El CNCA reconoce a seis nuevos Tesoros Humanos Vivos
El Consejo Nacional de la Cultura y las Artes reconoció este año como Tesoros Humanos Vivos de Chile a Arturo de Jesús Lucero, Domitila Cuyul, Nemesio Moscoso, la Unión de Artesanas de Quinchamalí, el grupo de Carpinteros de Ribera de Lanchas Chilotas y el Grupo de Ngütamchefe por su labor de mantener vivo el patrimonio cultural inmaterial de Chile.
Los Tesoros Humanos Vivos son un reconocimiento de la UNESCO que se entrega en Chile desde 2009. La distinción de este año tuvo la particularidad de reconocer, por primera vez, un oficio de la medicina tradicional mapuche, en el grupo Ngütamchefe de Tirúa, formado por componedores de huesos. El jurado consideró que llevar su conocimiento ancestral al sistema público de salud, en el Centro de Salud Familiar (CESFAM) Isabel Jiménez Riquelme de Tirúa, constituye un aporte al trabajo intercultural. Los 13 Ngütamchefe son conocedores de la forma, de las funciones y de la posición de los huesos, con una gran habilidad en evaluación palpatoria y de maniobras que les permite componerlos cuando han sufrido fracturas, luxaciones y otro tipo de dolencia. Han logrado incorporar su medicina al sistema formal de salud, además, con su labor contribuyen silenciosamente al movimiento mapuche, y con ello, han logrado la confianza y el interés de las generaciones más jóvenes en mantener esta práctica.
El maestro luriri Nemesio Moscoso oriundo de Pozo Almonte —La Tirana, Región de Tarapacá— es fabricante y reparador de la bandola aymara que es un instrumento de cuerdas tradicional del altiplano tarapaqueño y que se toca en los carnavales, floreos y trilla de la quinua. Al enterarse de tal reconocimiento, Nemesio Moscoso contó que no estudió en ninguna escuela, sólo mandó a hacer un instrumento y en base a ello observó y aprendió. Desde entonces —hace 52 años— lo fabrica y además lo interpreta en las fiestas altiplánicas.
Arturo de Jesús Lucero, de la comuna de Pichidegua —en la Región de O’Higgins— fue reconocido por ser el único constructor y reparador de las «Ruedas de agua de Larmahue», y Domitila Cuyul, de Quellón —en la Región de los Lagos— fue reconocida por ser una representante del sincretismo cultural del territorio chilote. En efecto, Domitila Cuyul —que es Maestra de Paz— perpetúa los ritos y ceremonias williche en Chiloé.
Mónica Venegas, representante de la Unión de Artesanas de Quinchamalí que se dedica a la fabricación de una alfarería centrada en figuras de greda negra con superficie esgrafiada —exclusivas de Quinchamalí y Santa Cruz de Cuca— describió el trabajo como «un trabajo de tiempo y dedicación» que hacen con mucho cariño.
Y en cuanto al grupo de Carpinteros de Ribera de Lanchas Chilotas —de Hualailhué en la Región de Los Lagos—, está formado por navegantes y carpinteros de lanchas chilotas. Son embarcaciones únicas en el mundo y son el resultado del sincretismo de los saberes indígena y europeo. Gracias a este transporte se llevaron maderas de alerce hacia el archipiélago de Chiloé, las que hoy recubren sus iglesias y antiguas casonas.
Hasta ahora, la UNESCO y el CNCA han reconocido a 32 Tesoros Humanos Vivos en Chile con el fin de preservar el patrimonio cultural inmaterial del país.