Música Clásica: Universidades Privadas, Difusión, e Innovación
Las temporadas regulares de música clásica son quizás una de las herramientas más fuertes para construir audiencias, y por variadas razones. Por un lado, tenemos la existencia de un proyecto de largo aliento en el que distintos grupos realizan conciertos a lo largo de un semestre o un año, contribuyendo a la realización de eventos con una periodicidad específica que ayuda a formar hábitos en el auditor. Por otro lado, tenemos el factor de la diversidad de repertorio, ya que con frecuencia este tipo de eventos alterna distintos ensambles con obras de variados períodos y estilos. Al mismo tiempo, temporadas regulares son divididas en mini festivales que abordan determinados repertorios o instrumentos como tema de desarrollo. Finalmente, la temporada regular da posibilidad de experimentación a través de la innovación de conjuntos y ensambles, ya que si ésta se solventa a lo largo de los años, mayores pueden ser las posibilidades de introducir obras de compositores contemporáneos, o conjuntos con formaciones experimentales.
Frecuentemente, las temporadas regulares han estado a cargo de instituciones tradicionales como la Universidad de Chile, la Universidad Católica y la Universidad de Santiago, que por definición tienden a fomentar el desarrollo artístico de la institución conjuntamente con el rol público que éstas juegan. Sin embargo, en los últimos años, distintas universidades privadas se han sumado a esto tipo de iniciativas, entendiendo que su rol como institución va más allá de ser una institución simplemente docente; en otras palabras, han logrado entender que la universidad es una fuente de discusión, innovación y creatividad, en las cuales el arte, y en particular la música, juegan un rol fundamental. Y no es casual, ya que las mejores instituciones educativas del mundo, no lo son solamente en las áreas más rentables, sino que simultáneamente desarrollan programas ligados a las artes y las humanidades que potencian el rol de la institución en su contexto. Es decir, no hay universidad que aspire a estar entre las mejores que no se preocupe simultáneamente de desarrollar áreas que a priori pueden parecer no prioritarias desde el punto de vista rentable o de mercado, elemento que rápidamente se descarta ante la evidencia.
Existen dos universidades que han sido especialmente activas en este tipo de actividades, tomando cada una decisiones artísticas y estéticas particulares de acuerdo a la audiencia que se ha fijado como objetivo. Estas son la Universidad Alberto Hurtado y la Universidad de Los Andes. La primera, cuenta con carreras ligadas a la música; la segunda ha decidido realizar estas temporadas como parte de la extensión artística de la institución.
El caso de la Universidad Alberto Hurtado es quizás el más interesante, porque su apuesta artística juega un rol fundamental en una institución donde las humanidades son una sección fundamental de rol educativo, tanto a nivel de pregrado, postgrado, e investigación. En este sentido, es quizás la que ofrece la temporada más robusta desde el punto de vista académico y estético, ya que ofrece un variado repertorio contando con ensambles y músicos de la misma facultad, e invitados externos.
Al examinar su temporada, uno puede apreciar la gran importancia del rol que el coro de cámara tiene dentro de ésta; y la razón es simple. Gracias a la incorporación de Paula Torres, la Universidad Alberto Hurtado cuenta quizás con una de las agrupaciones corales de mayor calidad actualmente en el país debido a dos razones. Una, es la extraordinaria calidad de la directora, también fundadora del Ensamble Res Nova (quizás el ensamble vocal más destacado que ha tenido Chile en los últimos años). Y dos, es la apuesta e inversión que hace la universidad al contar con un conjunto estable y con cantantes profesionales, asegurando calidad en la ejecución. No es lo mismo reunir a un grupo de músicos antes de un concierto, que estar regularmente sometidos a ensayos periódicos que aseguran una superación de la calidad interpretativa. La institución lo ha entendido, bridando apoyo y oportunidades de exposición a este conjunto. Y esto, es quizás uno de los puntos vitales de la temporada y del proyecto en sí; entender que la calidad del producto artístico está íntimamente ligada a la posibilidad y recursos de estabilidad que se le entrega a los cuerpos artísticos como elemento fundamental en la búsqueda de la excelencia. Es una inversión que entrega su rédito a través del alto nivel interpretativo y del rol activo que éste tiene en cada una de las iniciativas.
Simultáneamente, la opción por la música vocal, ha encontrado una gran respuesta en esta institución, elemento que puede ser apreciado en la realización de óperas que la Universidad Alberto Hurtado ha llevado a cabo; producciones que implican coordinación, alto nivel de recursos humanos, y una ambición artística y profesional como objetivo, todos elementos que de por sí van en directa relación a la excelencia artística. Al mismo tiempo, la opción de los recintos donde se realizan los conciertos no es casual, ya que la institución ha optado por hacer del centro de Santiago su centro de operaciones, diversificando la oferta en directa relación con las características de los escenarios que utilizan, ya sea el GAM, la Sala América o la Iglesia de Santiago, teniendo como principal foco la audiencia a la cual el espectáculo está dirigido. Además, siempre teniendo en mente el rol inclusivo que la ubicación de estas salas ofrece.
