Foto y Danza bajo dictadura
El primer libro de fotografías de danza contemporánea independiente entre 1973 y 1989 nos permite realizar un importante ejercicio de memoria que ilumina el presente de nuestro quehacer: imperdible.
«El gran valor que tiene la foto, es el de ser un apoyo a la memoria, por eso es que nos impulsamos a tomar fotos, por la imposibilidad del ser humano de querer detener el tiempo, es como cuando salen los diarios llenos de fotos y noticias y al día siguiente otro y otro… En el fondo una coreografía de danza tiene esa posibilidad, de ser repetida y ser interpretada varias veces. Esa es la forma en que se ríe la danza de la foto y de algunas otras artes, porque la danza al ser interpretada, se toma el tiempo y el espacio presente.»
—Kiko Fierro, fotógrafo.
Mi experiencia con la historia de la danza ha sido un ejercicio de imaginación. Cuando empecé a interesarme en el pasado de nuestra disciplina, no existían libros, ni videos ni fotos de muchas obras relevantes. Muchas veces la única manera de acceder era imaginarlas a propósito de lo que contaban mis profesores cuando nos hablaban de La Mesa Verde, de Kurt Joos, por ejemplo. Ahí hacíamos el ejercicio de imaginarla y eso empezó a transformarse en un recuerdo también. Otra manera era la que ocupaba Patricio Bunster en sus clases de composición, contándonos, escena por escena, una de sus obras (con lujo de detalles) o nos invitaba a aprendernos partes de coreografías de su autoría, para ver si de esa manera comprendíamos sus estrategias de composición.
Romántico, pero da cuenta de un gran vacío. Recuerdo que cuando estudiaba danza no existía la asignatura Historia de la Danza. En mi cabeza no podía explicarse tal omisión, discutí varias veces hasta que, cuando salí de la escuela (2002), se empezó a impartir, en parte porque empezó a haber material como para generar esa asignatura.
Con todo, mi construcción de la historia de la danza en Chile fue personal en cuanto estuvo cruzada por mi interés por investigar y por el traspaso oral de mis profesores. Según lo que recuerdo, fue solo después del año 2006 que empezó a haber libros de historia de la danza en Chile. En esa época, estos libros empezaron a establecer una especie de historia oficial de la danza, por lo que, a mi juicio, tienen un inevitable sesgo de época y de la mirada de los autores que teorizaron sobre esa historia, la que necesita ser revista con ojos actuales.
Sin duda, la existencia de los textos anteriores ha permitido que las nuevas generaciones se puedan hacer una idea de cómo funcionaba hacer danza, qué tendencias había, qué temas se tocaban y quiénes fueron sus protagonistas. De algún modo los textos de Carlos Pérez en este libro de fotografías persiste en este importante propósito. Sin embargo, el valor que tiene la publicación va más allá. Mucho más. Por eso es que el libro Fotografías de la Danza Contemporánea entre 1973 y 1989, viene a llenar un fundamental vacío: las imágenes.
Y no es solo por el valor documental que tienen las fotografías, sino porque estructuran un relato subjetivo desde los protagonistas: quienes vivieron más para contar sus hazañas o quienes produjeron más (por desgracia algunos creadores quedaron en el anonimato), tanto bailarines como fotógrafos. Ellos vuelven en el libro sobre las huellas dejadas e indesmentibles de esta época analógica.
La existencia de las fotografías inquietaron a Macarena Rubio, bailarina, pedagoga en danza de UArcis, co-directora de Kaloorika junto a Manoj V. Mathai, (centro de las artes curativas, Chile – India), al punto en que se tituló con la investigación Recopilación fotográfica de la danza contemporánea independiente, Santiago de Chile 1970-1989 el año 2009. Luego, gracias al apoyo de Fondart, fue posible convertir ese material en el actual libro.
Macarena nació en 1982. Sin embargo, su necesidad de hacer memoria viene de «querer comprender cuánto ha quedado en nosotros de esa época que, queramos o no, acompaña nuestro andar». Es así que al recopilar e investigar se encontró con personajes de la danza que no conocía y de quienes podía observar valores humanistas a pesar de las circunstancias de la atroz dictadura que se vivía. «Las fotografías me atrapan, son hallazgos de un arte que muestra valentía, autenticidad, humanidad», dice.
El complemento de esta mirada es la visión político-cultural de Carlos Pérez Soto, profesor de Historia de la Danza y autor de los libros: Proposiciones en torno a la Historia de la Danza (Lom, 2008) y Comentar Obras de Danza (www.cperezs.org, 2013), lo que enriquece el hallazgo de Macarena.
El material fotográfico corresponde al período entre el 1973 y 1989, y fue organizado cronológicamente, incluyendo una pequeña biografía de las compañías y de sus directores. Las compañías presentes en el libro son:
- Ballet Popular, 1969. Dirigido por Joan Turner.
- Taller de danza contemporánea, 1976. Dirigido por Gaby Concha.
- Agrupación de danza Mobile, 1977. Dirigido por Hernán Baldrich.
- Grupo danza del centro, 1978. Gregorio Fassler.
- Grupo Calle, 1982. Dirigido por Vicky Larraín.
- Grupo Tedat, 1982. Magaly Rivano.
- Grupo Andanzas, 1982. Dirigido por Nelson Avilés.
