuevas.
En una última etapa la obra adquiere un sentido diferente. A ese grupo llega la pareja de Sara con intención de sacarla de ahí. Sin embargo ella se ha integrado por su propia voluntad y no quiere volver a la sociedad que le impone normas que no acepta. Tiene una justificación, el mundo occidental proclama como valor superior el libre albedrío, la libertad es un valor inalienable, ella no hace más que ejercer este derecho.
La obra retoma el tópico de la relación entre Eros y Thanatos, el amor unido a la muerte. El muchacho que va a liberar a su amada acepta tomar una droga que los liberará, bebe una copa que se le ofrece, se desvanece y cae. Le amarran uno de sus pies a una polea que siempre estuvo pendiente en la altura, y lo izan hasta que cuelga completamente boca abajo. Instantes después lo bajan, pero ahora está en otro mundo, ése es el paraíso y los seres que están cerca son ángeles, su amada Sara también tomó el veneno y lo acompaña, han llegado a un universo nuevo en el que cada ser es autónomo y diferente. La total libertad no se logra en este mundo.
En dirección compartida por Rodrigo Susarte y Camilo Carmona, que también actúa, la compañía plantea la obra como una investigación teatral sobre formas actuales del comportamiento sexual. En el amplio escenario del Teatro La Memoria, Rocío Troc crea espacios diferentes que permiten una amplia gama de movimientos, una mesa puede ser comedor o sala de tortura, al fondo una tina de baño que al ocuparse recibe una lluvia que cae desde la altura, en uno de los costados, hay un amplio sillón para conversaciones y el amor, al centro hay un espacio cargado de simbolismos desde el que Román, en búsqueda de la liberación de su amada, llegará al cielo. El conjunto en el que actúan Nathalia Aragonese, Tiare Pino, Nathalia Galgani, Pablo Miranda y Camilo Carmona interpreta a sus personajes con soltura, pero no trasmiten emoción, probablemente por ser una sucesión de escenas yuxtapuestas en las que lo que se busca es precisamente mostrar comportamientos en los que se excluye el amor. Muestra en escena situaciones que ya son comunes en cine y en televisión, pero que no se habían presentado así en las temporadas del teatro.
Hace algunos años atrás se podría haber cuestionado una representación de esta problemática, incluso podría haber tenido consecuencias judiciales, pero hoy a lo que llegamos es cuando más a plantearnos si interpreta realmente a la sociedad actual. Comunidades como esta «Nueva Familia» existen, la aspiración a una libertad sexual es antigua, el personaje Don Juan ha tenido expresión en diferentes tiempos y culturas. La novedad es que hoy la mujer también reclama el derecho a esa libertad y la ejerce, al menos mientras no le llegue la maternidad. En los espacios públicos hay muestras de desinhibición manifiestamente provocadoras. Sin embargo el pudor y la voluntad de tener una familia basada en el respeto mutuo, en la ayuda y el amor existen. La misma dificultad que han encontrado para su aprobación los proyectos de reforma en los campos del derecho de familia y constitución de parejas indican que en nuestra sociedad estos temas requieren mayor debate y este trabajo, sobre todo con su desenlace, nos induce a pensar.El Guillatún