Junto con esto, la innovación y la búsqueda tienen un rol preponderante en los proyectos de la institución. Como muestra, tenemos el proyecto denominado Había una vez canciones de colores, un multidisciplinario espectáculo basado en los cuentos de la argentina María Elena Walsh, realizado el año 2014.
Todo esto no sería posible de llevar a cabo si es que no se contará con los recursos humanos necesarios para este objetivo, teniendo un lugar destacado el director del Instituto de Música, el musicólogo Juan Pablo González, la directora de programación Pilar Santelices y la directora del coro Paula Torres. Fundamentalmente, se conjugan cinco elementos claves que pueden clarificar la manera en que se puede tener éxito en cualquier proyecto de este tipo: cuerpos estables, calidad de capital humano, regularidad, foco en la constitución de audiencias, inclusión, y diversidad de escenarios.
La Universidad de Los Andes, a través de su orquesta de cámara, ha contribuido al desarrollo y a la difusión de la música clásica gracias al rol que ha jugado la agrupación dirigida por Eduardo Browne, en un sector distinto de la capital, comparado con el proyecto de la Universidad Alberto Hurtado. Particular atención merece la figura de Browne en el proyecto, director chileno que ha tenido un rol fundamental en la formación de audiencias a través de la multiplicidad de los proyectos en los que él ha participado (Banda Sinfónica de la Universidad de Chile, FOJI, etc.). Esto se puede apreciar en la formación de la Camerata de la institución y de los proyectos de conciertos infantiles que la misma lleva a cabo, en gran medida gracias a la colaboración con Carmen Lavanchy, directora musical del grupo Mazapán.
En este sentido, hay dos elementos que caracterizan el rol que la agrupación tiene en esta iniciativa. Por un lado, existe una apuesta por una variedad de repertorio a través de la inclusión de conciertos para solista y obras de compositores del Siglo XX, que sin lugar a dudas aporta en la difusión del repertorio, sobre todo en un estilo que tiende a privilegiar un repertorio más cercano al siglo XIX. Si a esto le sumamos la inclusión en el repertorio de obras de compositores chilenos como Sebastián Errázuriz, Carlos Zamora, y el premiado Miguel Farías, entre otros, nos damos cuenta que la iniciativa da un lugar importante a la música compuesta en la actualidad por compositores nacionales. Y por otro lado, está la apuesta fuerte por el desarrollo de audiencias a través de la realización de conciertos donde los niños son el principal foco a través de un repertorio clásico en su concepción.
Pero esto no habría sido posible sin el fuerte empuje de quien es quizás el motor de las iniciativas de dicha institución, el director Eduardo Browne. Formado en Chile y Estados Unidos, luego de ser director de la orquesta de Fort Worth en Estados Unidos, Browne decidió volver a Chile, y desde entonces ha estado vinculado a iniciativas tales como la Banda Sinfónica de la Universidad de Chile, instancias de perfeccionamiento de directores de orquestas juveniles, y la realización de cursos de apreciación musical que lo han convertido en la figura musical dentro de la institución. Y ésta es quizás la particularidad de la iniciativa que se lleva a cabo en la Universidad de los Andes, en el sentido de que estos proyectos han surgido en gran medida gracias al empuje de una persona que ha tenido una gran recepción dentro de la institución misma, potenciando su rol como difusor de creatividad y excelencia artística, buscando potenciar a la vez su papel dentro de la sociedad.
¿Desafíos para ambas instituciones? Continuar innovando a través de la incorporación de elementos que ayudan en la difusión del repertorio, tales como la creación de charlas antes y después de los conciertos, o la utilización de escenarios que extiendan su margen de acción fuera del centro de Santiago o del sector alto de la capital. En este sentido, la constante diversificación de escenarios permitiría una mayor difusión de los cuerpos artísticos de estas dos instituciones a lo largo del territorio nacional que potencie su figuración como agentes fundamentales y sostenidos en la difusión de la música clásica.
Sin lugar a dudas, estas iniciativas se aplauden y potencian porque muestran el camino que las universidades privadas tienen en la difusión de las artes, mostrando de qué manera éstas potencian a la institución, en su calidad y su rol público. Para los artistas, estos proyectos simultáneamente ofrecen posibilidades laborales y de escenario en la difusión de sus trabajos, aumentando la oferta y fomentando la colaboración. En otras palabras, mientras mayor sea la existencia de agentes difusores, mayores serán las posibilidades de creación y difusión de los músicos nacionales.El Guillatún