Claudia Apablaza: «La literatura es denuncia por medio del lenguaje»
Psicóloga, feminista y escritora chilena
Claudia Apablaza es una joven escritora chilena (32), publicada y leída en diferentes puntos del mundo latinoamericano y europeo. Si bien considera que el reconocimiento hacia un artista no se determina de acuerdo a quién aparezca o no «en los periódicos», sus libros Autoformato (2005), Diario de las Especies (2008) y EME/A: La tristeza de la no historia (2010), han sido reseñados por diferentes medios de comunicación a nivel nacional e internacional, demostrando que su escritura no pasa desapercibida.
Estudió psicología en la Universidad de Chile, pero desde 2005, año en que ganó el Concurso de Cuentos Paula, no dejó de moverse en su camino como escritora. Para ella, la literatura es todo un tema por sí misma. Claudia no sólo practica, sino que piensa el escribir. Es por esto que, entre otras cualidades, sus libros y cuentos resultan atractivos desde una mirada metalingüística y de ficción urbana, cercana a las experiencias de la autora.
Destacamos de su estilo la claridad, candidez y frescura de sus relatos, que —como ya mencionamos— poseen una línea temática relacionada a lo literario al rondar tanto en situaciones y estados anímicos de personajes involucrados en la escritura, como también al construir sutiles cuentos críticos hacia mundo de la escritura hegemónica. En este sentido, los textos de Claudia también entregan una mirada que va más allá de lo anecdótico, y que se transforma en una sutil denuncia —mediante el sarcasmo, la desesperación, la melancolía— hacia las diferentes formas de la literatura oficial.
Claudia Apablaza —oriunda de Rancagua— actualmente reside en Barcelona, ciudad a la cual llegó, entre otras cosas, a realizar una maestría en Literatura Comparada en la Universidad Autónoma de Barcelona, y donde hoy trabaja como editora de Editoriales Barataria. En estos momentos se encuentra próxima a publicar su nuevo libro Siempre te creíste la Virginia Woolf.
—¿Por qué te fuiste de Chile?
—Tenía la inquietud de mirar Chile y otros espacios con la perspectiva del viaje y la distancia. Escribir desde otro lugar, alejarme, reconstruir una memoria desde ese espacio. También leer a otros escritores, conocer el espacio de escritura desde otros puntos del mapa, confirmar algunas ideas, estudiar en otras escuelas.
—Tus libros se han publicitado en los medios chilenos. ¿Esperabas tener renombre a nivel mediático?
—En realidad, no creo tener renombre a nivel mediático, sólo a un nivel menor que son a los que les interesa la literatura. Anda y pregúntale a cualquiera de esos escritores de Best Seller si me ha leído alguna vez.
—¿Qué opinas sobre las posibilidades reales de «convertirse» en un escritor reconocido en Chile? ¿Crees que las condiciones están dadas o que hay que buscarlas?
—En realidad las condiciones que están dadas no son para convertirse en un escritor, las condiciones que están dadas son para llegar a ser un sujeto que sale o no en los periódicos y punto; y lo que determina que alguien salga o no, está dado por otros factores, no es por la escritura misma; digamos que entre ellas está el poder político, económico, social, cultural, etc. En Chile, y en todas partes del mundo, creen que ser escritor es salir en los periódicos, en listas de escritores y ser publicado en grandes editoriales. La escritura es otra cosa. Es un proceso más complejo, más íntimo.
—Varios de tus libros han sido publicados en diferentes lugares del mundo, para luego estrenarse en Chile. ¿Consideras que tu trabajo es más reconocido en el extranjero?
—No podría decir que reconocido, pero sí creo que soy más leída en el extranjero, o tengo más lectores en el extranjero, partiendo por los tirajes que se hacen en Chile que son muy pequeños. Ahora bien, sé que un tiraje no determina mucho, muchos comprarán el libro y ni se lo leen, o bueno, puede que un libro pase por 300 manos distintas, pero sí, creo que recibo más feed back directo de Perú, de México, incluso y sobre todo, desde España.
—¿Cómo llegaste a ser más leída en el extranjero? En España, se entiende porque vives allí… ¿Pero Perú y México?
—Al no tener editorial en Chile para publicar el libro Diario de las especies, decidí enviarlo a algunas editoriales en Latinoamérica que distribuyeran en Chile. La primera que envié, fue a Jus, la mexicana, y lo aceptaron. La publicación de Diario de las especies en Chile fue algo que surgió después de lo de México, cuando me di cuenta que Jus nunca iba a llevar el libro a Chile. En el caso de Perú, me invitaron (Ediciones Altazor) a participar en un festival de narradores en el que publicaban a todos los invitados. En España por eso mismo que dices, porque vivo acá.
—¿Te sientes arraigada a Chile? ¿Piensas volver?
—No sé si la palabra es arraigo u otra, pero creo que no es precisamente arraigo. Estoy más cerca en un proceso constante de nostalgia, como que me hubiese quedado pegada en ese proceso lo que me moviliza a estar en este viaje permanente. Sentir nostalgia de Chile y de acá de forma casi simultánea. El arraigo sería un proceso más complejo, posterior a la nostalgia. Me gustaría arribar en él.
FEMINISMO Y MUNDO LITERARIO
—Considerando que algunas de tus publicaciones las has realizado en editoriales feministas (Cuarto Propio y La Picadora de Papel), ¿qué relación tienes con este movimiento? ¿Te consideras feminista?
