Sin clasificaciones
En más de una ocasión, hemos escuchado honestas expresiones de parte de un público no especializado, que una vez finalizada la obra sale de la sala preguntándose, ¿qué es esto que vi? ¿Era danza?
Lo primero destacable, es que se trata de un público buscador, que se atreve, y se lanza al vacío a pesar de que se encuentra con algo que no puede clasificar, que no reconoce. Lo importante es que vuelva a buscar al menos algo de aquello con lo que se encontró.
Resulta oportuno entonces aclarar que muchas veces, casi todo el tiempo, esta danza que no se distingue de buenas a primeras no es considerada por los medios masivos, por lo tanto, pocas veces tiene la ocasión de dialogarse o explicarse ante quienes han salido a su encuentro y se van con un nuevo desconcierto.
Cuando esta danza no se reconoce como tal, puede que se deba, entre diversas posibles razones, a que está cruzada de modo importante por distintas expresiones del arte sin que estas expresiones se desdibujen o se pierdan unas con otras, sino que se funden concibiendo una producción que requiere de igual forma de cada disciplina que la involucra. Entonces estamos frente a una producción escénica que puede reconocerse por sus creadores, especialistas o aficionados como «transdisciplina», concepto que no se aplica solo a producciones artísticas, sino a todas aquellas disciplinas que puedan encontrarse unas con otras de modo transversal, amplio, generando así un nuevo «todo».
Un buen ejemplo de ello es el Videodanza, dos palabras y disciplinas que unidas han sabido generar un nuevo concepto. Aquí cabe citar al realizador norteamericano Douglas Rosenberg quien sostiene que «Videodanza es la construcción de una coreografía que solo vive cuando está encarnada en un video, film o tecnologías digitales. Ni la danza ni los medios para manifestarla están al servicio uno de otro, sino que son compañeros o colaboradores en la creación de una forma híbrida».
Así como ocurre con el video, o más específicamente con la pantalla, la danza ha sabido también converger con las artes visuales, con el teatro, con la performance, entre otras artes, sin dejar de profundizar en sus propias búsquedas, como tampoco renuncian a hacerlo aquellas otras alas del arte con las cuales se hermana.
MÁS ALLÁ DE LAS APARIENCIAS
Esta danza que a ratos nos parece lejana por su constante experimentalidad, por su cruce con otras disciplinas, por su despojo de los márgenes, requisitos y estereotipos por los que aún suele ser reconocida, crece y se reflexiona según aparecen nuevas tecnologías y posibilidades para su escena, generando de este modo, nuevas preguntas tanto para el espectador como para sí misma. Todo esto le exige a la propia danza actualizarse en los distintos lenguajes y teorías que van surgiendo con el día a día.
Es así como en Chile este fenómeno de la transdisciplinareidad ha creado la necesidad de abrir nuevos espacios, como festivales y seminarios abiertos a todo público para permitir algún encuentro no solo entre especialistas y cultores, sino también con los interesados y no conocedores de estos cruces disciplinares.
Mucho se ha escrito y se está por escribir sobre lo que surge de esta ruptura de límites, se ha expuesto y se seguirá exponiendo sobre posdisciplina, danza y teatro, nuevas tecnologías y danza, metaperformatividad y danza, expresiones que se suman a un no lugar o a la búsqueda de nuevas clasificaciones. Mientras eso ocurre, la invitación a quienes se han encontrado con la pregunta sobre si lo que vi es danza u otra cosa, es que no se queden entrampados ni se alejen por la complejidad de las apariencias o de las palabras; que sigan buscando y que se atrevan a generar respuestas propias y con confianza, pues lo único que está cada vez más claro en el arte, es que esto lo resuelve cada uno en sí mismo; algo que corre tanto para el artista como para el espectador. Porque como dijo alguna vez el notable coreógrafo chileno Hernán Baldrich cuando se le preguntó sobre su obra: «Yo no necesito ser clasificado. Entonces no me voy a sentar ahí tampoco para ser clasificado. No, si es pecado o virtud, da lo mismo».El Guillatún