Zarvo: «Me gusta que mis trabajos tengan mucha cumbia»
Camilo Ortega, «Zarvo», artista visual incipiente
Con sólo 25 años, Camilo Ortega Prieto —quien firma sus obras bajo el seudónimo «Zarvo»— ha expuesto sus trabajos en diferentes galerías, muros y calles del país y del extranjero. Iquiqueño de nacimiento, su trayectoria como artista visual lo llevó a estudiar en la Escuela de Bellas Artes de Viña del Mar (2008) y actualmente reside en La Plata, provincia de Buenos Aires, Argentina.
Sus pinturas, dibujos y grabados, nos presentan seres irreales —misteriosos híbridos que surgen de variadas mezclas entre humanos, animales y/u objetos— en colores fuertes y planos. La composición de ambos elementos —personajes originales y tonos vivos— nos trasladan a una dimensión tan desconocida como atractiva. Asimismo, un toque de festividad e inocencia pareciera plasmar el sello de este incipiente artista visual.
—¿Cuándo, dónde y por qué surgió tu interés por dibujar y pintar?
—Surge más o menos a los 10 años, en el patio de mi casa, en las tardes donde no había nada que hacer. Recuerdo que me sentaba a tratar de dibujar los monos animados y, un día en la casa de mi abuelo, encontré una caja de óleos y un par de telas que estaban guardados en una pieza donde tenían los cachureos. Al final, él me las regaló y así comienza, resumidamente, mi interés por la pintura y el dibujo.
—¿Siempre estuviste seguro de estudiar artes o en algún momento dudaste?
—No, nunca estuve seguro de estudiar artes. A pesar de gustarme como una alternativa, siempre lo vi como una posibilidad lejana, porque en Iquique no existen escuelas de arte, entonces los medios se hacen escasos. Es ahí cuando te sientes inseguro al momento de decidir sobre hacer o dedicarte al arte por completo, porque no hay espacios ni escenas constituidas que te den la confianza para desarrollarte en esto.
—En ese sentido, ¿crees que en Chile se da espacio a los artistas incipientes?
—Yo creo que existen pocos. Además, si a esta precariedad le sumas todos los requisitos que te exige la burocracia para poder acceder a estos espacios, es mucho para los artistas jóvenes que no tienen una trayectoria o currículo extenso. Igual, antes era peor. En estos últimos años los espacios de buen nivel se están abriendo más a los artistas jóvenes, ya que se han dado cuenta de que hay mucha gente allá afuera haciendo cosas.
—Hemos visto que pintas en la calle, pero que también tienes obras que han sido expuestas en galerías. ¿Qué lugar prefieres?
—Las dos formas tienen sus gustitos. Por un lado, la pintura y los trabajos en el taller son más procesado, tienes la posibilidad de elaborarlos con más detención, en el sentido de qué elementos pones, qué color elijes y esas cosas. Por otro lado, está la calle que te entrega el formato, en donde ya no es un trabajo de 30 x 30cm, sino mucho más grande. Eso te pone dificultades que, al momento de pintar, son entretenidas de poder solucionar. Además pintando muros siempre se aprende algo nuevo.
—¿Cómo consigues los muros para pintar?
—Hay veces en que pido los muros con anticipación y, por lo general, la gente te los cede sin problemas. En otros en casos, pinto en lugares sin permiso, aunque prefiero pintar en casas abandonadas, lugares eriazos, lugares «tirados» en realidad.
—Todas tus pinturas tienen dibujos relativamente similares, con seres inventados por ti, o animales y humanos distorsionados. ¿Cuál es la esencia detrás de eso? ¿De qué se trata el estilo que quieres plasmar?
—La esencia de mi trabajo está tras la naturaleza que se esconde en los seres vivos y también en los objetos, además de la relación que establezco entre estos dos mundos.
—Con respecto al estilo de mi trabajo, es gráfico y trabajo los colores como planos: juego con las formas en positivo y negativo armando una armonía. Me gusta que en los trabajos suene mucha cumbia, y que así se haga de la imagen algo más salvaje o primitiva.
—¿Cómo denominarías tu pintura?
—Trato de no definir mucho mi trabajo, pero si tuviera que ubicarlo dentro de un estilo o movimiento, estaría entre el surrealismo y lo mágico del mundo latinoamericano.
—De las obras que has realizado, ¿cuál es tu favorita?
—A ver… Mi trabajo favorito… Creo que el último trabajo que realicé es el que más me ha gustado o el que más me ha dejado conforme. Es un muro largo donde pinté dos felinos que corren hacia unas cabezas que están en el centro (foto de cabecera). Hasta ahora ha sido el muro que más me ha gustado porque logré juntar a varias de las figuras y personajes, con los que venía trabajando, en esta sola obra.
—¿Has realizado obras basándote en hechos de tu vida o de la vida real?
—Por lo general no me baso en algún hecho específico. A veces tomo algún elemento de la vida real y lo mezclo, o lo pongo en juego con figuras fantásticas, que casi siempre llevan un poco de sarcasmo. Lo que trato de hacer es dejar abierta la posibilidad a todo lo imposible.
—¿Crees que el arte que transmites posee alguna utopía definida?
—No sé si transmite utopías, pero sí trata de manifestar un mundo paralelo a este, en donde animales, nosotros los humanos, los árboles, el universo y todas esas fuerzas que se hacen figurativas, en la pintura confluyan entre sí.
—¿Cuáles son tus artistas visuales favoritos o que sigues?
—Me gustan muchos artistas, algunos de mis preferidos clásicos son: Jean Dubuffet, Francis Bacon, Roberto Matta, Henri Matisse, Paul Gaugin, Pablo Picasso, Keith Harring, el grupo Cobra, entre otros… Todos estos artistas me han impactado en algún momento de mi vida.
—Por último, ¿hay algún artista chileno contemporáneo que quieras recomendar a nuestros lectores?
—La banda de música de Valparaíso La Longi, donde participé por algún tiempo.El Guillatún