El miedo y la inspiración en la creación coreográfica
Pareciera que cada vez que nos enfrentamos a la creación de una nueva obra o pieza coreográfica nos sumergiéramos en el frío mar del pacífico. Con poca claridad creativa creemos que la muy bien preciada inspiración llegará a nosotros como un regalo divino. Inhalamos una y otra vez buscando absorber un aire cargado de ideas que demora en aparecer.
¿Cómo surge la inspiración para crear una pieza de danza contemporánea? ¿Los fondos concursables y los festivales realmente son tan seductores como para generar las receladas grandes inspiraciones coreográficas de nuestra escena? ¿Es necesaria la constante creación de obras de danza? ¿Existe la veda creativa?
Para escribir este artículo fue necesario recurrir a fuentes bibliográficas que hablaran del fondo de la inspiración. Debo admitir que de todas formas creí la posibilidad de ser ahogada por un aire lleno de colores que me guiaran a fluir frente al computador, pero lamentablemente no fue así.
Algo parecido ocurre con la creación de piezas u obras coreográficas. Recurrimos a todos aquellos recursos que nos puedan aportar al estímulo de nuestro mundo creativo: ver obras de teatro, escuchar nueva música, pláticas con amigos, recurrir a la literatura, en algunos casos extremos consumir psicotrópicos, viajar, etc.
Pina Bausch, refiriéndose al viaje a Chile para crear la obra Pieza Chile, señaló:
«quería conocerlo (a Chile) por dentro y creo que lo que vimos nos quedará para siempre en el corazón. Estoy muy emocionada, lo que experimentamos en el sur y en el norte, todo lo que vivimos es tan enorme que me asusta. Me da miedo tanta fuerza, conocimos la tremenda energía y la belleza de este país. Me asusta porque sé que me servirá de inspiración, pero no tengo la menor idea de lo que saldrá».
El proceso artístico, en este caso en danza, se alimenta de diversas fuentes de manera caótica y con resultados impredecibles. Es precisamente este carácter misterioso el que genera los miedos del creador, pero que bien llevados pueden transformarse en el motor de su trabajo. Quizás la inspiración no sea mucho más que eso.
En el desglose de este proceso emergen un conjunto de conceptos. En esta ocasión me interesa centrarme en tres de ellos: los fantasmas de la «gran idea», la veda creativa y la persistencia como camino y respuesta.
LA «GRAN IDEA»
Cuando llegue la inspiración, quiero que me encuentre trabajando.
Pablo Picasso
Después de recopilar mucho material visual, vivencial y táctil, la «gran idea» a veces surge en los lugares más inesperados. En el transantiago, en los sueños tipo 4:00 am, en la ducha, en la sala de espera de la consulta médica. Y es ahí donde debemos tener siempre un lápiz y cuaderno cerca para apuntar esa «gran idea» sin dejar que se escape.
Al tener esa idea más clara surge un nuevo abismo en este proceso: el verbalizarla a los intérpretes, quienes serán un factor importantísimo en el desarrollo de la creación. En este proceso cada parte, coreógrafo e intérpretes, comparten una misma idea, pero cada uno en la práctica la asimila con su propia experiencia y percepción, lo que puede enriquecer la creación o mermarla, si no existe una mágica comunicación entre ambos.
Sin embargo, las grandes ideas son escasas y pueden tardar mucho en llegar. De hecho usualmente serán pequeñas ideas con las que comenzaremos a trabajar un proyecto coreográfico, tan pequeñas a veces que pueden incluso no existir a priori.
VEDA CREATIVA
Las ideas, como las pulgas, saltan de un hombre a otro. Pero no pican a todo el mundo.
