Opus 2
¿Ya la escucharon? ¿En lo recóndito de su sueño, esa voz de ultratumba, ronca y petrificante? Es el barbudo y erizado tío Walt Whitman que les murmura en el oído su insensato delirio. Les repite su infame cantar:
«Sobre los techos del mundo resuena mi bárbaro graznido. ¡Grrryaaaawwwwp!»
Los que todavía están para contarlo dicen que la visita del espectro Walt es siempre un presagio funesto, la señal de una espantosa maldición… Porque cuando despierta el durmiente, le comienzan a atormentar deseos inconfesables. Como una fiera, quiere provocar aún más estruendo en este mundo atronador. Quiere mostrar sus dientes de demente y desvariar y desvariar. Quiere desafiar al diablo en un duelo de baile y mover los flancos de la Cordillera con sus solas manos. Entonces, sale a la calle en su pijama y se suspende a los faroles, corre sobre el cielo y vuela, poseído por el poeta difunto.
De más está decir que después de demostrar tan pocas maneras, la desgraciada víctima del tío Walt puede despedirse de todas las expectativas de ascensión social. Termina vagabundeando por los rincones de su choza mientras afuera ronronea el rumor de la gente bien intencionada. Le pregunta a la bestia que descansa en lo profundo de su barriga: ¿Será mucho ruido y pocas nueces? Y el viejo Walt ríe como un trueno.
A todos los que gritan como salvajes en los techos, ¡y a los que prefieren quedarse mudos como tumbas, que sean tumbas con un gran eco!El Guillatún