Antes de evaporarse
«Nadar desnudas» de Carla Guelfenbein
La imagen de los rizos de Morgana abriéndose como una planta marina en el agua atraviesa el tiempo. De pronto Sophie lo ve todo tan claro. Nadaban hacia un futuro incierto con el cuerpo y el alma desnudos. También Diego. Sí, también Diego.
—Guelfenbein, 2012, p. 218
El último libro de Carla Guelfenbein es el más sensual de los cuatro de su carrera. Después de libros exitosos como La mujer de mi vida (2005) y El resto es silencio (2008) publicados en diferentes idiomas, nos sorprende con esta historia plagada de detalles sobre la vida de tres individuos, que van desde emociones desatadas como la traición, las mentiras, el odio, el deseo y la culpa.
Nadar desnudas es un libro que sorprende, puesto que al principio pareciera ser una historia más de un triángulo amoroso de la élite chilena, pero la historia da contrapuntos, giros inesperados, transformándose y sorprendiendo al lector.
Guelfenbein relata la historia de tres vidas que se entrelazan y que cambiarán sus destinos para siempre y de quienes los rodean. Como telón de fondo, están los años 70: desde los comienzos de la Unidad Popular, el Golpe de Estado y los primeros meses de la dictadura. La autora nos traslada a esa época narrándonos con fragmentos como las protestas de los Miristas, los cacerolazos de la oposición y la escasez de productos en el mercado; hasta referencias estéticas imperceptibles, como la decoración de una casa setentera o las chaquetas color beige de Diego, que para algunos lectores podrían no ser más que clichés de una época, mientras que para otros serán aspectos fundamentales para situarse en un momento de la historia.
La novela comienza con la amistad de Morgana y Sophie, una intimidad y hermandad propia de la juventud, en la cual se comparten las aventuras, los miedos, los deseos, la poesía de Anne Sexton y el amor por el arte; las ansias por descubrir el mundo, por tener amantes, por vivir y capturar la belleza del mundo.
Morgana, española e hija de un diplomático franquista, es sensual, desfachatada y al mismo tiempo solitaria, puesto que prefiere la tranquilidad de su departamento a la vida junto a sus padres. Característica que la une a Sophie, quien es una francesa recién llegada a Chile, inestable, depresiva e introvertida, incapaz de hacer amigos chilenos en este país que le parece infranqueable y extraño, que nunca le ha pertenecido más allá de ser el país de su padre.
Mientras que el padre de Sophie es un intelectual divorciado que después de haber vivido un largo periodo entre París y Madrid, vuelve a Chile a trabajar en las altas esferas del gobierno, de la mano de Allende.
La historia se divide en dos momentos. El primero y más extenso narra la década de los 70, mientras que el segundo relata acontecimientos vividos durante el año 2001. La primera etapa consiste en entregarse a los ideales, al amor y al arte, soñar que las vidas son inextinguibles, que todo es posible. Mientras que en el año 2001 es el momento de reconstruir la memoria, las fisuras, los pedazos que quedaron repartidos, de perdonar y perdonarse.
Sin embargo, la parte central de la novela es la primera, en la cual interactúan los personajes principales, que pasan por tres fases del triángulo amoroso. El primer periodo es el que catalogo como «inocencia», donde Sophie y Morgana viven absortas del mundo y de lo que ocurre a su alrededor. Sus vidas giran en torno a su amistad, que está por sobre la relación que tiene Sophie con su padre. Época en la cual Allende comenzaba a gobernar con el entusiasmo de crear nuevos paradigmas económicos, sociales y políticos.
En la segunda etapa el triángulo se mueve, puesto que el objeto de deseo de Morgana ya no es Sophie en su relación casi lésbica, sino Diego, hombre que podría ser su padre, puesto que entre Morgana y Sophie sólo tienen 2 años de diferencia. En este periodo de mentiras y de amor prohibido, Sophie sale del cuadro, además que ella no sabe de la relación que existe entre su mejor amiga y su padre. Morgana y Diego acrecientan su deseo con el paso de las páginas en este amor clandestino. Mientras que la situación chilena se vuelve cada vez más delicada tanto para el gobierno como para los protagonistas.
En el tercer periodo el triángulo se disuelve, puesto que la relación entre Morgana y Diego sale a la luz y se desata la tragedia. Las relaciones se quiebran y ya no vuelven a ser las mismas, al mismo tiempo que unos personajes deben volverse invisibles y clandestinos. Tanto el país como los protagonistas están golpeados por la historia. La violencia se hace presente y cotidiana, y los cadáveres están a la vuelta de la esquina.
Al final de la novela, uno de los protagonistas está fracturado en dos y su vida se divide entre mantener lo establecido, preservando la vida que ha construido hasta ese momento (y la vida de los otros) o si es necesario remover la historia y revelar ciertas verdades, aunque de paso otros salgan heridos.
Una historia que se devora, sin puntos suspensivos, sin pausas eternas. Uno de esos libros que no deben dejarse para mañana.El Guillatún
La orquídea la mira con su temblor de vida. Además de la orquídea y la cama, no hay más que paredes blancas y torres de libros en el suelo. La luz sin brillo deja al descubierto el mundo precario que ha construido para sí misma. Quisiera decirle a Diego que los hombres con quien ha estado son tan solo tres, y que no importa clasificarlos, que puede hablarle de sus amores al oído, si así lo quiere, describirle los detalles más impúdicos de sus encuentros pasados, decirle que está dispuesta a lo que sea, pero que necesita su abrazo, su mano en su mano, su boca en su boca.
—Guelfenbein, 2012, p. 66