Stanislaw Lem
Todo bailarín puede ser un creador en cualquier momento, cada uno de nosotros posee ciertos recursos necesarios para organizar y mejorar su desempeño creativo y ser un gran coreógrafo o coreógrafa en un tiempo determinado. Puede que el camino cueste, ya que embarcarse en un proceso creativo es sumergirse al fondo del mar sin saber si saldrás a flote. Sin embrago, vale la pena arriesgarse y dejarse llevar por la intuición sin pretensiones ni ambiciones. Es aquí donde reside la riqueza de los creadores fulminantes, aquellos que con la creación de una gran y única obra coreográfica, hecha con las más sinceras herramientas, desaparecen del mapa escénico sin perdurar en el tiempo. Pero ¿qué es lo que les sucede posteriormente? ¿Vacío de temas? ¿Miedo a que la siguiente obra no supere a la actual? ¿Disminución de la vocación? ¿Falta de inspiración? En la literatura el diagnóstico a este síntoma se define como mutismo o silencio inquietante; en la danza, podría ser un bloqueo corporal creativo, para llamarlo de alguna forma. Sin embargo existen diferencias entre el mutismo de un coreógrafo y un poeta, ya que en el gremio de la danza muy pocos se preguntan por aquel creador perdido, pero «paradójicamente, el silencio de un poeta puede ser noticia, a veces más noticia que su misma poesía» (Mario Benedetti). Otra opción es la de simplemente no sentir las ganas de volver a crear por falta de motivación e interés. Creo que este sincero factor es muy legítimo para no caer en la constante creación de piezas coreográficas con el único objeto de crecer en pretensión. En su libro La Inmortalidad, Milan Kundera sentencia que «lo que a todos les importa es la admiración y no el placer. La apariencia y no la realidad. La realidad ya no significa nada para nadie. Para nadie».
Quizá para algunos creadores el éxito y las plataformas de vitrina de la danza sean su mayor fuente de inspiración; el «estar». Me parece válido y necesario como elemento de comunicación, ya que surge como estímulo para terminar una coreografía. Hay otros en cambio que otorgan mayor valor a los procesos de investigación y rastreo de sensaciones, colores y formas, aunque puede que sean instancias que no necesariamente llegarán a presentarse en ningún escenario. Otros crean a partir de ciertos cánones establecidos por las normas actuales de belleza y creación locales, pero no necesariamente obedeciendo a su instinto creativo. ¿Cuál será entonces la forma que el creador tiene para llegar al público de tal manera que no se traicione a sí mismo? ¿Será que la imagen creada por los medios y las instituciones es una instauración falsa que no devela el real perfil del artista?
PERSISTENCIA DE MATERIAL COREOGRÁFICO
La inspiración es un evento de infinita persistencia y dedicación. En danza, la importancia del trabajo corporal y la indagación de un lenguaje propio nos permite abrir ventanas hacia un mundo desconocido lleno de colores y nuevas formas. La insistencia es la obsesión del creador por llevar a sus intérpretes por caminos ajenos, y habilita e incluso obliga a usar nuevos mecanismos de dirección recurriendo por ejemplo al uso de la voz, de materiales externos como vestuario, pintura, tierra, madera, cuerdas y cualquier elemento que modifique los cuerpos y los haga experimentar nuevos riesgos en la escena. Empero el uso de estos objetos externos no promete un resultado exitoso coreográficamente, pero tal vez la constancia de la idea en lo profundo y sin pretensiones logre destellos y pueda iluminar el espacio para su composición.
Ahora bien, todos podemos tener muy buenas ideas o a veces no tan buenas, sin embargo estamos casi forzados a renovarnos año a año, obligándonos a ser creativos en momentos en donde la iluminación está totalmente apagada. Puede ser que el medio donde estamos insertos nos obligue a mantener una imagen viva del artista o creador. Es muy común que todo creador reaccione según le va, por ejemplo, en una convocatoria, y crea que el triunfo es el ideal o por lo menos el absoluto condicionante en su estado de ánimo y por ende en su arranque de persistencia creadora. Sin embargo, cada coreógrafo sabe que la fórmula para no jubilarse tempranamente es seguir persistiendo en su propia obsesión, como se pueda o se quiera, pero siempre siendo fiel a sí mismo, tal vez con el fin de llevar la danza a los más furtivos rincones de Chile y el mundo, o quizá simplemente a sus pares y a su propia familia.El Guillatún