—De hecho, sí. No de desecho, ni de andar gritando en las calles para después llegar a casa y tener que hacerle la comida a mi pareja, o que me aforren. Tampoco de esas que firman listas y luego maltratan a otras mujeres pública o privadamente. Prefiero las acciones, el trabajo a diario, más que convertirme en una vocera inútil. He trabajado mucho con mujeres, en edición de sus libros, antologías, lecturas, traducciones, rescates de obra, etc.
—¿Crees que las críticas literarias son más duras hacia las mujeres? Si es así, ¿por qué crees que sucede?
—Creo que sí, porque Chile es uno de los países más conservadores del mundo y la misoginia es algo que no se ha superado y no se va a superar tan pronto. Da pena y vergüenza ver que no se edita a mujeres, o en mínimo grado, cómo se las silencia y/o ningunea, cómo es que evalúan sus obras con el parámetro del canon masculino y cómo es que se las sepulta.
—En tus libros generalmente realizas críticas a la escena artística, al mundo de los escritores. ¿Has tenido malas experiencias? ¿Qué es lo que más te molesta de ese mundo?
—Bueno, las experiencias que tengo a diario, de lo que te hablaba en la respuesta a la pregunta anterior. Es por eso que ejerzo en mis libros esa denuncia, y si te fijas está en todos ellos, más aún en el que va a salir ahora, Siempre te creíste la Virginia Woolf.
—¿Tus relatos hablan sobre ti misma? ¿Has sido, a veces, la protagonista de tus libros?
—Bueno, como tal no, ya que eso es imposible. Uno trabaja en base a ideas y conceptos de las cosas que manipulas de una forma u otra para transmitir algo al lector. En mi caso creo que tomo elementos de esa realidad que hablas y los extremo, los exagero, diría que de una forma tremendista.
—¿Qué es, para ti, la literatura? ¿Cuál es su función?
—La literatura es denuncia por medio del lenguaje. Denuncia de un estado íntimo, denuncia política, denuncia de malestar, de felicidad, de lo que sea.
—¿Cómo denominarías el estilo de tu escritura?
—Te diría que no podría agarrarme de la academia y meterme en alguna de sus jergas, pero sí puedo pensarla desde esta conversación y puedo decir que mi estilo es torpe y se parece a una locomotora.
—¿Qué opinas sobre la venta de libros falsificados? ¿Es algo que te afecta o preocupa como escritora, en el sentido económico?
—Me preocupa en el sentido de los libros que falsifican, suelen ser basura, no siempre por supuesto. Poemas y antipoemas de Nicanor Parra lo está, pero supongo que porque los piden en los colegios. Pero esa es la cara más visible del asunto. Que se lee mierda. Lo que más me preocupa es que la mayor parte de los libros que se falsifican en Chile son textos escolares y libros de lectura complementaria para colegios, lo que es un indicador de que no hay políticas de lectura que soporten y protejan a los estudiantes. Un libro de matemáticas, por ejemplo costará unos 30 mil pesos, imagina eso multiplicado por diez asignaturas. Obviamente es muy difícil de soportar para cualquier familia que tenga más de un hijo. La Cámara Chilena del libro se dedica a perseguir a los piratas, pero no hace mucho por regular esa situación. Y más aún, las licitaciones se las ganan, por lo general, las editoriales trasnacionales, que cada año le agregan una página más a los libros escolares para que los estudiantes no se compren libros usados, sino que tengan que comprarse el nuevo que salió ese año. Se suma además que les hacen regalitos y cenas a los profesores para que trabajen con los libros de sus editoriales y les digan a los alumnos que no les sirve ese libro que tiene una página menos.
PROYECTOS Y PREFERENCIAS
—¿Estás trabajando en un nuevo libro? Si es así, ¿de qué trata? ¿Cuándo crees que lo terminarás?
—Bueno, sí, es una novela que no tiene nombre aún. Pensaba que la había acabado, pero un par de amigos-lectores me dicen que aún no. Es una reflexión acerca del amor. Desde distintos estados de la protagonista.
—¿Qué tan importante es para ti Internet como medio para dar a conocer tus publicaciones literarias periódicamente? ¿Crees que es un buen aporte o prefieres el papel?
—Me parece el sitio más honesto de todos porque no está sujeto a ninguna institución.
—¿Cuáles son tus tres libros favoritos?
—No, pregunta imposible de responder. Son muchos. Aunque bueno: Las cosas, de Georges Perec; Mientras agonizo, de Faulkner y Las almas muertas, de Gogol.
—¿Cuáles son los escritores en que te inspiras o te basas?
—Es difícil la respuesta porque hay muchos con los que establezco diálogo. También depende de las lecturas del momento, pero creo que me siento más cercana a los escritores que manifiestan un notable desagrado y descontento y sienten la necesidad de construir desde ese desagrado nuevas formas y discursos escriturales, como lo son los escritores de las vanguardias del siglo XX, como Macedonio Fernández, Juan Emar, Arqueles Vela, Fernández Ochoa, Gómez de la Serna, César Vallejo. También escrituras más íntimas como la de Levrero, Duras, Bombal, Vicens, Lispector, Mistral. Escrituras más desbordadas como Faulkner, Beckett, Saer. Escrituras más racionales como Perec, Vila-Matas. Escrituras pop, escrituras basura, ensayos, poesía, cartas. ¡Todo!
—¿Qué escritores contemporáneos recomendarías a nuestros y nuestras lectoras?
—A Paula Ilabaca, Cristina Rivera Garza, Luna Miguel, Laia López, Patricia de Souza, Dalia Rosetti y Fernanda Laguna.El Guillatún