- Compañía de danza teatro Octavio Meneses, 1984. Octavio Meneses.
- Centro de danza Espiral, 1985. Dirigido por Joan Turner y Patricio Bunster.
- Titín Moraga, 1987.
- Pequeña compañía, 1987. Dirigida por Nury Gutes.
- Séptima compañía de danza contemporánea, 1988. Dirigida por Luis Eduardo Araneda y Esteban Peña.
- Compañía movimiento siete, 1988. Marisol Hume.
Es decir, un registro completo (aunque no universal) de la danza del Chile en dictadura. ¡Qué valioso!
En las páginas del libro reconocemos rostros de bailarines que aún siguen compartiendo su danza, otros se pierden sus nombres (quien los reconozca podría decírselo a la autora para una nueva edición del libro). Además, algo substancial emerge: el fotógrafo. Personaje que en muchos casos anónimamente dejó documentada la historia de esta arte, de manera artística, permitiéndonos seguir imaginando esas obras que antes accedíamos de manera fragmentaria, azarosa y de oídas. Ahora es posible imaginar con mayor certeza cómo habrán sido esas obras y qué sentido tenían, con tan solo depositar la mirada un instante en ellas gracias a las fotos. Destacable es, entonces, labor, en orden de aparición, de los fotógrafos Ricardo Correa, Hugo Araya, Carmen Fulle, Mario Vivado, José Moreno, Juan Meza Lopeandía, Hugo Araya, Lincoyán Parada, Álvaro Hoppe, Kiko Fierro y Andrés Yver. Gracias.
A continuación dejo que algunos de ellos hablen:
«Nosotros, con Mario Vivado le pusimos las imágenes, hacíamos fotografía y las proyectábamos. Después yo hice cine, proyectaba películas durante las obras de Hernán. Todo solamente con pasión, con imaginación, porque nadie nos iba a dar un peso para hacer nada, no existía el Fondart», dice Carmen Fulle, quien registró el trabajo coreográfico de Hernán Baldrich junto al grupo Mobile.
«La fotografía es una manera de congelar un momento histórico y a su vez un momento artístico también. Y eso tiene un doble atractivo, sobre todo con las historias de las personas que aparecen, los bailarines, los coreógrafos, los creadores. Todos ellos tienen una historia hacia atrás, que se pone en juego en el momento de hacer una coreografía, de poner en escena una coreografía, ya sea en escenario o en la calle, en un espacio abierto o en un ensayo. Crean un compromiso ahí, desde el que baila al que hizo la coreografía, la elección de la música… y ahí la fotografía tiene la posibilidad de plasmar toda esa conjunción de elementos», dice Kiko Fierro, actual iluminador del Grupo de Danza Espiral, quien comenzó su trabajo y dedicación por la danza en Concepción en 1984, con el grupo Calaucán.
«Desde luego, fue una gran experiencia, además la danza es mucho más difícil fotografiar que el teatro, tienes que conocerla, también a los bailarines, qué movimiento viene detrás… y para hacer eso siempre tienes que estar desde adentro», dice José Moreno, miembro de la Asociación de Fotógrafos Independientes, quien también trabajó junto al Grupo Mobile de Hernán Baldrich.
«La gracia de la fotografía es el hecho que congela, congela un instante, milésimas de segundos y eso es potente en sí. Y lo otro, es el movimiento, cómo congelas ese movimiento. A veces se sugieren cosas, como la iluminación, los rostros, los ojos, los pies, la relación entre los bailarines», dice Álvaro Hoppe, quien realizó sus registros junto al Grupo Andanzas, dirigido por Nelson Avilés, en los años 80.
Cómo obtener el libro
El libro se está vendiendo de manera independiente. Para comprarlo debes mandar tu interés a [email protected], de modo que te entreguen las coordenadas. Está dirigido a quienes quieran tener en su biblioteca bellas y valiosas fotografías que plasman una época fundacional para nuestra actual danza contemporánea, además de que están debidamente contextualizadas para una mejor observación.
Esperamos que esta biblioteca siga creciendo, de nuevos autores que quieran hacer de la historia de la danza una memoria constante hacia la creación.El Guillatún
Bibliografía mínima para una Historia de la Danza en Chile
- María José Cifuentes, Historia Social de la Danza en Chile: Visiones escuelas y discursos 1940-1990. Santiago, Lom, 2007.
- C. Cordovez, S. Pérez, J. McColl, M.J. Cifuentes, A. Grumann, Danza independiente en Chile, reconstrucción de una escena, 1990-2000. Santiago, Editorial Cuarto Propio, 2010.
- Gladys Alcaíno y Lorena Hurtado, Retrato de la danza independiente Chile 1970-2000. Ocho Libros, 2010.
- P. Aste, A. Figueroa, R. Sepúlveda, F. Tellier, Arte, Danza, Entorno, Crónica Historiográfica de Calaucán. Santiago, Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, 2009.
- Carlos Pérez, Proposiciones en torno a la historia de la danza. Santiago, Lom, 2008.
- María Elena Pérez, Evolución de la danza profesional clásica y contemporánea en Chile. Santiago, Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, 2006.
- Hans Ehrmann, Cuatro décadas de ballet en Chile. Santiago, Ril Editores, 2009.