«Gran Reserva» de Carmen Aldunate
La artista presenta por primera vez Dibujos, Pasteles y Esculturas
Después de muchos años sin presentar exclusivamente su obra gráfica, Carmen Aldunate ha reunido en una sola exposición sus últimos dibujos, además de pasteles y esculturas inéditas. La reconocida pintora ha mantenido en forma paralela esta producción que solía reservar en su taller o entre personas cercanas.
Sus reconocidas mujeres amortajadas, de rostros limpios y miradas melancólicas, cobran nueva presencia estética a través de este repertorio que se pasea por grafitos, bronces y cerámica gres.
La obra de Carmen Aldunate es probablemente de las más presentes en el imaginario nacional. La artista surgió en los años 60 y ya en los 70 la encontramos situada dentro de la Nueva Figuración chilena con un repertorio muy particular, poblado de mujeres que miran impávidas algún punto lejano; de rostros limpios y ropajes rigurosos, que muchos relacionan con la estética renacentista o con la pintura flamenca, siendo este estilo el que de algún modo define su oficio: pulcro, de líneas controladas, trabajando generalmente el óleo sobre tela o madera con luces y sombras difuminadas.
La exposición Gran Reserva, en ARTIUM, reúne ahora unos 20 dibujos y pasteles, incluyendo una faceta nunca antes mostrada: la escultura. La artista presenta cuatro bronces y dos volúmenes en cerámica gres, de pequeños y medianos formatos, siendo una producción –dice– que antes guardaba para ella al tratarse de ediciones de muy pocas piezas o ejemplares únicos.
A pesar de que la gráfica es fundamental en su producción –y conforma una obra paralela a sus trabajos en óleo– la última vez que expuso exclusivamente dibujos en una muestra individual, dice, «fue hace muchos años, no lo tengo bien claro y creo que fue en Galería Época», lo que habría sido a fines de los ‘70 o mediados de los ‘80.
En sus pasteles, la artista conserva el color parco característico. Pero en sus dibujos, la gama de grises, más cierto grado de abstracción y síntesis compositiva, recargan sicológicamente sus representaciones, volviendo aún más contenida y enigmática la mirada de sus mujeres.
¿Por qué no habías mostrado antes tus dibujos?
Hace más años de los que quiero recordar dije:
Si pudiera cantar….dibujaría
si pudiera escribir…..dibujaría
si pudiera bailar…..dibujaría
En una época de estudio en la universidad, todos anhelaban EL COLOR. Dibujar era árido. Pero fue siempre una forma de atracción fatal para mí, que hasta el día de hoy me parece la base de cualquier modo en que se exprese el arte. Nunca he dejado de dibujar, pero en esa constante, por alguna razón, guardaba los trabajos para mí o se los entregaba a mis hijas. Tal vez la razón es que es algo muy íntimo para mí.
¿Qué temas trabajas en esta producción?
Los temas son mis temas de siempre. Lo formal, estilístico o temático, no tiene diferencia. Soy yo en mi yo, siempre… Pero no se trata de autorretratos. Pienso más bien en radiografías de estados y no sólo mis estados, sino los de tantas y tantos.
¿Qué diferencias establecerías entre tu pintura y esta obra que es más gráfica?
La diferencia es el soporte (papel en este caso). La cocinería, lo que llaman el material que se ocupa, es también otro. En este caso, el humilde lápiz, que es la más potente de las herramientas de un artista.
¿Desde cuándo trabajas con escultura? ¿Cuál es el imaginario que puebla tus volúmenes?
Salvo una muy especial que representa una Serpiente con su cría dentro y es pieza única, todas las otras son mujeres de mi propio zoológico. Mis primeras esculturas las hice a los 15 años en un taller que tenían mi madre y una tía. Recuerdo el viejo torno y los traslados a un horno en la plaza Los Guindos, donde sabíamos que se reventaría el cincuenta por ciento. En ese tiempo ya eran bustos de mujeres en gredas diferentes y engobes experimentales. No sabría donde están, ni siquiera si aún existen. La vida después me hizo mudarme de casas y países…
¿Por qué la insistencia en la estética renacentista? ¿Qué íntención hay detrás de ello?
Lo de renacentista lo han recalcado muchos, lo que para mí no es así. Mira cualquier diseñador de ropajes actual o de cualquier tiempo y te podrás fijar que a todos se les puede decir lo mismo. No soy renacentista salvo en el sentido de que no existe NADA nuevo bajo el sol. Lo mío son mortajas, amarras, corazas, en fin, los disfraces que todos usamos para enfrentar cada día, cada situación.
Carmen Aldunate (1940) se formó en las escuelas de arte en la Universidad Católica, en la de Chile y en la Universidad de California, en Davis, Estados Unidos. Desde 2004 es Miembro de Número de la Academia de Bellas Artes del Instituto Chile. Ha sido profesora de dibujo y pintura en universidades, academias y colegios. Históricamente, ha expuesto en el Museo de Arte Contemporáneo, en el Museo Nacional de Bellas Artes y en galerías tanto de Estados Unidos como de países de Europa y Latinaomérica. A nivel nacional, sus más recientes exposiciones se han visto en Galería El Caballo Verde (Concepción), Modigliani (Viña del Mar), Tomás Andreu, Artespacio y Cecilia Palma (de Santiago), llegando también a la Pinacoteca de la Universidad de Concepción, a la Fundación BankBoston, la Corporación Cultural de Las Condes y el Museo de Artes Visuales.